¿Qué lleva a una Universidad de California a almacenar en su banco de germoplasma hasta cuatro variedades diferentes de tomate de Venta del jovenlandés y otras dos de Siete Aguas? o ¿qué hizo que el gobierno noruego decidiera invertir miles de euros en su ya famosa "Arca de Noe" de las semillas en las islas Svalbard? Ambas iniciativas comparten argumentos, aunque no todos, con los miembros de "Llavors d'Ací", una asociacion dedicada a la promoción y conservación de la biodiversidad agraria en tierras valencianas cuya estrategia conservacionista se está mostrando muy eficaz.
El próximo domingo, "Llavors d'Ací" trae hasta el santuario de la ciencia del Jardín Botánico de Valencia uno de sus Encuentros de Intercambio de semillas, una estrategia "local" que ya ha mostrado su eficaz contribución a frenar una de las principales amenazas globales contra la humanidad: la pérdida de biodiversidad.
En estos encuentros, los agricultores del entorno de Valencia podrán aportar, si todavía disponen de ellas, semillas de plantas hortícolas de variedades antiguas que ya no se cultivan.
Compartir y cultivar
"Compartir" semillas es, aseguran en la asociación, la mejor manera de evitar que desaparezcan. Los agricultores traen sus pequeños tesoros en forma de semilla y reciben el asesoramiento técnico de los miembros de la asociación, que a su vez ofrecen algunas de las semillas de variedades que han logrado recuperar para que sean plantadas en pequeños huertos. En "Llavors d'Ací" entienden que el cultivo es la mejor forma de conservación y que esta fórmula sencilla carece también de la vulnerabilidad de los bancos de germoplasma y la deriva de algunos organismos y empresas que parecen perseguir el monopolio genético.
Gracias a estos intercambios de semillas, iniciados en 2008 en Muro y celebrados después en Meliana y Llíria, la Asociación ya ha logrado recuperar y catalogar algunas especies hortofrutícolas poco antes de que fueran arrasadas por la uniformidad genética que imponen las grandes multinacionales.
Jaume Clausell, miembro de "Llavors d'Ací" y uno de los convocantes del encuentro del domingo, sostiene que la pérdida de variedades de plantas cultivadas "es una amenaza a la seguridad y soberanía alimentarias. La cada vez más reducida diversidad de productos disponibles empobrece la gastronomía y cultura propias de cada zona y borra la herencia e identidad de cada pueblo".
Y añade que en este proceso uniformizador "no se está perdiendo sólo el número de variedades sino la variabilidad dentro de cada una, con lo que se condena a los mercados a una homogeneidad y pobreza de formas, gustos y colores y se pone en riesgo la adaptabilidad de cada cultivo frente a plagas o al cambio climático".
Para este experto el azote generalizado de la polilla del tomate sobre el tomate o la tristeza en el naranjo son buenos ejemplos de cómo la pérdida de variedad genética hace a los cultivos más vulnerables frente a las plagas.