Azrael_II
Será en Octubre
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Carta abierta de un joven español en 2024:
Querida España,
Escribo estas palabras con un nudo en la garganta, porque ser joven en 2024 en este país es sentir que todo a nuestro alrededor se desmorona. No me voy a justificar, no estoy odiando, no voy a pasar por una trinchera que no es la que toca, justifícate tú que me lees y me quieres cancelar, ¿no te da vergüenza?.
Hemos crecido con la promesa de que si trabajábamos duro, podríamos tener un futuro, pero lo que nos han entregado es un callejón sin salida. España, te has convertido en un lugar que nos exprime hasta dejarnos sin fuerzas, sin sueños y sin esperanza.
Hace ya más de 20 años que los salarios no han cambiado. Seguimos cobrando lo mismo mientras la vida se vuelve cada vez más cara. Los precios se han multiplicado hasta niveles absurdos, y lo que antes era asequible ahora es imposible de alcanzar. Conseguir una vivienda es una quimera. Comprar una casa está fuera de nuestro alcance y alquilar una habitación por menos de 600 euros al mes es casi un milagro. Y ni siquiera aquellos que han tenido la suerte de montar un negocio que les va bien pueden aspirar a algo más. Las casas con piscina, que antes eran símbolo de éxito, ahora valen millones de euros en muchas zonas. Da igual cuánto te esfuerces, porque siempre habrá algo más que te impida alcanzar lo que antes parecía posible.
Y no es solo la economía. Cada año, entre 500.000 y un millón de personas llegan a nuestro país. La mayoría son buena gente, buscando una vida mejor, como nosotros haríamos si estuviéramos en su lugar. Pero el sistema no puede soportarlo. Cada nuevo año hace que los alquileres suban más, que los precios se disparen y que el acceso a una vida digna sea más difícil para todos. El mercado de la vivienda se ha convertido en una estafa piramidal, un sistema Ponzi donde cada nueva llegada sostiene el colapso un poco más, pero nos empuja más cerca del precipicio. Aunque la mayoría de estas personas vienen con buenas intenciones, no podemos negar que hay una pequeña parte que contribuye a aumentar la inseguridad y el caos.
Nos piden que tengamos hijos, que formemos familias, pero ¿cómo vamos a hacerlo si ni siquiera podemos soñar con un futuro? Nos han robado la posibilidad de imaginar una vida estable, de ofrecer algo a nuestros hijos. No tenemos seguridad, ni trabajo estable, ni siquiera un hogar al que llamar nuestro. ¿Cómo podemos pensar en tener hijos si no sabemos si nosotros mismos podremos sobrevivir el día de mañana?
Y lo único que parece quedar como una red de seguridad es la herencia o la ayuda de nuestros familiares. Pero ahora quieren arrebatarnos hasta eso. Nos hablan de una "herencia universal", una idea que suena bonita, pero que es una trampa más para despojarnos de lo poco que nos queda. Y, por supuesto, esa herencia no la sacarán de los grandes patrimonios. No tocarán a los "Rothschild" de turno ni a los hijos de Broncano, Florentino o la familia March. No, ellos seguirán protegidos. La herencia que quieren repartir es la de Pepe, que ha trabajado toda su vida para dejar un ático a sus hijos, o la de Manoli, que solo quiere que su nieto herede la casa en el campo. Lo que van a repartir es lo de los que siempre han luchado, mientras los grandes ricos seguirán intactos.
Y por si fuera poco, el sistema fiscal nos sigue exprimiendo. El IRPF no se ha deflactado en años, como si el gobierno pensara que ganar 2.000, 3.000 o 4.000 euros al mes te convierte en una especie de millonario. Pero con esos sueldos apenas podemos sobrevivir. Y si tienes la suerte de llegar a ganar más de 60.000 euros al año, te quitan más del 42% en impuestos. Nos castigan por trabajar duro, por intentar salir adelante. ¿Qué sentido tiene esforzarse si el propio sistema te lo arrebata todo?
Incluso en los pueblos, en el campo, donde antes había una salida, todo se está colapsando. Los precios suben allí también, y las mismas políticas que benefician a una élite cada vez más diversa siguen su curso. Políticos, grandes empresarios, familias ricas de toda la vida, "artistas" e inversores que no aportan nada a la sociedad. Mientras tanto, nosotros seguimos luchando por sobrevivir.
Nos han robado el futuro, y mientras nos dicen que todo está bien, que es por nuestro bien, sabemos la verdad. El sistema está roto, y nosotros, los jóvenes de 2024, somos los que estamos pagando el precio. No tenemos futuro, no tenemos esperanza, y hasta nuestras herencias están en peligro. El que tenga . Cuando lees la crisis del 29, ves que fue una situación muy dura, hubo gente que se suicidó, que perdieron el trabajo y se quedaron sin vivienda o negocio.
Pero que pensarían esos jóvenes del 29 si les dijera que nosotros no tenemos vivienda, trabajo mal pagado quien tenga y pocos o ninguno un negocio, además nos suicidamos más que nunca y la relaciones de parejas están más complicadas que nunca en la historia de la humanidad .
¿Qué nos queda? ¿Qué podemos hacer? No lo sé. Lo único que sé es que seguir así es cada día más insoportable.
