Según los cientifikos amaglobistas los satélites en órbita geoestacionaria (GEO) se colocan en una zona de la órbita terrestre a casi 36.000 km sobre la superficie. Esto los sitúa a miles de kilómetros por encima de los satélites de órbita más baja, que siguen estando muchas veces más altos que los aviones comerciales que vuelan a mayor altura.
Los satélites GEO poseen una propiedad única debido a la velocidad de su órbita y a su posicionamiento. Al orbitar en el mismo plano que el ecuador de la Tierra, completan sus órbitas en consonancia con nuestro planeta, por lo que hace que estos satélites parezcan estacionados en el cielo para aquellos que los observan.
Esto permite que las antenas parabólicas del planeta apunten al satélite en cuestión y puedan enviar o recibir señales de él, ya que los de telecomunicación o meteorológicos son los más comunes.
El primer satélite geoestacionario fue el Syncom 3, que se lanzó desde Kennedy Field en 1964. El lanzamiento de este satélite experimental permitió probar las comunicaciones y cubrir los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964 para la televisión en directo. Originalmente, durante 1961, fue un programa exclusivo de la NASA y se convirtió en el primer satélite geoestacionario del mundo.