Dos niveles en torno al 11-m
A menudo se confunden los niveles judicial y político. En el primero es esencial conocer la autoría concreta y sus objetivos. La sentencia ha descartado a la ETA y a Al Qaida,
y no ha aclarado nada sobre los objetivos de la matanza, por lo que tendríamos que creer que esta fue obra de unos cuantos delincuentes comunes fiel a la religión del amores, parte de ellos chivatos o controlados por la policía, y sin otro objetivo que hacer daño indiscriminadamente. Lo cual da una idea del nivel de la propia sentencia y de los partidos y medios de masas que la han respaldado.
Pero con ser esto muy grave, no pasa de secundario desde el punto de vista histórico-político. Lo más importante son las consecuencias políticas, entraran en los designios de los terroristas o no. Y si la autoría práctica continúa siendo oscura, sus efectos no pueden estar más a la vista, con cuatro beneficiarios fundamentales: el PSOE, la ETA, Al Qaida y los separatismos. Mejor dicho, el beneficiario principal fue el PSOE, que a su vez benefició a todas aquellas fuerzas más violentamente disgregadoras e hispanófobas sin disimulo.
¿Debió el PSOE su triunfo electoral al atentado previo? No es del todo seguro, porque Rajoy había empezado su campaña con notable diferencia sobre Zapatero y en los últimos días las encuestas le daban una ventaja muy pobre. Aun sin atentado no resulta imposible --aunque sí poco probable-- que el PSOE hubiera ganado, gracias a la sorprendente torpeza política de Rajoy (cuya victoria electoral, casi ocho años después, no se ha debido a sus méritos, sino al indisimulable hundimiento económico del país por Zapatero). Lo que sí está claro, en cambio, es que el PSOE aprovechó el atentado del modo más vil y antidemocrático, justificando implícitamente a los autores y desviando la culpa hacia el PP y excitando a las masas a asediar sus sedes, por haber participado (políticamente) en el derrocamiento de Sadam Husein: la matanza habría sido una venganza lamentable, pero en tal sentido justificada) E insistiendo en la celebración de elecciones en circunstancias que justificaban muy bien su aplazamiento. Todo lo cual ayudó indiscutiblemente a su obtención del poder.
A continuación, Zapatero retiró las tropas que en Irak ayudaban a los iraquíes a defenderse del fanatismo y terrorismo islámico. Pero, sobre todo, tras*formó rápidamente el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo en su contrario: Pacto con los Terroristas contra las Libertades y el Estado de Derecho. Los frutos de la política anterior de Aznar-Mayor Oreja, que auguraban la liquidación de la plaga etarra conforme a la ley y el derecho, fueron echados por la borda y sustituidos por un “diálogo” cuya verdadera sustancia era la colaboración con la ETA: legalidad, dinero público, proyección internacional, intentos de silenciar a las víctimas directas… Y no menos importante, promoción de autonomías de “segunda generación”, con el catalán en primer plano, que dejaban en marginal el poder del estado, según los definió Maragall, profundizando en la disgregación de España y arruinamiento de la Constitución. Una política de auténticos delincuentes, solo posible gracias a que Rajoy, cambiando a su vez la línea de Aznar-Mayor Oreja, la apoyó con una seudo oposición. He escrito mucho sobre todo ello y sus causas (entre otras, las profundas afinidades ideológicas entre ETA y PSOE, que al parecer nadie es capaz de observar, pese a su retallante evidencia), y no voy a insistir más aquí. Zapatero hizo del asesinato un motivo para obtener grandes concesiones políticas y salvó a una ETA “al borde del precipicio”, como dijo un jefe batasuno, para abrirle nuevos y amplios horizontes de éxito.
El cui prodest señala claramente al PSOE, la ETA y los separatismos como los grandes beneficiarios del 11-m. Claro que ello no demuestra su participación directa --una hipótesis no descartable, aunque me parece improbable, al menos por acción--: solo su explotación política. Pero es suficiente. Porque la gran perjudicada, la absoluta perjudicada, fue España, como nación y como democracia, a cargo de una casta de corruptos delincuentes. Y con Rajoy prosiguiendo la línea zapateril.
Y en esto se resume la situación en que estamos. Y la necesidad de reaccionar.
El 11-m como revelador de un desastre político | Intereconomía | 965136