El fin de la guardería tal y como la conocemos(íamos) está ya muy próximo.
Pronto querido líder nombrará cienes de miles de moderadores, y tal y como un gran ejército mexicano, los caballos de los generales pisotearán las cabezas de los pocos soldados que queden, confusos y nerviosos ante la falta de espacio.
Y entonces llegará la verdadera masacre. Los pocos supervivientes se recogerán en los bosques para tramar las guerrillas con las que intentarán recuperar (sin éxito) el status quo anterior. Comerán ardillas, leerán loh papeleh y se colegiarán como programadores informáticos en sus escasos tiempos libres. Claro que lo único que teclearán son las desprendidas cortezas de los alcornoques, pero es que es lo que tiene aderezar las ardillas con la primera seta que encuentras, que al final te surgen ideas raras.
Mientras tanto en las tropas de moderagenerales cunde el desánimo. Ya no les queda nada que moderar, porque todo el mundo se ha ido y encima comienzan a faltar víveres. querido líder paga muy poco y las tropas napoleónicas comienzan a mostrarse nerviosas.
Un día uno discute por si me has quitado uno de mis galones mientras dormía. Otro día otro pretende banear a aquel, porque ha dicho una palabrota o le ha vendido una pieza de horo chungo....
Ya fue solo una cuestión de tiempo el que acabara estallando una guerra civil salvaje fraticida que conviertiera todo en un erial, sembrado infructuosamente con los cadáveres de los moderadores muertos.
querido líder, sollozando arrodillado en el desértico páramo, agarra dos puñados con las manos y los alza al cielo desconsolado, mientras clama a voz en grito: ¿Por qué señor?¡¡¿¿Por quéeeee?!!, ignorante de que una decena de ojos le espían en el parque, cuchillo en mano, a punto de abalanzarse sobre esa ardilla gigante, con la cabeza calva y grandes anteojos sobre sus pequeños ojos.
Algo no cuadra en todo esto, pero el hambre es muy chunga y si uno no come, acaba muerto.