destroyo
Guest
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La Ilustración fue un movimiento que surgió de forma natural del hastío de varios siglos de guerras en Europa, de monarquías absolutistas y del pensamiento mágico-religioso que lo impregnaba todo como instrumento de control de las sociedades. Ante todo esto, la Ilustración proponía la razón como medio de progreso personal y social, y como base para una nueva ética.
El legado de Ilustración es inmenso. Supuso una revolución política, fue el germen de las revoluciones francesa, norteamericana, del capitalismo, del socialismo. También dio origen a la revolución industrial, a la decadencia de las monarquías y el derecho divino, y marcó el punto de no retorno del poder religioso en Occidente. Realmente, Occidente no se explica sin la Ilustración, y habría mucho que hablar sobre ella.
Pero tuvo un efecto curioso.
El pensamiento mágico y supersticioso al que la Ilustración combatió desde sus orígenes estaba basado en la idea de Dios, sí, pero también y sobre todo, del Hombre como rey, centro y fin último de la creación. El Hombre era y es, según la religión, la obra cumbre, la medida de todas las cosas. Todo el universo está montado a su alrededor para él, para que lo use a su antojo. La naturaleza le pertenece al Hombre por derecho divino.
Sin embargo, el pensamiento mágico parece ser una necesidad social. La Ilustración no pudo eliminar el pensamiento mágico de las masas, de modo que de forma no intencionada lo asumió en su propia esencia: simplemente trasladó la fe en Dios a la fe en el Hombre, o elevó al Hombre al rango de dios. Para el caso da lo mismo: el antropocentrismo ilustrado dejó a este respecto las cosas como estaban: el Hombre es la obra cumbre, todo gira en torno a él, e incluso existe para él (base del principio antrópico fuerte, que sigue dando guerra a día de hoy). El Hombre es omnipotente, su potencial es infinito, así como su capacidad de evolucionar y mejorar... El Hombre no tiene límites. Ése es el mensaje.
Es curioso, pero la implantación del cristianismo en, por ejemplo, el País Vasco, siguió unos patrones similares: como la sociedad no podía desprenderse de los viejos mitos, se dio un fenómeno de sincretismo y ambas mitologías, la vieja y la nueva, se adaptaron la una a la otra. De hecho, el trabajo de los teólogos cristianos en el último siglo ha sido intentar compatibilizar el cristianismo con los avances científicos que surgieron de la Ilustración, y que no pueden negar.
Esto nos ha dejado una serie de subproductos: los elementos más recalcitrantes de la religión, los talibanes, tienen su contrapartida en la Ilustración. En muchas ocasiones se trata de las mismas personas que no tienen empacho de pasar de un lado a otro, como un Pío Moa pudo pasar del GRAPO a Libertad Digital. En el fondo, los fanáticos siguen las directrices del pensamiento dogmático en uno y otro caso. Sí, en el mundo racionalista también hay fanáticos. Su seña distintiva, su última arma defensiva, es el argumentum ad autoritatem: "esto es así porque lo estableció fulanito de tal", sin mayor capacidad argumentativa. La carencia de dudas en sus propias ideas también es un indicio claro de fanatismo.
Pero entre los detritus de la Ilustración destaca uno que brilla con luz propia: el magufo. Dicho de forma clara: un magufo es un religioso ilustrado.
Es un religioso porque su motor es el pensamiento mágico, sensorial, siempre presto a ver "otras realidades" por todas partes, cosas ocultas, poderes superiores incognoscibles y caprichosos (dioses). Pero a diferencia del meapilas medieval, que las aceptaba o rechazaba sin más, el magufo quiere conocerlas porque (y aquí entra el legado de la Ilustración) considera que tiene el potencial para ello. Además de la herramienta necesaria, que no es un amuleto, sino la razón y la ciencia.
Es decir, que como creo en las hadas y los gnomos, lo voy a demostrar mediante una cámara especial desarrollada por el profesor Maurus, que es un científico de primer orden, y que capta las ondas quimiplásticas producidas por la mitemprognosis del batimucano.
