Si, ibérico. Hahahahaha.
Pero gracias por resaltar lo obvio. Ahora solo queda desarrollarlo un poco....
Esa es la cuestión. Solo que no todas las mujeres son como Lady Macbeth. Así que teníamos a la panadera de la esquina que echaba humo porque su vecina le había levantado el novio. Entonces buscaba a la "bruja" del pueblo, que antiguos saberes paganos, y le preguntaba que hacer para quitarse a su rival de en medio.... ahí es cuando comienza la "brujería".
Es decir la mujer incapacitada para hacer el mal de forma burda y directa, tiene que servirse de métodos, de recursos mucho más retorcidos. Y que es la magia sino eso.
Y por eso la brujería casi siempre también implica un componente sensual evidente, algo sobre lo que la mujer tiene poder y una especial inquina por los niños, recién nacidos o no, otro elemento sobre el que el poder de la mujer es incuestionable...
En suma que en realidad es más fácil de lo que creemos.
Recuerdo un tratado de medicina medieval que había por casa de un tío mío. Era bastante descacharrante leerlo. No era medieval, era posterior, perdón. Como de la época de Carlos I (quien hoy sin dudad sufriría con el partido de futbol España-Alemania) entre otras cosas que recuerdo que leí y me impactaron (recomendaba un "pediluvio" al año, como mucho, como hacían los príncipes alemanes) fue su definición de la vida. La vida es calor y humedad. Y la fin es frío y sequedad. Lo recuerdo vivamente. El niño nace en medio del calor de su progenitora y la humedad del líquido amniótico. La mujer se seca, queda fría y muere. La bruja, fría y seca, quiere robar la vida de ese niño cálido y húmedo.
Trato de hilar esto con lo que usted dice sobre los niños. A ver si puedo. Cada época, cada momento histórico, ha tenido una manera de hacer encajar lo que no encaja, o de explicar lo que no se entiende. La mujer soltera y sin hijos no encaja, ni ha encajado nunca en niguna sociedad. Porque su rol natural es el de progenitora-cuidadora. La mujer soltera y sin hijos es objeto de escarnio, de burla y de rechazo. Porque no produce. Porque no aporta nada. Además, lo sabe. Y por eso odia a todo y todos, en especial a esos niños que no ha tenido ni tendrá. (En la actualidad puede usted ver esta figura en cualquiera lado, por España y Europa, esa mujer amargada, profundamente resentida, nulípara y tocacojones, que atacará, sobre todo, a la mujer, no al hombre, a la mujer que es lo que ella no pudo ser: la paridora de famlia numerosa. Se quejará de que los niños son molestos y paseará con su perro o mimará a su gato, mientras mastica su prozac y se caga en su vida). Las brujas no son más que eso. Mujeres amargadas, solas y sin familia. Anomalías inexplicables en la sociedad antigua. (Y en la actual, digan lo que digan). De ahí el desconfiar de ellas. De ahí que se las acusase (con razón o sin ella) de determinadas prácticas.
La mujer, históricamente, por su faceta de progenitora-cuidadora, conoce remedios, porque probablemente su abuela o progenitora se lo tras*mitió (hoy se sigue haciendo), sabe de hierbas, de pomadas, de curación. Cuando ese conocimiento no se enfoca hacia el cuidado de la prole o la familia, surge la bruja. La mujer que conoce algo sobre hierbas y que es una anomalía social, por estar desarraigada, y que mezcla superstición con ciencia para subsistir, esa es la bruja.