«Durante todo el tras*curso de la contienda, las fabricas soviéticas produjeron un total de 98,300 vehículos blindados, mientras que solo 12,161 (12% del total) fueron fabricadas por plantas estadounidenses, británicas o canadienses. Vemos una imagen similar en lo que se refiere a aviones de combate: 122,100 producidos en la URSS frente a 18,303 (15%) enviados de fuera.
Los porcentajes parecen ser similares si analizamos otros tipos de armamento: 525,200 cañones y morteros fabricados en suelo soviético frente a 9,600 (2%) enviados del extranjero. En lo que se refiere a motores de aviones, 222,418 producidos en la URSS frente a 14,902 (6,7%) enviados de fuera.
De los casi 46$ billones que se gastaron en envío de material y asistencia bélica, los Estados Unidos asignaron solo un 20% del total a la Unión Soviética (9 billones). En comparación, la Gran Bretaña recibió más de 30$ billones (tres veces más que la URSS), Francia 1.4$, China 630$ e incluso América Latina llegó a recibir cerca de 420 millones. En otras palabras, la Unión Soviética, que derroto a la mayoría de las divisiones alemanas, hizo frente a su amenaza con muy poca ayuda extranjera.
Pero quizás, a pesar de las insignificantes cantidades de asistencia que recibió la URSS; ¿Es posible que desempeñaran un papel decisivo en 1941, cuando las tropas alemanas se encontraban a las puertas de Moscú y Leningrado?
Analicemos las estadísticas de envíos de armas de ese año. Desde el comienzo de la guerra hasta finales de 1941, el Ejército Rojo recibió un total de 1.76 millones de rifles, armas automáticas y ametralladoras, 53.700 piezas de artillería y morteros, 5400 tanques y 8.200 aviones de combate. De estos envíos, la coalición aliada en contra de la Alemania nancy subministró solo 82 piezas de artillería (0.15%), 648 tanques (12.14%) y 915 aviones de combate (10,26%). Además, una gran parte del material bélico que se envió – en concreto, 115 de los 466 tanques fabricados en el Reino Unido – ni siquiera llegó al frente hasta mediados de 1942.
Si convertimos todos estos envíos de material en su equivalente monetario y según defiende el conocido historiador Mikhail Frolov, DSc (Velikaya Otechestvennaya Voina 1941-1945 v Nemetskoi Istoriografii [Gran Guerra Patriótica 1941-1945 en la historiografía alemana], San Petersburgo: 1994), «Hacía finales de 1941 -el período más difícil para el pueblo soviético- bajo la Ley de Arrendamiento y Préstamo, los Estados Unidos enviaron a la URSS materiales por valor de 545.000 dólares, de los 741 millones de dólares de suministros enviados a todos los países que formaban parte de la coalición aliada. Esto significa que durante este período extraordinariamente difícil, menos del 0,1% de la ayuda estadounidense fue a la Unión Soviética.»
«Además… – afirma Frolov – los primeros envíos de material militar durante el invierno de 1941-1942 llegaron a la URSS muy tarde. A pesar de eso, con todo en contra y sin ninguna ayuda real de las democracias occidentales, el pueblo soviético fue capaz de luchar por su cuenta y frenar el avance Alemán. A fines de 1942, solo el 55% de las entregas prometidas habían llegado a la URSS «.
Por ejemplo, en 1941, los Estados Unidos prometieron enviar 600 tanques y 750 aviones, enviando en realidad solo 182 y 204, respectivamente.
A finales de 1942, en el momento álgido de la batalla por el Cáucaso y Stalingrado, las entregas de armas se detuvieron prácticamente por completo. Las interrupciones en los envíos ya habían empezado en el verano de 1942, cuando aviones y submarinos alemanes casi aniquilaron por completo al infame Convoy PQ 17, abandonado (por orden del Almirantazgo) por los destructores británicos asignados para escoltarlo. El resultado final fue trágico. Solo 11 de los 35 buques mercantes originales llegaron seguros a los puertos soviéticos, una catástrofe que fue utilizada como pretexto para suspender los convoyes posteriores desde Gran Bretaña hasta septiembre de 1942.
Un nuevo convoy, el PQ 18, perdió poco después 10 de sus 37 buques mercantes durante su trayecto y otro convoy no fue enviado hasta mediados de diciembre de 1942. De esta manera, durante tres meses y medio, cuando una de las batallas más decisivas de toda la Segunda Guerra Mundial se libraba, menos de 40 barcos cargados con vitales e importantes suministros llegaron a puertos soviéticos. Por esta razón y a pesar de las dificultades de la marina aliada para defenderse de los constantes ataques hacía sus barcos, se llegó a desconfiar de que Londres y Washington se estuvieran realmente involucrando al cien por cien en las operaciones y envíos de material.
