No se me parece mucho a la loca de los Simpsons porque, si mal no recuerdo, este personaje suele caminar encorvado. Lo que yo vi era más una anciana totalmente erguida, delgada y sí, enlutada. Llevaba una especie de traje neցro de una pieza, de manga larga, mas ceñido de cintura para arriba que de cintura para abajo. Sólo dejaba al aire manos, cara y parte del cuello (como la mitad del cuello más o menos). La piel parecía extremadamente blanca. En cuanto a la altura, es difícil precisarlo, porque existe una ligera pendiente entre dónde se encontraba y nuestra posición, pero a mí me dió la sensación de tener más o menos mi altura (185 cm)
La desaparición fue un visto y no visto. Un parpadeo y dónde antes estaba ella ya no había nada.
La fecha no la recuerdo exactamente, hace más de 20 años. Lo único que sé a ciencia cierta es que era invierno.
Sobre lo que preguntas, sábado a las 3, pues no sé si era exactamente a las 3. Si se que la noche del sábado al domingo, tarde, si que pasó una cosa extraña, aunque esto siempre lo he achacado más al acojone que llevaba encima que me hizo buscar cosas raras en cualquier cosa aquel fin de semana.
Te cuento. La casa donde estábamos no tenía baño, con lo que las necesidades fisiológicas había que hacerlas en un orinal o, en su defecto, salir a hacerlas fuera a los prados circundantes.
Como decía en mi primer mensaje, aquel fin de semana hacía un tiempo bastante bueno para ser invierno. Buena temperatura, no hacía frío, no había nubes y no soplaba el viento.
El caso es que a mí me dieron ganas de miccionar y como el orinal lo estábamos reservando para uso exclusivo de ella (se negaba a salir de la casa de noche, de hecho no salía ni de la habitación) para que no tuviese que salir, pues tuve que ir a hacer mis necesidades fuera.
La casa tiene dos pisos y, en el piso inferior, tiene un portal de planta cuadrada rodeado por un murete con una apertura en la que, en su día existió una especie de portilla, pero que ya en aquel entonces no estaba en su sitio, dejando el vano diáfano.
El sitio al que iba a miccionar era la cerca de la parcela de lo que había sido la huerta de mis antepasados. Según salías del portal que te comento, estaría a unos 20 metros a la izquierda en línea recta.
Así que, imagina, una vez que sales del portal y te enfocas en dirección a la huerta, tienes 20 metros de camino. De esos 20 metros, unos 5 son los metros que tendrías que recorrer antes de sobrepasar los límites del portal y dejarlo atrás.
Lo que me pasó fue lo siguiente, salí del portal y enfile dirección a la huerta. El tiempo totalmente en calma. Justo en el momento en que sobrepase los límites del portal, comenzó a soplar viento en mi frente. Me quedé quieto. Seguía soplando. Como ya venía de un día movidito, me acojoné y di unos pasos hacia atrás hasta que volví a estar a la altura del final del portal. El viento dejó de soplar. Repetí esto tres o cuatro veces con el mismo resultado. Cuando sobrepasaba los límites del portal en dirección a la huerta, el viento soplaba. Cuando volvía al "refugio" que suponían los límites del portal, el viento cesaba.
Me imagino que por las ganas imperiosas de vaciar la vejiga, al final decidí ir junto a la cerca del huerto para hacer lo que había ido a hacer. Cada paso que daba en esa dirección tras superar el límite del portal el viento en contra era más fuerte. Tras terminar con la faena, deshice el camino con el resultado opuesto. Con cada paso más cerca del portal, el viento soplaba a mi espalda más débil. Me metí en la casa y, de todo el tiempo que estuve despierto aquel fin de semana, no volvió a soplar el viento.
Esto que te cuento ahora es quizás lo que más atribuyo al estado nervioso alterado en el que estaba. Quizá sin lo de la noche anterior no hubiese reparado en ello, pero sí que me quedó ahí la cosa y si que puede coincidir (a ojo te lo digo) con la hora que me dices.
Otras cosas que ocurrieron aquel fin de semana, pues te diría sonidos de pisadas pesadas por la escalera (es de madera), sombras con forma humana a través del cristal tras*lúcido de la puerta de la habitación (dejábamos la luz de la sala contigua encendida para no darnos una piña si teníamos que salir por la noche... Un finde movidito