david53
Madmaxista
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Esa diversidad de origen, que se nos manifiesta en los nombres que portan, se pone elocuentemente de manifiesto en algunos conocidos pasajes de los textos narrativos de la época. Así, cuando en la Primera Crónica Anónima de Sahagún se refiere cómo llegaron a poblar a la villa de abadengo, aforada por Alfonso VI hacia 1082:
"gentes todas partes del universo... personas de diversas e extrañas provincias e reinos, conbien a sauer: gascones, bretones, alemanes, yngleses, borgoñones, normandos, tolosanos, provinçiales (provenzales), lonbardos, e muchos otros negoçiadores de diversas naçiones e estrañas lenguas".
El interés de los monarcas hispanos, tanto del espacio político castellano-leonés como del navarro-aragonés, por los asentamientos de colonizadores francos o extranjeros en sus Estados encuentra su justificación en un doble hecho: por una parte, estas inmigraciones servían para compensar el continuo drenaje demográfico que las empresas reconquistadoras y repobladoras de la frontera en movimiento imponían a las poblaciones norteñas de Hispania; de otra, como ya adelantábamos antes, iban a suponer un importante factor de reactivación de la vida económica, por la vinculación profesional de muchos de esos francos a actividades preferentemente comerciales y artesanales en los centros urbanos que los acogen.
Con todo tipo de reservas puede afirmarse que el número de pobladores francos fue muy abundante en las ciudades y villas del espacio navarro-aragonés, superando quizá en Jaca al de la población autóctona. Aunque a medida que el Camino de Santiago se aleja de las tierras ultrapirenaicas la población franca tendería a disminuir, su importancia porcentual en el seno de las sociedades locales continuaba siendo muy importante, al menos en las principales ciudades de las rutas jacobeas, en las que puede reconstruirse con cierto grado de fiabilidad la dinámica interna de las colonias extranjeras. Así, seguramente en poblaciones como Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Nájera, Burgos, Carrión, Sahagún, León, Oviedo..., los individuos de oriundez ultrapirenaica podrían suponer al filo del 1200 quizá entre un 20 y un 25% del vecindario total de esos centros urbanos y, desde luego, muchos de ellos figuraban entre la burguesía local más cualificada.
"gentes todas partes del universo... personas de diversas e extrañas provincias e reinos, conbien a sauer: gascones, bretones, alemanes, yngleses, borgoñones, normandos, tolosanos, provinçiales (provenzales), lonbardos, e muchos otros negoçiadores de diversas naçiones e estrañas lenguas".
El interés de los monarcas hispanos, tanto del espacio político castellano-leonés como del navarro-aragonés, por los asentamientos de colonizadores francos o extranjeros en sus Estados encuentra su justificación en un doble hecho: por una parte, estas inmigraciones servían para compensar el continuo drenaje demográfico que las empresas reconquistadoras y repobladoras de la frontera en movimiento imponían a las poblaciones norteñas de Hispania; de otra, como ya adelantábamos antes, iban a suponer un importante factor de reactivación de la vida económica, por la vinculación profesional de muchos de esos francos a actividades preferentemente comerciales y artesanales en los centros urbanos que los acogen.
Con todo tipo de reservas puede afirmarse que el número de pobladores francos fue muy abundante en las ciudades y villas del espacio navarro-aragonés, superando quizá en Jaca al de la población autóctona. Aunque a medida que el Camino de Santiago se aleja de las tierras ultrapirenaicas la población franca tendería a disminuir, su importancia porcentual en el seno de las sociedades locales continuaba siendo muy importante, al menos en las principales ciudades de las rutas jacobeas, en las que puede reconstruirse con cierto grado de fiabilidad la dinámica interna de las colonias extranjeras. Así, seguramente en poblaciones como Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Nájera, Burgos, Carrión, Sahagún, León, Oviedo..., los individuos de oriundez ultrapirenaica podrían suponer al filo del 1200 quizá entre un 20 y un 25% del vecindario total de esos centros urbanos y, desde luego, muchos de ellos figuraban entre la burguesía local más cualificada.
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