Como resultado, entre 1941 y 1942 solo el 7% del material bélico enviado desde los Estados Unidos llegó a la Unión Soviética. La mayor parte de las armas y otros materiales llegaron a la Unión Soviética en los años siguientes, después de las victorias soviéticas en Stalingrado y Kursk, con el futuro de la contienda más que claro, siendo así una ayuda no decisiva.
¿Cuál fue la calidad del material bélico enviado a la URSS?
Aviones
La Unión Soviética y los Aliados occidentales tomaron diferentes enfoques sobre el poder aéreo durante la Segunda Guerra Mundial. En Occidente, tuvieron más peso los defensores de bombardeos e interceptores estratégicos y dieron como resultado armas aéreas equipadas para penetrar profundamente en los cielos de Alemania.
La Unión Soviética, por su parte, tenía diferentes prioridades y prefería aviones equipados para atacar objetivos en el campo de batalla. El avión Shturmovik (Ilyushin Il-2) de ataque a tierra encarnaba perfectamente este concepto, con más de 36,000 producidos durante la guerra, más que cualquier otro avión militar en la historia.
Los soviéticos quedaron decepcionados con los 4.700 aviones estadounidenses P-39 Airacobras, aunque fueron relativamente efectivos, pero sobretodo con los más de 3.000 aviones Hawker Hurricane británicos suministrados durante la contienda, que eran realmente inferiores.
Para entender mejor el context en los primeros compases de la guerra, de los 711 aviones de combate que llegaron a la Unión Soviética desde el Reino Unido a finales de 1941, 700 eran modelos anticuados como el P-40 ‘Kittyhawk’ o el Hurricane, que eran significativamente inferiores en comparación a los Messerschmitts alemanes o los Yaks soviéticos, tanto en velocidad como en agilidad y algunos ni siquiera equipados con armamento. Aunque un buen piloto soviético lograra colocarse detrás de un caza alemán, el armamento a menudo era completamente inútil ante el resistente blindaje del avión nancy. En cuanto a los modernos aviones de combate ‘Airacobra’, solo se entregaron 11 en 1941 y más de uno en mal estado. El primer P-39, por ejemplo, llegó a la Unión Soviética desmontado y sin ningún tipo de documentación o guía.
Encontramos más casos que reflejan importantes carencias con relación a la calidad del armamento y material bélico enviado. Dos escuadrones Hurricane armados con cañones antitanque de 40-mm diseñados para atacar vehículos blindados alemanes fueron directamente apartados del uso en el frente al recibir numerosas criticas por parte de pilotos soviéticos al resultar, según ellos, completamente inútiles.
Mucho más consecuentes fueron los aviones de tras*porte occidentales enviados (710) que reforzaron la columna vertebral logística del Ejército Rojo junto a los bombarderos A-20 Havoc, que contribuyeron activamente en varias maniobras ofensivas soviéticas.
Blindados
Por lo que se refiere a los blindados, los Aliados suministraron más de 12,000 tanques a la Unión Soviética. Cerca de 5,000 vinieron del Reino Unido y Canadá, enviando tanques como el Valentine, Churchill o Matilda. Estados Unidos, por su parte, suministró cerca de 7,000, la mayoría de estos M3 Lee o Sherman M4.
Si bien es una cantidad grande, estas cifras fueron pequeñas en comparación (12%) con las decenas de miles de T-34, el pilar principal del Ejército Rojo, producidos durante el conflicto. El T-34 ostentaba una armadura superior, buena maniobrabilidad y una colosal potencia de fuego.
Los tanques británicos, la mayoría de ellos suministrados durante los primeros compases de la guerra, fueron particularmente ‘útiles’ en 1941 y 1942, el período más decisivo de la guerra. Pero a los tanquistas soviéticos eran muy críticos con estos, especialmente con las primeras versiones de Valentines y Matildas. Apodados con cierta rapidez por los soviéticos como «Adiós a nuestra patria», se caracterizaron en un inicio por su fina armadura, motores de gasolina altamente inflamables y anticuadas tras*misiones. En definitiva, presas fáciles para los artilleros, lanzagranadas y morteros alemanes.
