Habría que mencionar a las amazonas a las que se enfrentó la expedición de Orellana y de las cuales dejo constancia el cronista de la expedición, Gaspar de Carvajal.
"Allí abajo nos aguardaban (los indios) y allí nos habían de tomar a todos y llevarnos a las amazonas.
Aquí estovimos en poco de nos perder todos, porque como había tantas flechas, nuestros compañeros tenían harto que hacer en se amparar de ellas sin poder remar, a causa de lo cual nos hicieron daño, que antes que saltásemos en tierra nos hirieron a cinco, de los cuales yo fui uno, que me dieron un flechazo por una ijada que me llegó a lo hueco, y si no fuera por los hábitos, alli quedara. Visto el peligro en que estábamos, comienza el capitán a animar y dar priesa a los de los remos que cabordasen, y ansí, aunque con trabajo llegamos a cabordar y nuestros compañeros se echaron al agua, que les daba a los pechos. Aquí fue muy peligrosa refriega, porque los indios andaban mezclados con nuestros españoles y se defendían tan animosamente que era cosa maravillosa de ver. Andúvose en esta pelea más de una hora, que los indios no perdían ánimo, antes parecía que de contínuo se les doblaba; aunque veían algunos de los suyos muertos y pasaban por encima de ellos, no hacían sino retraerse y tornar a volver.
Quiero que sepan cuál fue la causa por donde estos indios se defendían de tal manera. Han de saber que ellos son subjetos y tributarios a las amazonas y, sabida nuestra venida, vanle a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios, como por capitanes, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía, delante de nosotros le mataban a palos, y ésta es la causa por donde los indios se defendían tanto.
Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza y son muy membrudas y andan desnudas en cuero, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos haciendo tanta guerra como diez indios, y en verdad que hubo mujer destas que metió un palmo de flecha por unos de los bergantines y otras qué menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín”