Soberano o rey o emperador o presidente de una república son cargos políticos; general o comandante o capitán son cargos militares.
Hubo una época (en la Antigüedad) en que era frecuente que ambos coincidiesen. Pero al final es de sentido común admitir que cualidades en un terreno no aseguran que también lo hayan en el otro. Casos como el de Alejandro Magno son excepcionales.
Es una gran tentación para los cargos políticos inmiscuirse desde un punto operativo en la guerra, cuando se da el caso. Pero lo más frecuente es que cuando lo hacen los resultados sean funestos para su bando. Zar Nikolai II, Adolf Hitler, Saddam Hussein.
Para ser un buen general o director de tropas hace falta una visión panorámica del campo de batalla o del escenario de guerra. Si uno está en primera línea tiene una visión mucho más limitada y es más fácil caer en trampas.
Ha habido sin embargo generales que han corrido riesgos y compartido la lucha con sus soldados, dando ejemplo. Y aunque operativamente sea poco pragmático, es algo que puede crear un efecto galvanizante en la tropa.
Los soldados de Napoleón en la campaña de Italia en principio se decía que eran unos zarraspastrosos sin motivación. Pero cuando vieron a su general dando ejemplo y corriendo riesgos a su lado, adoraron a su general. Por ejemplo en la Batalla del Puente de Arcola. Donde estuvo a punto de morir.
Un joven Napoleón Bonaparte, general en jefe del victorioso Ejército de Italia en 1796, se sirvió de las artes para afianzar su reputación e iniciar su imparable ascenso en la Francia revolucionaria.
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Sin embargo, lo habitual era que Napoleón dirigiese sus tropas desde la retaguardia.
Quizá en alguna situación concreta puede resultar decisivo tener un comandante echado
pa'lante, pero como regla general es algo que ofrece más peligros que ventajas.
En la Batalla de Waterloo, el mariscal Ney encabezó una heróica carga de caballería que se estrelló contra la infantería británica formada en cuadros.
Su falta de visión de la Batalla en conjunto le llevó a sacrificar inútilmente la caballería francesa, para desesperación de Napoleón.
Napoléon dijo que estaba loco. Que lo que tenía de valiente lo tenía de simple.