Con tristeza y desesperanza,
Un joven que ya no ve salida
Querida España,
Escribo estas palabras con un nudo en la garganta, porque ser joven en 2024 en este país es sentir que todo a nuestro alrededor se desmorona. No me voy a justificar, no estoy odiando, no voy a pasar por una trinchera que no es la que toca, justifícate tú que me lees y me quieres cancelar, ¿no te da vergüenza?.
Hemos crecido con la promesa de que si trabajábamos duro, podríamos tener un futuro, pero lo que nos han entregado es un callejón sin salida. España, te has convertido en un lugar que nos exprime hasta dejarnos sin fuerzas, sin sueños y sin esperanza.
Hace ya más de 20 años que los salarios no han cambiado. Seguimos cobrando lo mismo mientras la vida se vuelve cada vez más cara. Los precios se han multiplicado hasta niveles absurdos, y lo que antes era asequible ahora es imposible de alcanzar. Conseguir una vivienda es una quimera. Comprar una casa está fuera de nuestro alcance y alquilar una habitación por menos de 600 euros al mes es casi un milagro. Y ni siquiera aquellos que han tenido la suerte de montar un negocio que les va bien pueden aspirar a algo más. Las casas con piscina, que antes eran símbolo de éxito, ahora valen millones de euros en muchas zonas. Da igual cuánto te esfuerces, porque siempre habrá algo más que te impida alcanzar lo que antes parecía posible.
Y no es solo la economía. Cada año, entre 500.000 y un millón de personas llegan a nuestro país. La mayoría son buena gente, buscando una vida mejor, como nosotros haríamos si estuviéramos en su lugar. Pero el sistema no puede soportarlo. Cada nuevo año hace que los alquileres suban más, que los precios se disparen y que el acceso a una vida digna sea más difícil para todos. El mercado de la vivienda se ha convertido en una estafa piramidal, un sistema Ponzi donde cada nueva llegada sostiene el colapso un poco más, pero nos empuja más cerca del precipicio. Aunque la mayoría de estas personas vienen con buenas intenciones, no podemos negar que hay una pequeña parte que contribuye a aumentar la inseguridad y el caos.
Nos piden que tengamos hijos, que formemos familias, pero ¿cómo vamos a hacerlo si ni siquiera podemos soñar con un futuro? Nos han robado la posibilidad de imaginar una vida estable, de ofrecer algo a nuestros hijos. No tenemos seguridad, ni trabajo estable, ni siquiera un hogar al que llamar nuestro. ¿Cómo podemos pensar en tener hijos si no sabemos si nosotros mismos podremos sobrevivir el día de mañana?
Y lo único que parece quedar como una red de seguridad es la herencia o la ayuda de nuestros familiares. Pero ahora quieren arrebatarnos hasta eso. Nos hablan de una "herencia universal", una idea que suena bonita, pero que es una trampa más para despojarnos de lo poco que nos queda. Y, por supuesto, esa herencia no la sacarán de los grandes patrimonios. No tocarán a los "Rothschild" de turno ni a los hijos de Broncano, Florentino o la familia March. No, ellos seguirán protegidos. La herencia que quieren repartir es la de Pepe, que ha trabajado toda su vida para dejar un ático a sus hijos, o la de Manoli, que solo quiere que su nieto herede la casa en el campo. Lo que van a repartir es lo de los que siempre han luchado, mientras los grandes ricos seguirán intactos.
Y por si fuera poco, el sistema fiscal nos sigue exprimiendo. El IRPF no se ha deflactado en años, como si el gobierno pensara que ganar 2.000, 3.000 o 4.000 euros al mes te convierte en una especie de millonario. Pero con esos sueldos apenas podemos sobrevivir. Y si tienes la suerte de llegar a ganar más de 60.000 euros al año, te quitan más del 42% en impuestos. Nos castigan por trabajar duro, por intentar salir adelante. ¿Qué sentido tiene esforzarse si el propio sistema te lo arrebata todo?
Incluso en los pueblos, en el campo, donde antes había una salida, todo se está colapsando. Los precios suben allí también, y las mismas políticas que benefician a una élite cada vez más diversa siguen su curso. Políticos, grandes empresarios, familias ricas de toda la vida, "artistas" e inversores que no aportan nada a la sociedad. Mientras tanto, nosotros seguimos luchando por sobrevivir.
Nos han robado el futuro, y mientras nos dicen que todo está bien, que es por nuestro bien, sabemos la verdad. El sistema está roto, y nosotros, los jóvenes de 2024, somos los que estamos pagando el precio. No tenemos futuro, no tenemos esperanza, y hasta nuestras herencias están en peligro. El que tenga . Cuando lees la crisis del 29, ves que fue una situación muy dura, hubo gente que se suicidó, que perdieron el trabajo y se quedaron sin vivienda o negocio.
Pero que pensarían esos jóvenes del 29 si les dijera que nosotros no tenemos vivienda, trabajo mal pagado quien tenga y pocos o ninguno un negocio, además nos suicidamos más que nunca y la relaciones de parejas están más complicadas que nunca en la historia de la humanidad .
¿Qué nos queda? ¿Qué podemos hacer? No lo sé. Lo único que sé es que seguir así es cada día más insoportable.
Con tristeza y desesperanza,
Un joven que ya no ve salida
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