Sin duda, en los momentos más duros, estos tanques fueron ‘mejores’ que nada, pero poco podían hacer en combate cuerpo a cuerpo directo contra los modernos Panzers alemanes. David Glantz, historiador y autor de ‘Coche de Titanes: La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler – editado recientemente por Desperta Ferro-, afirma que los tanquistas soviéticos preferían los tanques estadounidenses a los británicos, pero preferían los soviéticos sobre todos ellos.
Según Valentin Berezhkov, un intérprete de Joseph Stalin que participó en todas las negociaciones entre los líderes soviéticos y angloestadounidenses, Stalin se sintió profundamente ofendido por las decisiones y acciones británicas, tales como las de ofrecer aviones obsoletos como el Hurricane y no cazas más modernos como el Spitfire. En septiembre de 1942, en una conversación con Wendell Willkie, líder del Partido Republicano de los EE.UU, Stalin preguntó mosqueado frente a los embajadores aliados: «¿Porqué los gobiernos Británico y Estadounidense suministran material y equipamiento militar de tan mala calidad?»
Stalin se quejo enérgicamente acerca el envío de P-40s estadounidenses en lugar de los modernos y actualizados P-39, y agregó más tarde que los británicos estaban suministrando Hurricanes, muy inferiores a los potentes y modernos aviones alemanes de la época. Stalin resaltó que en una ocasión, poco antes de ser enviados más de 150 Aircobras (P-39) estadounidenses a la URSS, los británicos intervinieron, reservándose el cargamento para ellos. «Sabemos que los estadounidenses y los británicos tienen aviones perfectamente capaces de hacer frente a los modelos alemanes, pero por alguna razón ninguno de ellos es enviado a la Unión Soviética», afirmaría el líder soviético.
Otros suministros
A pesar de que el armamento no fuera decisivo, la Unión Sovietica recibió otro tipo de suministros, estos si importantes y que debemos destacar.
En total, la URSS recibió 2,599,000 toneladas de combustible y alrededor de 312,600 automóviles, el 42% del total de vehículos soviéticos. (sin contar los automóviles capturados del enemigo). Estos vehículos dieron al Ejército Rojo una maniobrabilidad importante, sobretodo en términos de velocidad. Los envíos de alimentos (4,281,910) y otras necesidades básicas también desempeñaron un papel importante, facilitando de alguna manera las duras condiciones de guerra que afrontaba el país.
La ayuda aliada también incluyó máquinas para todo tipo de herramientas, vías de ferrocarril, locomotoras, vagones, equipos de radar y otros artículos útiles sin los cuales la retaguardia y el abastecimiento no puede funcionar.
Ciertas consideraciones
En general y a diferencia de la URSS, la percepción americana al concluir la guerra fue positiva. Su crecimiento económico, el hecho de no haber tenido una guerra en suelo americano y las ‘pocas’ vidas que perdió el país en comparación a otros fueron sus principales causas. Por lo tanto, la ayuda a la URSS fue vista como positiva. El mismo presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt declaró explícitamente que la ayuda a Rusia fue un dinero bien gastado.
El presidente de Gosplan, Nikolai Voznesensky, proporcionó la primera evaluación oficial del papel desempeñado por la concesión de préstamos y arrendamientos en relacion a la URSS durante la guerra. Escribió: «Si se compara la cantidad de bienes industriales enviados por los aliados a la URSS con la cantidad de bienes industriales fabricados por las fábricas socialistas en la Unión Soviética, es evidente que los primeros son equivalente a solo alrededor del 4% de lo que se produjo en el país durante los años de la economía de guerra «.
Los académicos estadounidenses y los mismos funcionarios militares (Raymond Goldsmith, George Herring o Robert H. Jones) llegaron a reconocer que toda la ayuda de los Aliados a la URSS equivalió a no más del 10% de la producción total de armas soviéticas. Respecto a la cantidad de suministros de préstamos y arrendamientos, incluidas las familiares latas de alimentos denominadas sarcásticamente por los soviéticos como el «segundo frente», representaron entre el 15 y el 25% de la producción total de alimentos rusos.
Además, el famoso historiador estadounidense Robert Sherwood, en su libro: An Intimate History (Nueva York: Grossett & Dunlap, 1948), citó a Harry Hopkins diciendo que los estadounidenses «nunca habían creído que nuestra ayuda había sido el principal factor en la victoria soviética en el frente oriental. Que esto fue hecho por el heroísmo y la sangre del ejército ruso «.
El primer ministro británico, Winston Churchill, llamó en una ocasión al envió de material como «el acto financiero más desinteresado de cualquier país en toda la historia». Sin embargo, los propios estadounidenses admitieron que el préstamo-arrendamiento trajo considerables ingresos para los Estados Unidos. En particular, el exsecretario de Comercio, Jesse Jones, declaró que los Estados Unidos no solo habían recuperado su dinero a través de suministros enviados desde la URSS, sino que incluso habían obtenido ganancias.
