@*~*2, muchas gracias por tu explicación tan detallada. Así da gusto
Pues vas a tener razón y debe ser que quedó algo de azúcar suelto y se quemó. La verdad es que yo no le detecto sabor a tostado, pero tiene mucha lógica lo que dices. Me apunto el truco de bajar la mermelada de las paredes con una espátula húmeda, suelo hacerlo con la misma cuchara de madera con la que remuevo pero sin humedecer... y entonces es posible que quedase algo de azúcar pegado, de ahí el tonalidad caramelo.
Me falta saber qué falló en la consistencia.
Ah, he estado mirando lo del densímetro: qué gran idea... esto me lo compro seguro.
Hola
@El tuerto Bowman, tiempo sin coincidir! No puedo ver el vídeo ahora... pero como decía alguien más atrás, si no lleva azúcar no es mermelada, es fruta en conserva. Que también está buena, pero no es lo que busco.
Ya sé que el azúcar es veneno, parece que aquí yo esté defendiendo lo contrario pero no es así. Cuando llega el otoño siempre me da la neura de hacer mermeladas porque me gusta mucho hacerlas, pero eso no significa que las coma todos los días ni mucho menos.
Pregunta desde la ignorancia, si haces los botes al vació, no debería dar igual la cantidad de azucar?
Pues ahí está el quid de la cuestión, por eso abrí hilo
Lo que quiero llegar a conseguir, como digo en el título, es la mermelada PERFECTA. Que a mi modo de ver, tiene que llevar azúcar... lo contrario sería un sucedáneo. ¿Cuánto azúcar? Pues en la receta standard tradicional se usa una proporción 1:1, y yo lo que quiero averiguar es si se pone tanta cantidad únicamente por seguridad (en caso de ser así, deduzco que se puede rebajar la proporción sellando los frascos al vacío) o si todo ese azúcar es necesario también para lograr la consistencia adecuada y el punto exacto de sabor que se supone debe tener la mejor de las mermeladas.
En definitiva, ando en busca de algo así como 'la proporción áurea'... me gustaría quitar parte del azúcar de la receta tradicional porque lo considero excesivo, pero quiero saber cuánta cantidad podría llegar a restar sin que afectase al resultado final, es decir, sin que las características del producto se viesen alteradas.