Eso de izquierdas vs derechas es una de las múltiples dualidades irreconciliables que maneja la política para simplificar y dividir. Ya sabes, últimamente hombre vs mujer, hetero vs LGTBI, blanco vs otras razas.
Proviene de la dialéctica de la lucha de clases, el famoso oprimidos vs opresores. Que tanto ha calado en España, y que antes incluso del wokismo estaba claro: ricos vs pobres, empresarios vs trabajadores.
Son dualidades en las que supuestamente estás en un lado o estrás en el otro. Aparentemente irreconciliables, aparentemente lucha eterna que siempre se dibuja como desigual y donde siempre de antemano hay un culpable al que se puede apedrear. Hombre, blanco, hetero, empresario, rico. Aunque fuera la mejor persona del universo, un 70% de la población le escupiría a la cara solo porque junta una especie de papeletas jovenlandesales (absurdas, por supuesto...) que lo hacen odioso.
La raíz de todo esto es el juego de poder. Que solo interesa a los políticos, pero que a base de machaque, han conseguido que nos enfrasquemos en luchas estúpidas.
Para mi la única dualidad es quien quiere vivir de ti vs quien quiere que le dejen en paz. Tú coges a un auxiliar administrativo, a un tornero fresador o al dueño de un restaurante, y su vida y sus necesidades son bastante parecidas, sea hombre, mujer, de izquierdas o de derechas.
Sin embargo el abismo es entre cualquiera de esos dos y un Sánchez, un Eefijóo, un Abascal, un Errejón. Por supuesto, y los cientos de miles que aspiran a no producir nada, pero decidir cómo tienes que vivir y cuanto te esquilman cada mes (siempre creciente...), cuando se ve perfectamente que no tienen ni fruta idea de nada.
Si mezclas con las hordas de apesebrados, empresas castuzas, funcionarios jetas, asociaciones, cargos a dedo, enchufados de todo tipo, chiringuitos, ONGs, te das cuenta de que la principal industria por numerosa y por producción es la extractiva. Una industria destinada a sacar dinero de la nada, a veces legalmente o a veces incluso con comisiones bochornosas, pilinguis, coca, másteres a dedo, estructuras de partido financiadas en B.
La ÚNICA forma de que esto se permita es crear tantas brechas en la población como para que esas personales normales y corrientes de derecha e izquierda, sean hombres o mujeres, se miren a la cara y se den cuenta de que les están estafando hasta niveles insospechados.
El problema es que es una superestructura muy profundo. Lo que el estado gasta cada año en mantener decenas de miles de activitas que aviven estas consignas, subvencionar chiringuitos que estén todo el día con la matraca, en sobornar directamente medios de comunicación para que tras*mitan el mensaje, es acojonante. Todo ese ruido carísimo sirve para perpetuar esa estructura mental.
La izquierda tiene una historia terrible, y una forma de actuar que se le ven las costuras continuamente. Ahora mismo está sufriendo un retroceso grande, el wokismo implantado gracias a la censura y las malas artes empieza a perder la batalla. Pero porque era absurda, y con un trasfondo muy totalitario.
Mal haría la derecha en confiarse y pensar que cuando lleguen los suyos, todo esto cesará. No, cambiarán las formas, seguramente desaparecerán en un plazo razonable algunas de estas imbecilidades. Pero las cambiaremos por otras, que tampoco serán baratas, tampoco mejorarán nuestra vida ni nos harán más libres.
¿La solución? No la hay. Ningún líder político va a cambiar su objetivo, va a ser siempre permanecer en el sillón y beneficiar a los suyos. Porque el incentivo es perverso, y es casi imposible cambiarlo.
Por eso mi conclusión es que la única ideología posible que asegure beneficio es liberal. Alguien que entre con la tijera, recorte poder y gasto. Porque el resto va a hacer lo contrario.
Esperamos (al menos los que tengan un partido de cabecera, que no es mi caso) que esta vez sí el nuevo líder sea serio, honesto, capaz. Spoiler: nunca lo es.
Por eso la única forma en la que veo posible avanzar es...retrocediendo. Uno compara la España actual (bueno, casi cualquier país...) y mira la diferencia de gasto y de impuestos, e incluso de libertad, y se puede quedar acojonado. Alucinaríamos si tuviéramos las condiciones del año 2.000.
