Jamás he practicado la ouija ni lo haré ya que pienso que hay que dejar en paz a lo que sea que haya al otro lado del tablero, entidades de distinto pelaje, difuntos, subconsciente propio... y no veo prudente intentar contactar con algo sobre lo que apenas tienes control ni conoces las consecuencias que pueden derivar de tal contacto.
Pero hará unos 12-15 años me dio por comprarme un libro sobre el arte de adivinar el futuro con la baraja española. Para mí era puro juego inocente, que jamás me tomé en serio ni relacioné de manera alguna con ningún tipo de contacto con otras entidades ni jamás se me pasó por la cabeza que aquello pudiera abrir puertas a otras dimensiones, etc. Estuve unos 2-3 años jugando con la baraja a adivinar el futuro de mis familiares y de mí misma en el piso donde entonces llevaba unos 7 años viviendo de alquiler, que era de nueva construcción y en el que jamás me había ocurrido nada extraño.
Pues empezaron a ocurrir algunas cosas singulares como sonar mi móvil a las 3 de la mañana en punto sin que apareciera el número que llamaba y cuando contestaba, nadie hablaba al otro lado ni quedaba registro de ninguna llamada tanto si contestaba como si no. También noté de madrugada alguien como encima de mí o muy cerca a mi rostro hablándome como muy asustado (un chico joven diría yo) y yo sin poder moverme. Despertarme a eso de las 6 am y ver enfrente de mí una cara muy gris con una expresión muy triste y unos rasgos muy difuminados, querer encender la luz y mi mano traspasaba el interruptor para espanto mío y entonces volver a "despertarme" y volver todo a la normalidad. Otro día, al llegar del trabajo, oí perfectamente cómo alguien tecleaba en mi ordenador y cuando fui a esa habitación no había nadie. En otra ocasión, la puerta de la calle se abrió sola; pensé que lo mismo me la había dejado yo abierta sin darme cuenta aunque siempre echo la llave nada más cerrar la puerta de casa. Mi gata parecía detectar algo extraño en un punto de una pared y se iba a "hablar" con la pared y a maullar lastimeramente y hacía movimientos raros con el lomo, agachándose, como de miedo o sumisión, cosa que después jamás volvió a hacer en otro piso. Y siguieron pasando algunas cosas extrañas más, que fueron perdiendo fuelle según yo me fui cansando del juego y lo dejé por completo.
Ni siquiera entonces relacioné todo aquello con el juego de adivinación con las cartas que me traía; lo achaqué a posible estrés aunque no recuerdo aquella época con situaciones difíciles a ningún nivel, ni personal ni laboral. Y fue años después, ya viviendo en otro sitio y habiendo dejado aquel "juego" sin que sucediera nada extraño, que pensé que quizás eso de "jugar" a echar las cartas abre canales que desconocemos ya sea canales interiores nuestros o atrae entidades que se quedan por aquí a darte la lata.