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Madmaxista
Sucesos
El paquete con el maleficio sobre el felpudo de la vivienda.E.M.
https://www.elmundo.es/autor/daniel-j-ollero.html
Madrid
Actualizado Lunes, 30 septiembre 2024 - 07:57
Una caja carmesí envuelta en una cinta azul zafiro se encuentra posada sobre el felpudo del 3.º derecha del número 36 de la avenida de Marqués de Corbera en Ciudad Lineal (Madrid). Una escena cotidiana de la era de Amazon y Aliexpress, solo que, en este caso, el regalo yace sobre la puerta de una casa vacía cuyo jovenlandesador falleció hace tiempo y el paquete de regalo carece de dirección, señas remitentes o código de barras que permitan identificar al emisor, la empresa de mensajería o al destinatario.
Intrigada, la vecina del 3.º izquierda decide comunicar este hallazgo al hijo del antiguo propietario y, con su permiso, decide comprobar qué contiene el misterioso presente "cortando la cinta con unas tijeras y abriendo la parte superior de la caja observando en su interior un corazón de pequeño tamaño, atravesado por un cuchillo", recoge un atestado policial que fue remitido a los juzgados, que a su vez instaron al Instituto Anatómico Forense a estudiar su interior.
"Este es un ritual de magia cabalística muy raro en el presente y cuyos orígenes se remontan más allá de la Edad Media", explica el periodista Josep Guijarro, experto en temas de misterio y autor de los podcasts Expedientes del Año Cero en Amazon. "Hoy en día lo normal es encontrar prácticas más próximas al vudú, pero este ritual lo ha realizado alguien que conoce los conceptos ****ocristianos sobre cómo debe hacerse este tipo de maleficios".
¿Pero cómo llega a interesarse la Justicia y la criminología del Madrid del siglo XXI en el estudio de una práctica antaño perseguida por la Santa Inquisición? La respuesta se encuentra en el propio atestado policial al que ha tenido acceso Gran Madrid, que señala que, sobresaltada al encontrarse con tan macabra escena, la vecina del 3.º izquierda llama asustada al hijo del antiguo propietario y este decide llamar a la Policía Nacional.
Alrededor de las nueve y cuarto de la noche del pasado 20 de junio llegan dos agentes de paisano que, ante tan insólito hallazgo, deciden pedir instrucciones sobre cómo proceder a estudiar el hechizo, "recibiéndose como respuesta que se proceda a observar el contenido de la misma, realizándose las manipulaciones mediante el uso de guantes de látex".
Es entonces cuando los policías inspeccionan, rebuscan en la caja y encuentran "una nota doblada en cuya cuarta portada hay escritas unas letras carentes de sentido" que están "manchadas con unas gotas de un líquido marrón seco", además de los objetos antes mencionados.
Unas "letras carentes de sentido" ya que se encuentran escritas a lápiz y en hebreo, cuya traducción aproximada vendría a ser: "Terminó acá, fruta. El contacto tuyo". Además, según precisa Guijarro, el mensaje se encuentra escrito "como por un niño, por alguien no acostumbrado a escribir en hebreo".
Una portada escrita en caracteres cabalísticos en sintonía con el interior del documento, que arroja un mensaje atropellado y furibundo: "Tu útero jamás será fecundado. Para Virginia yo termino en este momento. Termino con la felicidad y tu abundancia en la relación. ¡MUERE!".
Sin embargo, ni los allí presentes ni ningún otro vecino saben quién es Virginia, y su nombre tampoco aparece en ninguno de los buzones del bloque de edificios.
Es entonces cuando comienza una larga custodia del maleficio situado sobre el felpudo. Un ritual de magia de color que será velado durante la noche por otros uniformados, aguardando la visita de la Policía Científica, del médico forense y de las instrucciones del Juzgado de Instrucción número 10 de la capital.
Un hechizo consistente en un macabro bodegón compuesto por una nota manuscrita, tocada con un sello de lacre a medio estampar, restos de una vela de color, un papel blanco (que cumple las funciones de amortiguar el resto del contenido) con restos de cera y un corazón de carnero (según revelaron las pericias criminalísticas), posiblemente comprado en una carnicería a causa de la precisión de los cortes, atravesado por un cuchillo de cortar carne marca Cuperinox, fabricado en Albacete, que se vende por unos dos euros.
"El ritual está hecho como mandan los cánones: se utiliza un papel tipo papiro o pergamino y se escribe a lápiz", cuenta Guijarro. "Si lo hubiera hecho a boli o con un rotu te diría que es cosa de un aficionado, pero el ritual está hecho como mandan los cánones de un ritual de maldición... salvo por el cuchillo toledano, que imagino que [al hechicero] no le daría el presupuesto para comprarse una daguita", bromea.
Ante la falta de indicios sobre la identidad del hechicero (posible autor de un delito de amenazas a ojos del Código Penal actual) y de quién es realmente Virginia, el caso quedó archivado por el juzgado, dejando el desenlace de este maleficio low cost envuelto en un halo de misterio.
La macabra maldición en un felpudo de Madrid con un corazón atravesado por un cuchillo, una nota en hebreo y una amenaza: "Tu útero jamás será fecundado, ¡muere!"
