Mi vecino murió hace poco con 99 años. Sufrió unos pocos meses antes por un cáncer, pero el resto de su vida fue: fumar como una bestia hasta los setenta y tantos. Merendar una bolsa de ganchitos (sí, de los naranjas) y varios tragos de una botella de Ballantines. Cenar chorizo y melón, eso sí, guardado en el frigorífico con bien de azúcar por encima para que "esté más dulcito".
Desayunar bollos borrachos de pastelería, sus favoritos.
Las comidas eran normales, judías verdes, pescao, etc. De postre vaso de aguardiente.
Vamos, genética pura y dura.