Para el magufo, la ciencia es una herramienta para demostrar sus creencias mágicas, nada más, por eso nunca se ocupa demasiado de estudiarla en profundidad. El mundo "real", objetivo habitual de la ciencia, no le interesa porque lo considera aburrido, a pesar de conocerlo muy poco, y de ser mucho más complejo e interesante de lo que puede imaginar. Él prefiere centrarse en esas realidades que están sólo al alcance de unos pocos, entre los cuales él se considera o tiene esperanzas de estar (el mito de "los elegidos" de nuevo al ataque). Prefiere buscar (o mejor dicho, que otros busquen por él) explicaciones científicas a sus interpretaciones literales de ideas metafísicas antiguas, como los principios del Kybalion, por ejemplo: "como es arriba, es abajo, decía el Trismegisto, y ahora la ciencia lo confirma". Lo que en muchas ocasiones lo lleva a convertirse en una auténtica cosechadora humana de owneds.
También gustan mucho de tirar de analogías, como si fueran un método válido de investigación científica. Normal: Jesucristo usaba las parábolas para comunicar sus ideas a los patanes, y los ilustrados también para educar a las masas ignorantes, por lo tanto las analogías encierran grandes verdades en sí mismas, ¿no? Y como la base de las analogías es la experiencia cotidiana, pues puedo usar experiencias cotidianas como símiles válidos para explicar desde la relatividad general hasta la electrodinámica cuántica, ¿no?
Pues no.
¿Se puede debatir con un magufo? Difícilmente: recordemos que está en posesión de la verdad, que es Una, Eterna y Absoluta, tanto desde el punto de vista mágico-religioso como desde el científico, sin que haya ninguna contradicción entre todas las ideas y teorías que use para justificarse: todas encajan como un puzzle. Y si no lo hacen, las hace encajar a palos, si hace falta. La verdad es UNA, y él la sigue. Punto.
Ahora, si quieres irritar de verdad a un magufo, lo peor que le puedes decir es que el Hombre no es eterno ni el centro del universo ni la creación, que estamos mucho más cerca de los animales que de los dioses, que nuestra especie es una más entre tantas que la evolución ha ido descartando a lo largo de la historia planetaria, y que una vez desaparecida, la vida en la Tierra seguirá como si tal cosa. Esto es una doble blasfemia, porque afrenta tanto a su lado religioso como al ilustrado.
Y no me negaréis que es un placer hacer rabiar a un magufo.
Saludos
El legado de Ilustración es inmenso. Supuso una revolución política, fue el germen de las revoluciones francesa, norteamericana, del capitalismo, del socialismo. También dio origen a la revolución industrial, a la decadencia de las monarquías y el derecho divino, y marcó el punto de no retorno del poder religioso en Occidente. Realmente, Occidente no se explica sin la Ilustración, y habría mucho que hablar sobre ella.
Pero tuvo un efecto curioso.
El pensamiento mágico y supersticioso al que la Ilustración combatió desde sus orígenes estaba basado en la idea de Dios, sí, pero también y sobre todo, del Hombre como rey, centro y fin último de la creación. El Hombre era y es, según la religión, la obra cumbre, la medida de todas las cosas. Todo el universo está montado a su alrededor para él, para que lo use a su antojo. La naturaleza le pertenece al Hombre por derecho divino.
Sin embargo, el pensamiento mágico parece ser una necesidad social. La Ilustración no pudo eliminar el pensamiento mágico de las masas, de modo que de forma no intencionada lo asumió en su propia esencia: simplemente trasladó la fe en Dios a la fe en el Hombre, o elevó al Hombre al rango de dios. Para el caso da lo mismo: el antropocentrismo ilustrado dejó a este respecto las cosas como estaban: el Hombre es la obra cumbre, todo gira en torno a él, e incluso existe para él (base del principio antrópico fuerte, que sigue dando guerra a día de hoy). El Hombre es omnipotente, su potencial es infinito, así como su capacidad de evolucionar y mejorar... El Hombre no tiene límites. Ése es el mensaje.
Es curioso, pero la implantación del cristianismo en, por ejemplo, el País Vasco, siguió unos patrones similares: como la sociedad no podía desprenderse de los viejos mitos, se dio un fenómeno de sincretismo y ambas mitologías, la vieja y la nueva, se adaptaron la una a la otra. De hecho, el trabajo de los teólogos cristianos en el último siglo ha sido intentar compatibilizar el cristianismo con los avances científicos que surgieron de la Ilustración, y que no pueden negar.