Los elementos del conjuro fueron enviados al Instituto Anatómico Forense y a los juzgados, que archivaron el caso ante la imposibilidad de conocer la identidad del autor del maleficioEl paquete con el maleficio sobre el felpudo de la vivienda.E.M.
https://www.elmundo.es/autor/daniel-j-ollero.html
Madrid
Actualizado Lunes, 30 septiembre 2024 - 07:57
Una caja carmesí envuelta en una cinta azul zafiro se encuentra posada sobre el felpudo del 3.º derecha del número 36 de la avenida de Marqués de Corbera en Ciudad Lineal (Madrid). Una escena cotidiana de la era de Amazon y Aliexpress, solo que, en este caso, el regalo yace sobre la puerta de una casa vacía cuyo jovenlandesador falleció hace tiempo y el paquete de regalo carece de dirección, señas remitentes o código de barras que permitan identificar al emisor, la empresa de mensajería o al destinatario.
Intrigada, la vecina del 3.º izquierda decide comunicar este hallazgo al hijo del antiguo propietario y, con su permiso, decide comprobar qué contiene el misterioso presente "cortando la cinta con unas tijeras y abriendo la parte superior de la caja observando en su interior un corazón de pequeño tamaño, atravesado por un cuchillo", recoge un atestado policial que fue remitido a los juzgados, que a su vez instaron al Instituto Anatómico Forense a estudiar su interior.
"Este es un ritual de magia cabalística muy raro en el presente y cuyos orígenes se remontan más allá de la Edad Media", explica el periodista Josep Guijarro, experto en temas de misterio y autor de los podcasts Expedientes del Año Cero en Amazon. "Hoy en día lo normal es encontrar prácticas más próximas al vudú, pero este ritual lo ha realizado alguien que conoce los conceptos ****ocristianos sobre cómo debe hacerse este tipo de maleficios".
¿Pero cómo llega a interesarse la Justicia y la criminología del Madrid del siglo XXI en el estudio de una práctica antaño perseguida por la Santa Inquisición? La respuesta se encuentra en el propio atestado policial al que ha tenido acceso Gran Madrid, que señala que, sobresaltada al encontrarse con tan macabra escena, la vecina del 3.º izquierda llama asustada al hijo del antiguo propietario y este decide llamar a la Policía Nacional.
Alrededor de las nueve y cuarto de la noche del pasado 20 de junio llegan dos agentes de paisano que, ante tan insólito hallazgo, deciden pedir instrucciones sobre cómo proceder a estudiar el hechizo, "recibiéndose como respuesta que se proceda a observar el contenido de la misma, realizándose las manipulaciones mediante el uso de guantes de látex".
Es entonces cuando los policías inspeccionan, rebuscan en la caja y encuentran "una nota doblada en cuya cuarta portada hay escritas unas letras carentes de sentido" que están "manchadas con unas gotas de un líquido marrón seco", además de los objetos antes mencionados.
Unas "letras carentes de sentido" ya que se encuentran escritas a lápiz y en hebreo, cuya traducción aproximada vendría a ser: "Terminó acá, fruta. El contacto tuyo". Además, según precisa Guijarro, el mensaje se encuentra escrito "como por un niño, por alguien no acostumbrado a escribir en hebreo".
Una portada escrita en caracteres cabalísticos en sintonía con el interior del documento, que arroja un mensaje atropellado y furibundo: "Tu útero jamás será fecundado. Para Virginia yo termino en este momento. Termino con la felicidad y tu abundancia en la relación. ¡MUERE!".
Sin embargo, ni los allí presentes ni ningún otro vecino saben quién es Virginia, y su nombre tampoco aparece en ninguno de los buzones del bloque de edificios.
Es entonces cuando comienza una larga custodia del maleficio situado sobre el felpudo. Un ritual de magia de color que será velado durante la noche por otros uniformados, aguardando la visita de la Policía Científica, del médico forense y de las instrucciones del Juzgado de Instrucción número 10 de la capital.
Un hechizo consistente en un macabro bodegón compuesto por una nota manuscrita, tocada con un sello de lacre a medio estampar, restos de una vela de color, un papel blanco (que cumple las funciones de amortiguar el resto del contenido) con restos de cera y un corazón de carnero (según revelaron las pericias criminalísticas), posiblemente comprado en una carnicería a causa de la precisión de los cortes, atravesado por un cuchillo de cortar carne marca Cuperinox, fabricado en Albacete, que se vende por unos dos euros.
"El ritual está hecho como mandan los cánones: se utiliza un papel tipo papiro o pergamino y se escribe a lápiz", cuenta Guijarro. "Si lo hubiera hecho a boli o con un rotu te diría que es cosa de un aficionado, pero el ritual está hecho como mandan los cánones de un ritual de maldición... salvo por el cuchillo toledano, que imagino que [al hechicero] no le daría el presupuesto para comprarse una daguita", bromea.
Ante la falta de indicios sobre la identidad del hechicero (posible autor de un delito de amenazas a ojos del Código Penal actual) y de quién es realmente Virginia, el caso quedó archivado por el juzgado, dejando el desenlace de este maleficio low cost envuelto en un halo de misterio.