Spedizione Punitiva
Himbersor
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Antes de Alejandro los griegos llevaban pelo largo y barba, los espartanos incluso continuaron manteniendo hasta fecha muy tardía el viejo estilo arcaico del pelo largo, incluso en trenzas similares a las rastas, sin embargo el Macedonio "obligó" a los griegos a afeitarse, conquistaron el mundo.
Los romanos sufrieron un proceso parecido y no fue hasta Escipión el Africano que se puso de "moda" afeitarse, momento a partir del cual los romanos derrotaron a Cartago, se erigieron en hegemónicos en el Mediterraneo y conquistaron todas sus costas. El último gran emperador de rostro afeitado, Trajano el Conquistador, dio paso a Adriano, con su barba de filósofo, que hubo de replegarse de territorios anteriormente conquistados por los afeitados romanos. Luego el cristianismo trajo consigo un cierto periodo de emperadores afeitados al final del imperio.
Europa nuevamente vuelve a la expansión normanda y cruzada en el XI con el rostro de nuevo afeitado, abandonando la barba germanoide y barbaroide (valga la redundancia) propia de los años más oscuros. Los Tapices de Bayeux muestran a sajones y normandos afeitados, en el más que probable aspecto que mostrarían los cruzados.
Luego en el XIII de nuevo los caballeros de España, de León y de Castilla, de nuevo afeitados como muestran las miniaturas de las Cantigas, vencerían a los jovenlandeses en la Navas y reconquistarían Sevilla. Y otra vez afeitados como el heroico doncel de Sigüenza terminarían por Reconquistar el decrépito y decadente reino jovenlandésnegro de Granada.
Luego tras sufrir siglos la amenaza del turco, los afeitados europeos del XVIII (y finales del XVII), convenientemente ilustrados, empelucados, nicotinados y cafeinados empezaron a disputarle la hegemonía del este de Europa, derrotándoles a las puertas de Austria, liberando Hungría, con el Principe Eugenio de Saboya (y su rasurada faz) como paladín de Occidente y de Europa. Aquí comenzarían el gran dominio blanco del mundo. Los ingleses en la India, la derrota del turco, el fulgor de Napoleón, TODOS afeitados...
Por mucho que tengamos la idea del dominio colonial del XIX como el dominio del mostacho y la barba rubia las principales conquistas las hicieron hombres afeitados. Francia por ejemplo conquistó las principales plazas de Argelia antes de que se pusiera de moda la barbaza del XIX y el mostacho, acabando con la tragedia criminal jovenlandesa de siglos de piratería berberisca en las costas europeas.
Luego llegaría la Primera Guerra Mundial, el Imperio Británico en su máxima extensión justo cuando se imponía la moda de rasurar la mejilla y dejar en el mejor de los casos un parco bigote. Posteriormente tenemos otros ejemplos, después del bigotazo de los 70, medio hippy al estilo Frank Zappa los neocon afeitados de Gilette de la era Reagan, Bush Iº y Bush IIº derribaron el muro de la fruta URSS, destrozaron a Irak en la 1ª del Golfo y la oleada turística de Irak e Afganistán y mantenían acojonado al mundo.
Incluso en la mitología el dios imberbe Dionisio fue quien, tras varias peripecias, conquistó Oriente.
Ahora volvió la barba de espantapájaros, ya no es de filósofo ni de sabio, es un intento de espíritu pardooíde de parte de los sojas occidentales de parecer más masculinos, pero con pésimo resultado.
Los romanos sufrieron un proceso parecido y no fue hasta Escipión el Africano que se puso de "moda" afeitarse, momento a partir del cual los romanos derrotaron a Cartago, se erigieron en hegemónicos en el Mediterraneo y conquistaron todas sus costas. El último gran emperador de rostro afeitado, Trajano el Conquistador, dio paso a Adriano, con su barba de filósofo, que hubo de replegarse de territorios anteriormente conquistados por los afeitados romanos. Luego el cristianismo trajo consigo un cierto periodo de emperadores afeitados al final del imperio.
Europa nuevamente vuelve a la expansión normanda y cruzada en el XI con el rostro de nuevo afeitado, abandonando la barba germanoide y barbaroide (valga la redundancia) propia de los años más oscuros. Los Tapices de Bayeux muestran a sajones y normandos afeitados, en el más que probable aspecto que mostrarían los cruzados.
Luego en el XIII de nuevo los caballeros de España, de León y de Castilla, de nuevo afeitados como muestran las miniaturas de las Cantigas, vencerían a los jovenlandeses en la Navas y reconquistarían Sevilla. Y otra vez afeitados como el heroico doncel de Sigüenza terminarían por Reconquistar el decrépito y decadente reino jovenlandésnegro de Granada.
Luego tras sufrir siglos la amenaza del turco, los afeitados europeos del XVIII (y finales del XVII), convenientemente ilustrados, empelucados, nicotinados y cafeinados empezaron a disputarle la hegemonía del este de Europa, derrotándoles a las puertas de Austria, liberando Hungría, con el Principe Eugenio de Saboya (y su rasurada faz) como paladín de Occidente y de Europa. Aquí comenzarían el gran dominio blanco del mundo. Los ingleses en la India, la derrota del turco, el fulgor de Napoleón, TODOS afeitados...
Por mucho que tengamos la idea del dominio colonial del XIX como el dominio del mostacho y la barba rubia las principales conquistas las hicieron hombres afeitados. Francia por ejemplo conquistó las principales plazas de Argelia antes de que se pusiera de moda la barbaza del XIX y el mostacho, acabando con la tragedia criminal jovenlandesa de siglos de piratería berberisca en las costas europeas.
Luego llegaría la Primera Guerra Mundial, el Imperio Británico en su máxima extensión justo cuando se imponía la moda de rasurar la mejilla y dejar en el mejor de los casos un parco bigote. Posteriormente tenemos otros ejemplos, después del bigotazo de los 70, medio hippy al estilo Frank Zappa los neocon afeitados de Gilette de la era Reagan, Bush Iº y Bush IIº derribaron el muro de la fruta URSS, destrozaron a Irak en la 1ª del Golfo y la oleada turística de Irak e Afganistán y mantenían acojonado al mundo.
Incluso en la mitología el dios imberbe Dionisio fue quien, tras varias peripecias, conquistó Oriente.
Ahora volvió la barba de espantapájaros, ya no es de filósofo ni de sabio, es un intento de espíritu pardooíde de parte de los sojas occidentales de parecer más masculinos, pero con pésimo resultado.
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