Esto nos ha dejado una serie de subproductos: los elementos más recalcitrantes de la religión, los talibanes, tienen su contrapartida en la Ilustración. En muchas ocasiones se trata de las mismas personas que no tienen empacho de pasar de un lado a otro, como un Pío Moa pudo pasar del GRAPO a Libertad Digital. En el fondo, los fanáticos siguen las directrices del pensamiento dogmático en uno y otro caso. Sí, en el mundo racionalista también hay fanáticos. Su seña distintiva, su última arma defensiva, es el argumentum ad autoritatem: "esto es así porque lo estableció fulanito de tal", sin mayor capacidad argumentativa. La carencia de dudas en sus propias ideas también es un indicio claro de fanatismo.
Pero entre los detritus de la Ilustración destaca uno que brilla con luz propia: el magufo. Dicho de forma clara: un magufo es un religioso ilustrado.
Es un religioso porque su motor es el pensamiento mágico, sensorial, siempre presto a ver "otras realidades" por todas partes, cosas ocultas, poderes superiores incognoscibles y caprichosos (dioses). Pero a diferencia del meapilas medieval, que las aceptaba o rechazaba sin más, el magufo quiere conocerlas porque (y aquí entra el legado de la Ilustración) considera que tiene el potencial para ello. Además de la herramienta necesaria, que no es un amuleto, sino la razón y la ciencia.
Es decir, que como creo en las hadas y los gnomos, lo voy a demostrar mediante una cámara especial desarrollada por el profesor Maurus, que es un científico de primer orden, y que capta las ondas quimiplásticas producidas por la mitemprognosis del batimucano.
Para el magufo, la ciencia es una herramienta para demostrar sus creencias mágicas, nada más, por eso nunca se ocupa demasiado de estudiarla en profundidad. El mundo "real", objetivo habitual de la ciencia, no le interesa porque lo considera aburrido, a pesar de conocerlo muy poco, y de ser mucho más complejo e interesante de lo que puede imaginar. Él prefiere centrarse en esas realidades que están sólo al alcance de unos pocos, entre los cuales él se considera o tiene esperanzas de estar (el mito de "los elegidos" de nuevo al ataque). Prefiere buscar (o mejor dicho, que otros busquen por él) explicaciones científicas a sus interpretaciones literales de ideas metafísicas antiguas, como los principios del Kybalion, por ejemplo: "como es arriba, es abajo, decía el Trismegisto, y ahora la ciencia lo confirma". Lo que en muchas ocasiones lo lleva a convertirse en una auténtica cosechadora humana de owneds.
También gustan mucho de tirar de analogías, como si fueran un método válido de investigación científica. Normal: Jesucristo usaba las parábolas para comunicar sus ideas a los patanes, y los ilustrados también para educar a las masas ignorantes, por lo tanto las analogías encierran grandes verdades en sí mismas, ¿no? Y como la base de las analogías es la experiencia cotidiana, pues puedo usar experiencias cotidianas como símiles válidos para explicar desde la relatividad general hasta la electrodinámica cuántica, ¿no?
Pues no.
¿Se puede debatir con un magufo? Difícilmente: recordemos que está en posesión de la verdad, que es Una, Eterna y Absoluta, tanto desde el punto de vista mágico-religioso como desde el científico, sin que haya ninguna contradicción entre todas las ideas y teorías que use para justificarse: todas encajan como un puzzle. Y si no lo hacen, las hace encajar a palos, si hace falta. La verdad es UNA, y él la sigue. Punto.
Ahora, si quieres irritar de verdad a un magufo, lo peor que le puedes decir es que el Hombre no es eterno ni el centro del universo ni la creación, que estamos mucho más cerca de los animales que de los dioses, que nuestra especie es una más entre tantas que la evolución ha ido descartando a lo largo de la historia planetaria, y que una vez desaparecida, la vida en la Tierra seguirá como si tal cosa. Esto es una doble blasfemia, porque afrenta tanto a su lado religioso como al ilustrado.
Y no me negaréis que es un placer hacer rabiar a un magufo.
Saludos
