Lo dice como si fuera algo malo :
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En general no hay casi pintores e ilustradores militares en el decadente Oeste porque la pintura se la cargó el impresionismo, y la ilustración comercial, que tuvo una época dorada feneció en los 80 y ha sido reemplazada en gran medida por la ilustración digital.
En Francia curiosamente ninguno, aunque igual es que simplemente no hay interés. Con el listón tan alto que dejaron Detaille y Meissonier, es difícil que un ilustrador de temas napoleónicos se haga un nombre, la verdad, que no hay mercado y es más provechoso dedicarse al cómic.
En Alemania ninguno, porque como perdieron la guerra, no hay ni interés ni el clima cultural propicio para que alguien pinte las glorias de las armas alemanas, que son muchas.
De Finlandia, pasa lo que todos los países pequeños. No hay mercado.
En Japón es algo distinto de Alemania, a pesar de ser vencido, no está tan mal visto el tema bélico. El modelismo tiene mucho tirón al ser un mercado tan grande y exportaban mucho. Las maquetas japonesas tenían fama de ser las mejores, y había dinero para pagar ilustradores para las cajas, que como en el caso ruso, llegaron con retraso a la tradición pictórica occidental, pero demostraron ser alumnos aventajados y continuadores de la tradición occidental de la perfección en el dibujo y el fotorealismo.
De ilustradores militares japoneses uno bastante famoso es el pintor de aviones Shigeo Koike. Pero como dice Celeste, la ilustración militar es un nicho marginal. Ilustradores de fantasía o eróticos como Boris Vallejo, Luis Royo o Sorayama son mucho más conocidos que cualquier pintor de temas militares. Se ha mencionado a Angus McBride, que creo que es más famoso por ilustrar manuales para el juego de rol del Señor de los Anillos que por su trabajo para Osprey.
Y eso que creo que los frikis de las guerras son más que los frikis de la fantasía, ciencia ficción y juegos, pero la ilustración sigue siendo un interés para aficionados a una temática, para que un pintor sea famoso y conocido por el gran público, o tiene que tener el mecenazgo del estado, como en la Unión Soviética, o sale en las portadas de revistas de gran difusión, como en USA.
Visto el panorama extranjero, no se puede decir en absoluto que Dalmau sea un desconocido o ninguneado en España. Para empezar, sale en los papeles. En segundo lugar la internet ha ayudado muchísimo a difundir este tipo de arte y ha aumentado la demanda.
Quizá el único pintor de temas bélicos que se le pueda comparar a Dalmau en cuanto a proyección o reconocimiento sea el americano Don Troiani, que pinta mejor, y gana mucho más, pero que por muy popular que sea la afición por la Guerra de Secesión americana, sigue siendo un nicho. Ya le gustaría a Troiani salir en un periódico de tirada nacional.
Es una excepción en esta ingrata España, pero Dalmau recibe el reconocimiento y la fama que merece, y además en vida.