Por fin los actores de izquierda se preocupan por el efecto de la inmi gración en la clase trabajadora española

Heteropatriarca

Madmaxista
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10 Ene 2018
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Que no, que se vuelven a preocupar en demostrar que los trabajadores españoles somos unos racistas que no empatizamos con MENAS, dellincuentes, etc.

Ya Carlos Marx habló del "ejército de reserva" y de cómo boicotean las luchas y mejoras de los trabajadores. Pero esta parte saben que deben ignorarla.

En el parlamento, cuando un diputado de Vox recriminó a Nacho Escolar que no publicase la noticia del crimen de Gata, respondió que la publicó en una esquina de un medio con el que colaboran: Marina plaza. Hoy tienen, casi al final de la página, esta noticia: Ante el peligro de agitar el repruebo tras el crimen de Gata: "No importa la nacionalidad, importan los hechos". Naturalmente sin foto de los asesinos.

El artículo va de una obra de un actor progre en el se que da voz a un tipo que lo pasó mal, no porque los gobernantes de su país sean sarama. No. Lo pasó mal por el colonialismo y el racismo del primer mundo. Adonde acabó emigrando, teniendo otros países fiel a la religión del amores llenos de riqueza y de islam como Arabia Saudita o los Emiratos Unidos. Las voces de las víctimas de esta multiculturalidad ni están ni se las espera.

Juan Diego Botto aborda la migración en la obra '14.4': “El verdadero problema son los 5.000 muertos en el Mediterráneo”

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El actor y guionista Juan Diego Botto

La obra, 14.4, cifra que designa la distancia entre África y Europa a través del estrecho de Gibraltar, comienza con cierta broma interactiva sobre los móviles en el teatro, en tono de comedia amable, pero pronto todo se tuerce y el espectador comienza a conocer la dura historia de Ahmed Younoussi, actor conocido en España por la serie El príncipe, pero que acarrea sobre sus hombros todo un pasado.

Con seis años, Younoussi tuvo que abandonar su casa paterna en un pueblo del norte de África, Ksar el Kebir (Alcazarquivir): “En mi infancia estuve recibiendo palos por encima de mis posibilidades”, confiesa este actor sobre aquel hogar donde a la mínima le caían por todas partes y que dejó trasladándose a las calles de Tánger. Allí, hizo un amigo que perdió a manos de la policía, conoció la fuerza del pegamento, aprendió a pedir sin poner cara de pena ―asumiendo que ya lleva en su rostro la marca del desarraigo y la necesidad― e intentó, sin conseguirlo, cruzar siete veces la frontera, esos 14.4 kilómetros que separan el continente africano del llamado primer mundo.

“Me parecía algo pertinente de contar, aquí tenemos la historia de un niño, un niño que vino solo a España a los nueve años, lo que muchos llaman un MENA”, explica Botto -que también estará en el Festival de las Ideas y la Cultura organizado por elDiario.es-. “Vamos a hablar de esto, de estos seres humanos, de estos Marco Polo modernos que viven situaciones que ninguno de nosotros viviríamos ni en tres vidas y a los que miramos por encima del hombro no solo con desdén, sino muchas veces con repruebo.

En un momento de la obra, se proyecta el mapamundi tradicional de Mercator donde los países del norte son desproporcionadamente más grandes que los del sur. Dice Ahmed: “Se ve que, en el siglo XVI, cuando se hizo este mapa, les gustaba pensar que el norte colonial era más grande que el sur colonizado. Esta cosa del tamaño que obsesiona a algunos”. Se habla sobre la atrocidad de la época colonial de Francia, Inglaterra, Alemania y, sobre todo, Bélgica y su rey Leopoldo II, que exterminó a la mitad de la población del Congo Belga. Se desmitifican tópicos de vencedores o salvadores; por ejemplo, al recordar que, después de la Segunda Guerra Mundial, Francia, que había prometido la independencia a los argelinos por ayudarles en la guerra, reprimió a aquel país asesinando a 45.000 personas para aplacar las protestas.

Los principales problemas que tenemos no tienen que ver con los migrantes. El problema de la gente en España no es que debajo de su portal hayan puesto un falafel. El problema es que paga un alquiler que se lleva el 70% de su sueldo y eso no tiene que ver con los migrantes. El problema de que la gente del campo tenga muy poco margen de beneficio para vender sus lechugas no tiene que ver con los migrantes. Si tuviera a Marlaska enfrente, le diría esto”, concluye Botto.
 
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