Su compatriota estadounidense, el historiador George Herring, escribió con igual franqueza que el préstamo no fue el acto más desinteresado en la historia de la humanidad, sino más bien un acto de egoísmo prudente, con los estadounidenses plenamente conscientes de cómo podrían beneficiarse del mismo.
Lo que no cabe duda es que el envío de material resultó ser una fuente inagotable de riqueza para muchas corporaciones estadounidenses. De hecho, los Estados Unidos fueron el único país en la coalición aliada que obtuvo importantes dividendos económicos a consecuencia de la guerra. Ciertamente, muchos estadounidenses a menudo se refieren a la Segunda Guerra Mundial como «The good war», como lo demuestra, por ejemplo, el título del libro del famoso historiador estadounidense Studs Terkel: The Good War (1984) . Con un cinismo descarado, afirmó: «Mientras que el resto del planeta salió de la guerra destrozado y lleno de cicatrices, nosotros salimos de esta con la mejores maquinarias, herramientas y cantidades enormes de dinero … La guerra fue relativamente divertida para los Estados Unidos. No estoy hablando de las pobres familias que perdieron a sus hijos. Pero para el resto de nosotros, los años de guerra fueron, sin duda, inmejorables».
Apuntes finales y conclusiones
La ayuda aliada a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial no fue, por lo tanto, decisiva. Durante los primeros compases de la guerra, el material, muchas veces de baja calidad, llegaba tarde y en malas condiciones. La mayoría de historiadores contemporáneos que han estudiado dicho tema llegan a la misma conclusión: Sin la ayuda aliada, la Unión Soviética hubiera ganado igualmente la guerra. Después de la Batalla de Stalingrado, antes que la mayoría de la ayuda aliada llegase a suelo soviético, Alemania ya había perdido toda posibilidad de ganar la guerra.
De la misma forma, las grandes cantidades de combustible, vestimentas, ametralladoras, municiones, equipos de comunicación, industria y materias primas (sobretodo metales) suavizó el duro golpe que la guerra supuso para la URSS. Según el reconocido historiador David M. Glantz, «Sin el Préstamo y Arriendo, la economía soviética se hubiera visto aún más afectada por el esfuerzo bélico».
Pero más importante, el material de tras*porte de tropas y abastecimiento enviado a la Unión Soviética permitió al Ejército Rojo emprender grandes ofensivas, penetrando con grandes cantidades de blindados, tropas y artillerías entre las lineas enemigas, infligiendo graves pérdidas y acelerando, de esta forma, el tras*curso final de la guerra. La constante y determinante presión durante dichas ofensivas hacia los ejércitos alemanes, incapaces de reagruparse y reorganizarse, fueron vitales para la victoria final soviética. Sin la maniobrabilidad y gran velocidad soviética que proporcionaron los camiones, los alemanes hubieran podido gozar de un mayor tiempo para retroceder, escapar con más facilidad de los intentos de «pinza» y prepararse de una mejor forma. Durante los ataques frontales soviéticos, las tropas alemanas hubieran podido infligir todavía más bajas al enemigo.
«Sin los camiones, motores y vagones de ferrocarril aliados, todas las ofensivas soviéticas se hubieran estancado con relativa rapidez, superando su propia capacidad logística en cuestión de días. A su vez, esto habría permitido a los comandantes alemanes escapar, al menos, de algunos cercos, mientras obligaba al Ejército Rojo a prepararse y realizar más ataques de penetración frontales para avanzar la misma distancia. En este contexto, Stalin y sus comandantes podrían haber tardado entre 12 y 18 meses más en terminar con la Wehrmacht; el resultado final probablemente hubiera sido el mismo, con la excepción que los soldados soviéticos hubieran llegado hasta la costa francesa en lugar de encontrarse con los aliados en el Elba.. Mientras que el Ejército Rojo perdió la mayor parte de la sangre aliada derramada, sin la ayuda extranjera, la victoria de la URSS contra Alemania le hubiera costado más tiempo y, por supuesto, más bajas.» – David Glantz.»
Bibliografía
GLANTZ, David: The Soviet-German War 1941-1945: Myths and
OVERY, Richard: Russia’s War: A History of the Soviet Effort: 1941-1945, Penguin Books, 2010. (1997)
SHERWOOD, Robert: An Intimate History, Grossett & Dunlap, Nueva York, 1948.
