Joanot
Madmaxista
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La cora de Tudmir.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga.
La cora de Tudmir es una de las historias más singulares de la conquista jovenlandesa de la península. En el año 713 el reino visigodo se encontraba en su fase final de descomposición; las tropas de Tariq —ayudadas por un grupo de visigodos renegados liderados por el conde Don Julián— habían derrotado dos años antes al ejército cristiano de Don Rodrigo a orillas del río Guadalete (Cádiz) y se habían ido expandiendo por la mitad meridional de la Península.
El caudillo de la religión del amor se había encontrado con la sorpresa de que la resistencia era muy inferior a la que supuso inicialmente, por lo que pasó de una estrategia de saqueo a otra de conquista.
Muza —gobernador del norte de África y superior jerárquico de Tariq— se puso celoso por los éxitos y el poder que estaba alcanzando su subordinado; le ordenó que volviera con sus tropas y el botín a su base del sur muy sur, pero Tariq se negó.
La disputa entre ambos acabó con una carta del califa Walid I, ordenando a ambos viajar a Damasco para decidir qué hacer. Antes de emprender el viaje, Muza dejó al frente de las tropas a su hijo preferido, Abd al-Aziz (que será el primer emir de Al-Ándalus) al que recomendó cierta cautela ya que el dominio de la religión del amor del sur de la península no era completo. Al oeste, la ciudad de Mérida llevaba meses resistiendo el asedio de las tropas de Tariq sin dar muestras de debilidad. Al este, el conde Teodomiro mantenía unida la provincia visigótica de Aurariola (el actual territorio de Murcia, más algunas partes de Alicante y Albacete).
Dado que los hombres de Muza estaban bloqueados en Mérida, Abd al-Aziz se dirigió contra Teodomiro, que estaba fortificado en la ciudad de Lorca. Al llegar a la ciudad, comprobó la solidez de sus murallas y supo que Teodomiro se encontraba dentro con sus mejores guerreros. Muza decidió continuar hacia Orihuela —la capital de la provincia— que había quedado desguarnecida. El duque viendo que no podría combatir en el lugar que había previsto inicialmente, y dándose cuenta del peligro que ahora tenía su ciudad, decidió salir inmediatamente con su ejército hacia Orihuela.
Como era un buen conocedor del terreno, pensó con optimismo que podría llegar allí antes que los fiel a la religión del amores. Por el camino se encontró con sus enemigos y entablaron una batalla en campo abierto. Al verse derrotado, en el último momento, Teodomiro y los supervivientes, consiguieron escapar hacia Orihuela; allí la situación era desesperada pues la mayor parte de los guerreros se habían ido a Lorca con el duque y habían perecido en la batalla. Además, los fiel a la religión del amores venían persiguiéndoles y las posibilidades de auxilio eran muy remotas.
La reacción del conde Teodomiro fue ordenar a todas las mujeres que se cortaran el pelo y que se vistieran con las ropas de sus maridos. También les dijo que, aquellas que no tuvieran lanzas o espadas que blandir, se proveyeran de cañas. Finalmente, todas las mujeres se subieron a la muralla, para formar junto con los escasos combatientes godos.
Al acercarse a Orihuela a tantear sus defensas, la avanzadilla del ejército de la religión del amor comunicó a su jefe que las murallas estaban atestadas de guerreros. Ante estas noticias, Abd al-Aziz decidió prepararse bien antes de comenzar el ataque.
Acababa de obtener una victoria y no quería exponerse a una derrota mientras su padre estaba de viaje. No era cuestión de precipitarse pues no podía saber lo que iba a decidir el califa acerca de su disputa con Tariq, un error podía resultar fatal para las ambiciones de su familia en el territorio que estaban conquistando. Cuando estaban preparando sus tiendas, cerca de las murallas, los escasos guerreros visigodos aprovecharon para hacer un ataque por sorpresa que causó el desconcierto entre los fiel a la religión del amores.
Prudentemente, estos se trasladaron a una mayor distancia de Orihuela. El conde Teodomiro, al comprobar el efecto de su cabalgada, decidió dar un paso más. Sabía que nadie vendría a ayudarle y que antes o después los fiel a la religión del amores se darían cuenta de su debilidad. Teodomiro se disfrazó de heraldo y se presentó en el campamento de la religión del amor para parlamentar. En lugar de presentarse como duque, dijo ser un enviado de Teodomiro. Explicó a Abd al-Aziz que tenían una poderosa guarnición y que estaban dispuestos a resistir hasta la fin y la misma situación encontraría en todas las demás fortalezas de la provincia. Le propuso una capitulación que les permitiera a los visigodos someterse al califa de Damasco sin perder la religión ni los usos y costumbres que venía preservando en la nueva provincia o cora de Tudmir. Abd al-Aziz, escarmentado por el reciente ataque y conocedor de la dilatada resistencia de Mérida ante las tropas de Tariq, pensó que sería un éxito dominar toda la Aurariola antes de que volvieran su padre y Tariq. Él podía conseguir con una negociación lo que el rival de su padre no estaba consiguiendo por las armas.
