Por supuesto, he intentado ser sarcástico con el género, no sé si se ha entendido como pretendía, no soy bueno expresándome, y sí, hay malos conductores, hombres, hembras y hombros, y peatones, dicho sea de paso, de peatones, valga la redundancia.
El punto es la ignorancia y la imprudencia, no porque me moleste, cada uno puede ser lo que quiera, de hecho, la mayor parte del mundo, no se opone a que te tires por un acantilado, pero el problema está cuando pones en peligro la vida o la saluc de otros. El peluquero que, por ahorrarse 50cent. no desinfecta la hoja y pega una sarna, el dentista que, por el ansia de ganar dinero, te hace una mala praxis y te joroba la muela con una endodoncia, el de hacienda que, por llevarse el bonus, te mete en un lio de cohones, o el político baboso que se cree intocable amañando las elecciones, todos podrían entrar en la misma categoría que un conductor que se cree Fitipardi, o que amargado, porque su mujer se la pone con otro o su jefe le grita, la paga con los peatones al sentirse superior, al amparo de sus 1000Kg de chatarra, o jugándose mucho de los demás tan solo por despecho y pone en riesgo a los demás.
Y he ahí la razón del respeto, la últimidad del saber ser y el saber estar, porque cuando tratamos a los demás como queremos que nos traten los demás empiezan a tratarnos como quieren que los traten a ellos, los vecinos,(jorobar me ha salido un Rajoy) y hasta aquí puedo leer.