FROLOV, Mikhail: Gran Guerra Patriótica 1941-1945 San Petersburgo, 1994
SPITSYN, Evgneniy: Préstamo y arrendamiento [Ленд-лиз: только факты]
MARTENS, Ludo: Otra mirada sobre Stalin, Zambon Ediciones, 2006. (1994)
LOSURDO, Doménico: Stalin: historia y crítica de una leyenda de color, El viejo Topo, Barcelona, 2011. (2008)
BRAITHWAITE, Rodric: Moscú 1941, Una ciudad y su pueblo en guerra. Editorial Crítica, Barcelona, 2010. (2002)
OVERY, Richard: Why the Allies Won, New Ed, 2006. (1995)
TERKEL, Studs: The Good War, Reprint, 1997.
Los porcentajes parecen ser similares si analizamos otros tipos de armamento: 525,200 cañones y morteros fabricados en suelo soviético frente a 9,600 (2%) enviados del extranjero. En lo que se refiere a motores de aviones, 222,418 producidos en la URSS frente a 14,902 (6,7%) enviados de fuera.
De los casi 46$ billones que se gastaron en envío de material y asistencia bélica, los Estados Unidos asignaron solo un 20% del total a la Unión Soviética (9 billones). En comparación, la Gran Bretaña recibió más de 30$ billones (tres veces más que la URSS), Francia 1.4$, China 630$ e incluso América Latina llegó a recibir cerca de 420 millones. En otras palabras, la Unión Soviética, que derroto a la mayoría de las divisiones alemanas, hizo frente a su amenaza con muy poca ayuda extranjera.
Pero quizás, a pesar de las insignificantes cantidades de asistencia que recibió la URSS; ¿Es posible que desempeñaran un papel decisivo en 1941, cuando las tropas alemanas se encontraban a las puertas de Moscú y Leningrado?
Analicemos las estadísticas de envíos de armas de ese año. Desde el comienzo de la guerra hasta finales de 1941, el Ejército Rojo recibió un total de 1.76 millones de rifles, armas automáticas y ametralladoras, 53.700 piezas de artillería y morteros, 5400 tanques y 8.200 aviones de combate. De estos envíos, la coalición aliada en contra de la Alemania nancy subministró solo 82 piezas de artillería (0.15%), 648 tanques (12.14%) y 915 aviones de combate (10,26%). Además, una gran parte del material bélico que se envió – en concreto, 115 de los 466 tanques fabricados en el Reino Unido – ni siquiera llegó al frente hasta mediados de 1942.
Si convertimos todos estos envíos de material en su equivalente monetario y según defiende el conocido historiador Mikhail Frolov, DSc (Velikaya Otechestvennaya Voina 1941-1945 v Nemetskoi Istoriografii [Gran Guerra Patriótica 1941-1945 en la historiografía alemana], San Petersburgo: 1994), «Hacía finales de 1941 -el período más difícil para el pueblo soviético- bajo la Ley de Arrendamiento y Préstamo, los Estados Unidos enviaron a la URSS materiales por valor de 545.000 dólares, de los 741 millones de dólares de suministros enviados a todos los países que formaban parte de la coalición aliada. Esto significa que durante este período extraordinariamente difícil, menos del 0,1% de la ayuda estadounidense fue a la Unión Soviética.»
«Además… – afirma Frolov – los primeros envíos de material militar durante el invierno de 1941-1942 llegaron a la URSS muy tarde. A pesar de eso, con todo en contra y sin ninguna ayuda real de las democracias occidentales, el pueblo soviético fue capaz de luchar por su cuenta y frenar el avance Alemán. A fines de 1942, solo el 55% de las entregas prometidas habían llegado a la URSS «.
Por ejemplo, en 1941, los Estados Unidos prometieron enviar 600 tanques y 750 aviones, enviando en realidad solo 182 y 204, respectivamente.
A finales de 1942, en el momento álgido de la batalla por el Cáucaso y Stalingrado, las entregas de armas se detuvieron prácticamente por completo. Las interrupciones en los envíos ya habían empezado en el verano de 1942, cuando aviones y submarinos alemanes casi aniquilaron por completo al infame Convoy PQ 17, abandonado (por orden del Almirantazgo) por los destructores británicos asignados para escoltarlo. El resultado final fue trágico. Solo 11 de los 35 buques mercantes originales llegaron seguros a los puertos soviéticos, una catástrofe que fue utilizada como pretexto para suspender los convoyes posteriores desde Gran Bretaña hasta septiembre de 1942.