El día 5 de abril del 713, Abd al-Aziz suscribió el siguiente documento:
“En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso. Edicto de Abd al-Aziz, hijo de Muza, a Teodomiro, hijo de los godos. Este último recibe la paz y obtiene la promesa, bajo la garantía de Dios y su profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeidas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Villena, Lorca y Ello. Además, no debe de dar asilo a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los siervos, solo una medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira”. Y firmó este documento, junto con sus principales guerreros.
Teodomiro gobernó durante el resto de su vida su cora de Tudmir como un súbdito de los fiel a la religión del amores, pero, manteniendo la religión y costumbres godas. Entre tanto, Tariq volvió de Damasco sin que sus tropas hubieran podido tomar Mérida. En total emplearon seis meses para someter la ciudad. En el año 805, y de nuevo en el 835, los mozárabes de Mérida se sublevaron. Fueron necesarias unas cruentas campañas militares para someterlos y, para asegurarse de que no hubiera nuevos alzamientos, Abderramán II ordenó destruir sus murallas y construir una alcazaba desde la que vigilarles. La negociación suele ser más eficaz que la pura fuerza.
No hay documentación fiable de lo que ocurrió con la cora de Tudmir. Hacia el año 743 se estableció un impuesto en la cora de Tudmir y algunos interpretan esto como que el pacto de Teodomiro ya no era vigente. Otros retrasan la desaparición de la cora de Tudmir al año 776; a causa de una rebelión.
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Saco la conclusión de ésta y de otros capítulos de la historia, que las alianzas entre civilizaciones pueden nacer y desarrollarse mediante pactos, intercambios culturales, comerciales, de materias primas, alimentos, especias, textiles, por ejemplo, entre España y Latinoamérica, Occidente y países BRICs ya sean asiáticos, americanos, jovenlandeses, mediante tratados económicos, el libre comercio, etc.
Pero, No ocurre así cuando las alianzas entre civilizaciones se embrutecen y toma partido la religión. Entiéndase religión como el recurso fácil del fanatismo.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga.
La cora de Tudmir es una de las historias más singulares de la conquista jovenlandesa de la península. En el año 713 el reino visigodo se encontraba en su fase final de descomposición; las tropas de Tariq —ayudadas por un grupo de visigodos renegados liderados por el conde Don Julián— habían derrotado dos años antes al ejército cristiano de Don Rodrigo a orillas del río Guadalete (Cádiz) y se habían ido expandiendo por la mitad meridional de la Península.
El caudillo de la religión del amor se había encontrado con la sorpresa de que la resistencia era muy inferior a la que supuso inicialmente, por lo que pasó de una estrategia de saqueo a otra de conquista.
Muza —gobernador del norte de África y superior jerárquico de Tariq— se puso celoso por los éxitos y el poder que estaba alcanzando su subordinado; le ordenó que volviera con sus tropas y el botín a su base del sur muy sur, pero Tariq se negó.
La disputa entre ambos acabó con una carta del califa Walid I, ordenando a ambos viajar a Damasco para decidir qué hacer. Antes de emprender el viaje, Muza dejó al frente de las tropas a su hijo preferido, Abd al-Aziz (que será el primer emir de Al-Ándalus) al que recomendó cierta cautela ya que el dominio de la religión del amor del sur de la península no era completo. Al oeste, la ciudad de Mérida llevaba meses resistiendo el asedio de las tropas de Tariq sin dar muestras de debilidad. Al este, el conde Teodomiro mantenía unida la provincia visigótica de Aurariola (el actual territorio de Murcia, más algunas partes de Alicante y Albacete).
Dado que los hombres de Muza estaban bloqueados en Mérida, Abd al-Aziz se dirigió contra Teodomiro, que estaba fortificado en la ciudad de Lorca. Al llegar a la ciudad, comprobó la solidez de sus murallas y supo que Teodomiro se encontraba dentro con sus mejores guerreros. Muza decidió continuar hacia Orihuela —la capital de la provincia— que había quedado desguarnecida. El duque viendo que no podría combatir en el lugar que había previsto inicialmente, y dándose cuenta del peligro que ahora tenía su ciudad, decidió salir inmediatamente con su ejército hacia Orihuela.
Como era un buen conocedor del terreno, pensó con optimismo que podría llegar allí antes que los fiel a la religión del amores. Por el camino se encontró con sus enemigos y entablaron una batalla en campo abierto. Al verse derrotado, en el último momento, Teodomiro y los supervivientes, consiguieron escapar hacia Orihuela; allí la situación era desesperada pues la mayor parte de los guerreros se habían ido a Lorca con el duque y habían perecido en la batalla. Además, los fiel a la religión del amores venían persiguiéndoles y las posibilidades de auxilio eran muy remotas.
