Profesor Bastiani
Madmaxista
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Aún recuerdo el día que circulando con mi carrito, tras introducir los 50 céntimos que lo liberó de su cautiverio, me introduje en la profundidades alimenticias del Mercadona. Frente a mí, en una de las estanterías, estaban perfectamente yuxtapuestos y estratificados los zumo de naranja, como no, marca Hacendado.
Noventa céntimos la unidad, no me pareció un precio excesivo, dado que en aquella época los españoles aún éramos ricos. Eché un bote al carro, para probar, casi sin pensarlo, como el que echa un Klinex usado a la papelera. Y esa fue mi perdición.
Era verano y como no me apetecía la leche, lo tomé en el desayuno; luego, unos días más tarde, comencé a tomarlo en el almuerzo; a la semana ya lo tomaba con la merienda; y, finalmente, también se hizo imprescindible en la cena.
Todo esto ocurrió de forma más escalonada y metódica de lo que lo he contado, porque al principio, en la época exclusiva del desayuno, lo tomaba los lunes, miércoles, y sábados, intentando espaciar las dosis para evitar la dependencia. Mas no lo conseguí, pronto comencé a tomarlo los lunes, martes, miércoles y sábados. Los jueves y domingos bebía vino de la tierra. No sé cómo ocurrió, pero al final terminé tomándolo también los jueves y domingos.
Seguidamente, creyendo que podría controlar la situación, lo introduje los miércoles en el almuerzo y los viernes en la cena. Incluso regodeándome en un autocontrol inexistente y subestimando el poder de atracción de todo lo Hacendado, alternaba a capricho la ingesta y lo tomaba los viernes en el almuerzo y los miércoles en la cena. Así estuve un tiempo, hasta que comencé a tomarlo los miércoles y los viernes en almuerzo, cena y merienda. Esto sólo fue el principio, porque no tarde en tomarlo miércoles y viernes en almuerzo, cena y merienda, y los lunes y domingos sólo en merienda y cena. Para pasar a tomarlo unos días más tarde en cena, merienda y almuerzo, todos los lunes, domingos, miércoles y viernes; y los martes, jueves y sábados, solo en almuerzo y merienda, que fue el preámbulo de que lo tomase a la semana siguiente también los sábados, jueves y martes, en la cena.
Así me enganché yo al zumo de naranja del Mercadona, que ahora lo toman también mi sobrina, mi sobrino y mi asistenta, los sábados y domingos en el desayuno; y temiendo ya, como estoy temiendo, que comiencen a tomarlo los lunes, martes, miércoles y jueves, en el desayuno, porque si comenzaran a hacerlo también en el almuerzo o la merienda, la tragedia podría extenderse también a la cena.
Noventa céntimos la unidad, no me pareció un precio excesivo, dado que en aquella época los españoles aún éramos ricos. Eché un bote al carro, para probar, casi sin pensarlo, como el que echa un Klinex usado a la papelera. Y esa fue mi perdición.
Era verano y como no me apetecía la leche, lo tomé en el desayuno; luego, unos días más tarde, comencé a tomarlo en el almuerzo; a la semana ya lo tomaba con la merienda; y, finalmente, también se hizo imprescindible en la cena.
Todo esto ocurrió de forma más escalonada y metódica de lo que lo he contado, porque al principio, en la época exclusiva del desayuno, lo tomaba los lunes, miércoles, y sábados, intentando espaciar las dosis para evitar la dependencia. Mas no lo conseguí, pronto comencé a tomarlo los lunes, martes, miércoles y sábados. Los jueves y domingos bebía vino de la tierra. No sé cómo ocurrió, pero al final terminé tomándolo también los jueves y domingos.
Seguidamente, creyendo que podría controlar la situación, lo introduje los miércoles en el almuerzo y los viernes en la cena. Incluso regodeándome en un autocontrol inexistente y subestimando el poder de atracción de todo lo Hacendado, alternaba a capricho la ingesta y lo tomaba los viernes en el almuerzo y los miércoles en la cena. Así estuve un tiempo, hasta que comencé a tomarlo los miércoles y los viernes en almuerzo, cena y merienda. Esto sólo fue el principio, porque no tarde en tomarlo miércoles y viernes en almuerzo, cena y merienda, y los lunes y domingos sólo en merienda y cena. Para pasar a tomarlo unos días más tarde en cena, merienda y almuerzo, todos los lunes, domingos, miércoles y viernes; y los martes, jueves y sábados, solo en almuerzo y merienda, que fue el preámbulo de que lo tomase a la semana siguiente también los sábados, jueves y martes, en la cena.
Así me enganché yo al zumo de naranja del Mercadona, que ahora lo toman también mi sobrina, mi sobrino y mi asistenta, los sábados y domingos en el desayuno; y temiendo ya, como estoy temiendo, que comiencen a tomarlo los lunes, martes, miércoles y jueves, en el desayuno, porque si comenzaran a hacerlo también en el almuerzo o la merienda, la tragedia podría extenderse también a la cena.