Prefieren, dice usted... Este... Pues no... No prefieren, lo que pasa es que no les queda otra. Por ponerle un ejemplo, inspirándome en la hábil retórica de
@FeministoDeIzquierdas
Yo quiero edificar un puente y será maravilloso viajar hasta Mallorca. Sé que es una obra de embergadura bestial (o eso me dice un primo mío muy ****** que estudió Caminos, un fracasado de tío que trabaja como un perro y vive austeramente aún así). Lo importante es que sé que voy a ganar mis buenos dineros con los, más que seguros, peajes que cobraré. Tengo visión. Una visión que pocos tenemos. La idea se me ocurrió a mi sólo, escuchando un día una canción en casa de mi tía abuela Sonsoles, viuda sin hijos a quien espero heredar algún día. Así, con gran ilusión, monto mi Sociedad Concesionaria Puente del Mediterráneo. Para tal fin, me reuno con dos amigos de la Uni esa a la que me mandó mi padre, en la que me formé muy adecuadamente en materias que me cualifican como persona de grandes saberes, no recuerdo ahora bien mi título cual era, pero es ingeniería de algo con ADE, por lo menos. Aprendí cosas. Por ejemplo, soy huevonudo para combinar fenomenal los colores que quedan chachis en las gráficas esas de estadísticas. También piloto un huevo a la hora de elegir tipografía para las tarjetas de visita. Y, sobre todo, controlo cosa mala en cualquier tema de Instagram y TikTok. Desarrollo, con mi gran capacidad de gestión, un proyecto de ingeniería civil del susochicho puente, se lo subcontrato a unos mataos, esta parte, en realidad no es la más importante, es en realidad lo que menos me importa. Lo que a mi me preocupa es si los colores del logotipo son impactantes y tras*miten mi manifiestamente innovadora personalidad. Y voy al banco, los mataos quieren cobrar, desgraciadamente necesito pasta y tampoco le voy a pedir a mi familia, no mola que sepan mis movidas. Voy a varios bancos, en realidad. Con dos huevones y un palo. Y en el banco, unos arcaicos y escleróticos auditores de proyecto me dicen no sé que de viabilidades y no sé que rollos más. Total que me financian justo lo que me puede avalar mi tía Sonso, antes citada. No mucho la verdad. Al parecer cuesta la ostra lo de hacer un puente y mi tía no tenía tanto, después de todo. Como soy de natural luchador, busco nuevas fuentes de financiación. Y me acuerdo del grupete de amigos del Master y que han montado un negocio de Crowdfunding para financiar no sé que. Me va que ni pintado. A lo mejor hasta podemos coworking en una oficina que es de mi tío Beltrán y tiene vacía. Será casi tan maravilloso como lo del puente. Así que mis amigos consiguen la pasta, porque hay mucha gente que, al conocer mi gran proyecto y mi visión, quieren entrar en MI negocio. Mola. Así que... ¡señores! ¡Tengo la pasta para construir mi puente!! Y la verdad, ahora que lo pienso... jorobar... Menudo ****** lo de las licencias, los permisos de obra, la ejecución... Menuda cosa es esto... ¿De verdad hace falta tantísimo hormigón? Venga no me jorobes... ¿Qué es eso de pilotar? ¡Piloto yo de la ostía! ¿Por qué huevones dice un ****** de tío que hay que comprar pilotadoras, que no compensa alquilar? De verdad qué prosaico, qué megacoñazo y qué rollo todo... Le quitan a uno las ganas de emprender... Me urge reflexionar si me merece la pena o no seguir con lo del puente. Me tomo unos días para pensar. Lo he pensado. Es que no, que no me merece la pena. La pasta que me han prestado para montar el chiringo no esperarán encima que la devuelva ahora, con todo lo que me lo he currado. Ya sabían que podía no ser viable. Se lo dijeron, ¿no? Pues eso. jorobar, que no voy a cobrar los peajes, con algo tendré que compensar. Aunque sea con esta cosa que me ha quedado. Mi tío Álvaro, que está de CEO en no sé que Fondo, dice que es superlegal lo que he hecho y que soy un orgullo para la familia. Que si mi abuelo me viera estaría muy satisfecho conmigo, que le escriba a la guandoca y se lo cuente todo.