No le pude contestar en su momento porque este suyo servidor se encontró inmerso
al día siguiente en un cambio drástico laboral, con acusados vaivenes anímicos-existenciales, de especial intensidad. Créame.
Descubrí la insistencia de UD. muchos meses después…cuando no parecía proceder ya una contestación. He ido demorando la misma, como una espinita clavada, leve pero incordiante.
Soy en esto de los “debes” un poco “alemán”, “cuadriculado”…con sus pros (pocos) e inconvenientes (muchos).
Al ruedo entonces:
Sí, me ponía el cinturón de seguridad aun antes de su obligación. Contesto con sinceridad ante la pregunta-trampa con la inocencia de un cervatillo.
Siempre visualicé el desastre de proyectar tu rostro y tu cuerpo contra sólidas superficies, pudiendo evitarlo. Al respecto, recordaré que un joven que me trasladó en su coche en la prehistoria se lo tomó como algo personal que yo insistiera en abrocharme el cinturón…parecía como si yo dudara de su hombría o valía por el mero hecho de adoptar precauciones. La verdad es que aluciné. Y la verdad es que nunca más tuvimos que volver a vernos, a Dios gracias.
Otra más: cuando iba en moto me veían “rarito” algunas personas porque en pleno calor sahariano luciera como mínimo una chaqueta vaquera con guantes, botas y casco integral…En insultante contraste con las usuales camisetas de tirantes, sandalias y cascos “calimeros”.
También había visto ya algún documental personal e íntimo sobre desastres relativos al caso, como el de una pobre mujer condenada a llevar una careta (como "El hombre elefante")… con su cara ciega y rota, tras una colisión frontal en aquellos
Simcas y
Seats de
Paquito.
Aprovecho para felicitarle por su pionera labor en aras de la seguridad de toda índole, y en especial en lo relativo al tráfico rodado. Si sus hilos “anti-motos” los hubiera engendrado años antes, habría ahorrado al que suscribe más de un sinsabor.
Gracias por todo eso.