Kozak tiene razón que en caso de accidente da igual que el motor esté delante o detrás, en el caso de un P-39, si la violencia del choque es tal que el motor se sale de sus soportes, el piloto moriría igualmente, aún con el cinturón de seguridad puesto, por fractura de la columna vertebral o hemorragia interna causada por el reventón de las vísceras, debido a la brutal deceleración. De todas formas, en las memorias que he leído, el as Yevgueni Marinsky, HuS, se estrelló un par de veces y sobrevivió, no recuerdo nada que se dijera de la especial peligrosidad del P-39 en caso de accidente.
En lo que se equivoca Kozak es en lo de los motores de hélice impulsora. El motor se ponía delante no por consideraciones de saltar en paracaídas, si no porque la configuración tractora es mejor que la impulsora. No intrínsecamente, porque según circunstancias una hélice impulsora puede ser más efectiva. Si no que en un aeroplano impulsor monomotor hay que poner todo un bastidor de largueros y cables para sostener el estabilizador y la deriva que crean mucha resistencia aerodinámica. Por eso los impulsores eran más lentos que los aeroplanos tractores.
Imposible, en la Primera Guerra Mundial los pilotos NO LLEVABAN PARACAIDAS.
En lo que Kozak sí tenía razón es que el paracaídas llegó a emplearse en la PGM. No sólo en los globos de observación, si no también en los aviones. En concreto los alemanes inventaron el paracaídas Heinecke, fue entregado a los pilotos alemanes y austrohúngaros en la primavera de 1918. Que se sepa, se llegaron a efectuar al menos 50 saltos durante la guerra.
Aquí hay una página de rápida consulta:
1914_1918
En resumen de esta tabla:
50 saltos (47 alemanes, 3 austrohúngaros)
Fallos en la apertura: 6
Resultado fatal debido a que el paracaídas se incendiara: 3
Resultado fatal debido a heridas o accidente: 3
En un foro sobre la aviación de la PGM era amigo de un señor, que en gloria esté, que además de ser una eminencia como historiador aeronáutico, fue ingeniero diseñador de paracaídas (también trabajó para la NASA), examinó este primitivo paracaídas y halló que era bastante peligroso, la campana era demasiado pequeña, el sistema de apertura era por una línea estática (en otras palabras, una simple cuerda amarrada a un larguero del fuselaje), no tenía paracaídas de reserva, obviamente, y lo peor de todo, el arnés era demasiado frágil para resistir el tirón, así que al saltarde un avión por encima de determinada velocidad, al abrirse el paracaídas se rompía el arnés y el paracaídas caía separado del piloto... este último defecto fue solucionado apresuradamente cosiendo bandas de tela de refuerzo al arnés, pero como podéis imaginar, eran lo bastante peligrosos para que se emplearan sólo como recurso desesperado. Aún así, con todos sus defectos, fueron un gran salto (perdón por el chiste fácil) y permitieron a unos cuantos ases escapar a una fin segura para volver a combatir otro día y seguir añadiendo victorias a su cuenta.
Los aliados, por razones de peso (otro horrible chiste, pero así es
) y na mezcla de inercia burocrática, prejuicios de la cúpula militar, y la dificultad de lograr un paracaídas satisfactorio (cosa nada sencilla), no dispusieron de paracaídas para sus aviadores durante la guerra.
Perdón por el tocho:
:, otro día igual os cuento porque el P-39 no era malo, si no todo lo contrario.