La reacción del conde Teodomiro fue ordenar a todas las mujeres que se cortaran el pelo y que se vistieran con las ropas de sus maridos. También les dijo que, aquellas que no tuvieran lanzas o espadas que blandir, se proveyeran de cañas. Finalmente, todas las mujeres se subieron a la muralla, para formar junto con los escasos combatientes godos.
Al acercarse a Orihuela a tantear sus defensas, la avanzadilla del ejército de la religión del amor comunicó a su jefe que las murallas estaban atestadas de guerreros. Ante estas noticias, Abd al-Aziz decidió prepararse bien antes de comenzar el ataque.
Acababa de obtener una victoria y no quería exponerse a una derrota mientras su padre estaba de viaje. No era cuestión de precipitarse pues no podía saber lo que iba a decidir el califa acerca de su disputa con Tariq, un error podía resultar fatal para las ambiciones de su familia en el territorio que estaban conquistando. Cuando estaban preparando sus tiendas, cerca de las murallas, los escasos guerreros visigodos aprovecharon para hacer un ataque por sorpresa que causó el desconcierto entre los fiel a la religión del amores.
Prudentemente, estos se trasladaron a una mayor distancia de Orihuela. El conde Teodomiro, al comprobar el efecto de su cabalgada, decidió dar un paso más. Sabía que nadie vendría a ayudarle y que antes o después los fiel a la religión del amores se darían cuenta de su debilidad. Teodomiro se disfrazó de heraldo y se presentó en el campamento de la religión del amor para parlamentar. En lugar de presentarse como duque, dijo ser un enviado de Teodomiro. Explicó a Abd al-Aziz que tenían una poderosa guarnición y que estaban dispuestos a resistir hasta la fin y la misma situación encontraría en todas las demás fortalezas de la provincia. Le propuso una capitulación que les permitiera a los visigodos someterse al califa de Damasco sin perder la religión ni los usos y costumbres que venía preservando en la nueva provincia o cora de Tudmir. Abd al-Aziz, escarmentado por el reciente ataque y conocedor de la dilatada resistencia de Mérida ante las tropas de Tariq, pensó que sería un éxito dominar toda la Aurariola antes de que volvieran su padre y Tariq. Él podía conseguir con una negociación lo que el rival de su padre no estaba consiguiendo por las armas.
El día 5 de abril del 713, Abd al-Aziz suscribió el siguiente documento:
“En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso. Edicto de Abd al-Aziz, hijo de Muza, a Teodomiro, hijo de los godos. Este último recibe la paz y obtiene la promesa, bajo la garantía de Dios y su profeta, de que su situación y la de su pueblo no se alterará; de que sus súbditos no serán muertos, ni hechos prisioneros, ni separados de sus esposas e hijos; de que no se les impedirá la práctica de su religión, y de que sus iglesias no serán quemadas ni desposeidas de los objetos de culto que hay en ellas; todo ello mientras satisfaga las obligaciones que le imponemos. Se le concede la paz con la entrega de las siguientes ciudades: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Villena, Lorca y Ello. Además, no debe de dar asilo a nadie que huya de nosotros o sea nuestro enemigo; ni producir daño a nadie que goce de nuestra amnistía; ni ocultar ninguna información sobre nuestros enemigos que pueda llegar a su conocimiento. Él y sus súbditos pagarán un tributo anual, cada persona, de un dinar en metálico, cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva y vinagre, dos de miel y dos de aceite de oliva; para los siervos, solo una medida. Dado en el mes de Rayab, año 94 de la Hégira”. Y firmó este documento, junto con sus principales guerreros.
Teodomiro gobernó durante el resto de su vida su cora de Tudmir como un súbdito de los fiel a la religión del amores, pero, manteniendo la religión y costumbres godas. Entre tanto, Tariq volvió de Damasco sin que sus tropas hubieran podido tomar Mérida. En total emplearon seis meses para someter la ciudad. En el año 805, y de nuevo en el 835, los mozárabes de Mérida se sublevaron. Fueron necesarias unas cruentas campañas militares para someterlos y, para asegurarse de que no hubiera nuevos alzamientos, Abderramán II ordenó destruir sus murallas y construir una alcazaba desde la que vigilarles. La negociación suele ser más eficaz que la pura fuerza.
No hay documentación fiable de lo que ocurrió con la cora de Tudmir. Hacia el año 743 se estableció un impuesto en la cora de Tudmir y algunos interpretan esto como que el pacto de Teodomiro ya no era vigente. Otros retrasan la desaparición de la cora de Tudmir al año 776; a causa de una rebelión.
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Saco la conclusión de ésta y de otros capítulos de la historia, que las alianzas entre civilizaciones pueden nacer y desarrollarse mediante pactos, intercambios culturales, comerciales, de materias primas, alimentos, especias, textiles, por ejemplo, entre España y Latinoamérica, Occidente y países BRICs ya sean asiáticos, americanos, jovenlandeses, mediante tratados económicos, el libre comercio, etc.
Pero, No ocurre así cuando las alianzas entre civilizaciones se embrutecen y toma partido la religión. Entiéndase religión como el recurso fácil del fanatismo.
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