Un nuevo convoy, el PQ 18, perdió poco después 10 de sus 37 buques mercantes durante su trayecto y otro convoy no fue enviado hasta mediados de diciembre de 1942. De esta manera, durante tres meses y medio, cuando una de las batallas más decisivas de toda la Segunda Guerra Mundial se libraba, menos de 40 barcos cargados con vitales e importantes suministros llegaron a puertos soviéticos. Por esta razón y a pesar de las dificultades de la marina aliada para defenderse de los constantes ataques hacía sus barcos, se llegó a desconfiar de que Londres y Washington se estuvieran realmente involucrando al cien por cien en las operaciones y envíos de material.
Como resultado, entre 1941 y 1942 solo el 7% del material bélico enviado desde los Estados Unidos llegó a la Unión Soviética. La mayor parte de las armas y otros materiales llegaron a la Unión Soviética en los años siguientes, después de las victorias soviéticas en Stalingrado y Kursk, con el futuro de la contienda más que claro, siendo así una ayuda no decisiva.
¿Cuál fue la calidad del material bélico enviado a la URSS?
Aviones
La Unión Soviética y los Aliados occidentales tomaron diferentes enfoques sobre el poder aéreo durante la Segunda Guerra Mundial. En Occidente, tuvieron más peso los defensores de bombardeos e interceptores estratégicos y dieron como resultado armas aéreas equipadas para penetrar profundamente en los cielos de Alemania.
La Unión Soviética, por su parte, tenía diferentes prioridades y prefería aviones equipados para atacar objetivos en el campo de batalla. El avión Shturmovik (Ilyushin Il-2) de ataque a tierra encarnaba perfectamente este concepto, con más de 36,000 producidos durante la guerra, más que cualquier otro avión militar en la historia.
Los soviéticos quedaron decepcionados con los 4.700 aviones estadounidenses P-39 Airacobras, aunque fueron relativamente efectivos, pero sobretodo con los más de 3.000 aviones Hawker Hurricane británicos suministrados durante la contienda, que eran realmente inferiores.
Para entender mejor el context en los primeros compases de la guerra, de los 711 aviones de combate que llegaron a la Unión Soviética desde el Reino Unido a finales de 1941, 700 eran modelos anticuados como el P-40 ‘Kittyhawk’ o el Hurricane, que eran significativamente inferiores en comparación a los Messerschmitts alemanes o los Yaks soviéticos, tanto en velocidad como en agilidad y algunos ni siquiera equipados con armamento. Aunque un buen piloto soviético lograra colocarse detrás de un caza alemán, el armamento a menudo era completamente inútil ante el resistente blindaje del avión nancy. En cuanto a los modernos aviones de combate ‘Airacobra’, solo se entregaron 11 en 1941 y más de uno en mal estado. El primer P-39, por ejemplo, llegó a la Unión Soviética desmontado y sin ningún tipo de documentación o guía.
Encontramos más casos que reflejan importantes carencias con relación a la calidad del armamento y material bélico enviado. Dos escuadrones Hurricane armados con cañones antitanque de 40-mm diseñados para atacar vehículos blindados alemanes fueron directamente apartados del uso en el frente al recibir numerosas criticas por parte de pilotos soviéticos al resultar, según ellos, completamente inútiles.
Mucho más consecuentes fueron los aviones de tras*porte occidentales enviados (710) que reforzaron la columna vertebral logística del Ejército Rojo junto a los bombarderos A-20 Havoc, que contribuyeron activamente en varias maniobras ofensivas soviéticas.
Blindados
Por lo que se refiere a los blindados, los Aliados suministraron más de 12,000 tanques a la Unión Soviética. Cerca de 5,000 vinieron del Reino Unido y Canadá, enviando tanques como el Valentine, Churchill o Matilda. Estados Unidos, por su parte, suministró cerca de 7,000, la mayoría de estos M3 Lee o Sherman M4.
Si bien es una cantidad grande, estas cifras fueron pequeñas en comparación (12%) con las decenas de miles de T-34, el pilar principal del Ejército Rojo, producidos durante el conflicto. El T-34 ostentaba una armadura superior, buena maniobrabilidad y una colosal potencia de fuego.
Los tanques británicos, la mayoría de ellos suministrados durante los primeros compases de la guerra, fueron particularmente ‘útiles’ en 1941 y 1942, el período más decisivo de la guerra. Pero a los tanquistas soviéticos eran muy críticos con estos, especialmente con las primeras versiones de Valentines y Matildas. Apodados con cierta rapidez por los soviéticos como «Adiós a nuestra patria», se caracterizaron en un inicio por su fina armadura, motores de gasolina altamente inflamables y anticuadas tras*misiones. En definitiva, presas fáciles para los artilleros, lanzagranadas y morteros alemanes.
Sin duda, en los momentos más duros, estos tanques fueron ‘mejores’ que nada, pero poco podían hacer en combate cuerpo a cuerpo directo contra los modernos Panzers alemanes. David Glantz, historiador y autor de ‘Coche de Titanes: La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler – editado recientemente por Desperta Ferro-, afirma que los tanquistas soviéticos preferían los tanques estadounidenses a los británicos, pero preferían los soviéticos sobre todos ellos.
Según Valentin Berezhkov, un intérprete de Joseph Stalin que participó en todas las negociaciones entre los líderes soviéticos y angloestadounidenses, Stalin se sintió profundamente ofendido por las decisiones y acciones británicas, tales como las de ofrecer aviones obsoletos como el Hurricane y no cazas más modernos como el Spitfire. En septiembre de 1942, en una conversación con Wendell Willkie, líder del Partido Republicano de los EE.UU, Stalin preguntó mosqueado frente a los embajadores aliados: «¿Porqué los gobiernos Británico y Estadounidense suministran material y equipamiento militar de tan mala calidad?»
Stalin se quejo enérgicamente acerca el envío de P-40s estadounidenses en lugar de los modernos y actualizados P-39, y agregó más tarde que los británicos estaban suministrando Hurricanes, muy inferiores a los potentes y modernos aviones alemanes de la época. Stalin resaltó que en una ocasión, poco antes de ser enviados más de 150 Aircobras (P-39) estadounidenses a la URSS, los británicos intervinieron, reservándose el cargamento para ellos. «Sabemos que los estadounidenses y los británicos tienen aviones perfectamente capaces de hacer frente a los modelos alemanes, pero por alguna razón ninguno de ellos es enviado a la Unión Soviética», afirmaría el líder soviético.
Otros suministros
A pesar de que el armamento no fuera decisivo, la Unión Sovietica recibió otro tipo de suministros, estos si importantes y que debemos destacar.
En total, la URSS recibió 2,599,000 toneladas de combustible y alrededor de 312,600 automóviles, el 42% del total de vehículos soviéticos. (sin contar los automóviles capturados del enemigo). Estos vehículos dieron al Ejército Rojo una maniobrabilidad importante, sobretodo en términos de velocidad. Los envíos de alimentos (4,281,910) y otras necesidades básicas también desempeñaron un papel importante, facilitando de alguna manera las duras condiciones de guerra que afrontaba el país.
La ayuda aliada también incluyó máquinas para todo tipo de herramientas, vías de ferrocarril, locomotoras, vagones, equipos de radar y otros artículos útiles sin los cuales la retaguardia y el abastecimiento no puede funcionar.
Ciertas consideraciones
En general y a diferencia de la URSS, la percepción americana al concluir la guerra fue positiva. Su crecimiento económico, el hecho de no haber tenido una guerra en suelo americano y las ‘pocas’ vidas que perdió el país en comparación a otros fueron sus principales causas. Por lo tanto, la ayuda a la URSS fue vista como positiva. El mismo presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt declaró explícitamente que la ayuda a Rusia fue un dinero bien gastado.
El presidente de Gosplan, Nikolai Voznesensky, proporcionó la primera evaluación oficial del papel desempeñado por la concesión de préstamos y arrendamientos en relacion a la URSS durante la guerra. Escribió: «Si se compara la cantidad de bienes industriales enviados por los aliados a la URSS con la cantidad de bienes industriales fabricados por las fábricas socialistas en la Unión Soviética, es evidente que los primeros son equivalente a solo alrededor del 4% de lo que se produjo en el país durante los años de la economía de guerra «.
Los académicos estadounidenses y los mismos funcionarios militares (Raymond Goldsmith, George Herring o Robert H. Jones) llegaron a reconocer que toda la ayuda de los Aliados a la URSS equivalió a no más del 10% de la producción total de armas soviéticas. Respecto a la cantidad de suministros de préstamos y arrendamientos, incluidas las familiares latas de alimentos denominadas sarcásticamente por los soviéticos como el «segundo frente», representaron entre el 15 y el 25% de la producción total de alimentos rusos.
Además, el famoso historiador estadounidense Robert Sherwood, en su libro: An Intimate History (Nueva York: Grossett & Dunlap, 1948), citó a Harry Hopkins diciendo que los estadounidenses «nunca habían creído que nuestra ayuda había sido el principal factor en la victoria soviética en el frente oriental. Que esto fue hecho por el heroísmo y la sangre del ejército ruso «.
El primer ministro británico, Winston Churchill, llamó en una ocasión al envió de material como «el acto financiero más desinteresado de cualquier país en toda la historia». Sin embargo, los propios estadounidenses admitieron que el préstamo-arrendamiento trajo considerables ingresos para los Estados Unidos. En particular, el exsecretario de Comercio, Jesse Jones, declaró que los Estados Unidos no solo habían recuperado su dinero a través de suministros enviados desde la URSS, sino que incluso habían obtenido ganancias.
Su compatriota estadounidense, el historiador George Herring, escribió con igual franqueza que el préstamo no fue el acto más desinteresado en la historia de la humanidad, sino más bien un acto de egoísmo prudente, con los estadounidenses plenamente conscientes de cómo podrían beneficiarse del mismo.
Lo que no cabe duda es que el envío de material resultó ser una fuente inagotable de riqueza para muchas corporaciones estadounidenses. De hecho, los Estados Unidos fueron el único país en la coalición aliada que obtuvo importantes dividendos económicos a consecuencia de la guerra. Ciertamente, muchos estadounidenses a menudo se refieren a la Segunda Guerra Mundial como «The good war», como lo demuestra, por ejemplo, el título del libro del famoso historiador estadounidense Studs Terkel: The Good War (1984) . Con un cinismo descarado, afirmó: «Mientras que el resto del planeta salió de la guerra destrozado y lleno de cicatrices, nosotros salimos de esta con la mejores maquinarias, herramientas y cantidades enormes de dinero … La guerra fue relativamente divertida para los Estados Unidos. No estoy hablando de las pobres familias que perdieron a sus hijos. Pero para el resto de nosotros, los años de guerra fueron, sin duda, inmejorables».
Apuntes finales y conclusiones
La ayuda aliada a la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial no fue, por lo tanto, decisiva. Durante los primeros compases de la guerra, el material, muchas veces de baja calidad, llegaba tarde y en malas condiciones. La mayoría de historiadores contemporáneos que han estudiado dicho tema llegan a la misma conclusión: Sin la ayuda aliada, la Unión Soviética hubiera ganado igualmente la guerra. Después de la Batalla de Stalingrado, antes que la mayoría de la ayuda aliada llegase a suelo soviético, Alemania ya había perdido toda posibilidad de ganar la guerra.
De la misma forma, las grandes cantidades de combustible, vestimentas, ametralladoras, municiones, equipos de comunicación, industria y materias primas (sobretodo metales) suavizó el duro golpe que la guerra supuso para la URSS. Según el reconocido historiador David M. Glantz, «Sin el Préstamo y Arriendo, la economía soviética se hubiera visto aún más afectada por el esfuerzo bélico».
Pero más importante, el material de tras*porte de tropas y abastecimiento enviado a la Unión Soviética permitió al Ejército Rojo emprender grandes ofensivas, penetrando con grandes cantidades de blindados, tropas y artillerías entre las lineas enemigas, infligiendo graves pérdidas y acelerando, de esta forma, el tras*curso final de la guerra. La constante y determinante presión durante dichas ofensivas hacia los ejércitos alemanes, incapaces de reagruparse y reorganizarse, fueron vitales para la victoria final soviética. Sin la maniobrabilidad y gran velocidad soviética que proporcionaron los camiones, los alemanes hubieran podido gozar de un mayor tiempo para retroceder, escapar con más facilidad de los intentos de «pinza» y prepararse de una mejor forma. Durante los ataques frontales soviéticos, las tropas alemanas hubieran podido infligir todavía más bajas al enemigo.
«Sin los camiones, motores y vagones de ferrocarril aliados, todas las ofensivas soviéticas se hubieran estancado con relativa rapidez, superando su propia capacidad logística en cuestión de días. A su vez, esto habría permitido a los comandantes alemanes escapar, al menos, de algunos cercos, mientras obligaba al Ejército Rojo a prepararse y realizar más ataques de penetración frontales para avanzar la misma distancia. En este contexto, Stalin y sus comandantes podrían haber tardado entre 12 y 18 meses más en terminar con la Wehrmacht; el resultado final probablemente hubiera sido el mismo, con la excepción que los soldados soviéticos hubieran llegado hasta la costa francesa en lugar de encontrarse con los aliados en el Elba.. Mientras que el Ejército Rojo perdió la mayor parte de la sangre aliada derramada, sin la ayuda extranjera, la victoria de la URSS contra Alemania le hubiera costado más tiempo y, por supuesto, más bajas.» – David Glantz.»
Bibliografía
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