Esto es lo que pensaba Hitler sobre el territorio perdido en Versalles:
La pretensión de restablecer las fronteras de 1914 constituye una insensatez política de proporciones y consecuencias tales que la revelan como un crimen, y esto aún sin considerar en absoluto el hecho de que las fronteras del Reich de entonces fueron todo menos lógicas. En efecto, no eran ni perfectas en lo tocante a abarcar el conjunto territorial habitado por elementos de nacionalidad alemana, ni menos razonables desde el punto de vista de su conveniencia estratégico-militar. No habían sido, pues, el resultado de una acción de política meditada, sino simplemente fronteras provisorias fijadas en el curso de una evolución totalmente inconclusa o, si se quiere, fronteras resultantes en parte de la pura casualidad.
Con el mismo derecho, y en muchos casos con más derecho, se podría tomar un año cualquiera de la Historia Alemana, a fin de, recomponiendo las condiciones de aquella época, fijar el objetivo de una acción en el terreno de la política exterior. Esa pretensión responde enteramente al criterio de nuestro mundo burgués, que tampoco en esto posee ni una sola idea de orientación política para el futuro, sino que vive en el pasado más inmediato. Sus miradas retrospectivas no van más allá de su propia época. La ley de la inercia hace que se oponga resistencia contra cualquier modificación. Por lo tanto es comprensible que la visión política de esta gente no vaya más allá de 1914.
Al proclamar ellos la restitución de esas fronteras, como objetivo de su política, no hacen otra cosa que fomentar la solidaridad decadente de nuestros adversarios. Sólo así se explica que ocho años después de la guerra, en la cual tomaron parte países de lo más heterogéneos, pueda mantenerse todavía la coalición de los vencedores de entonces
Adolf Hitler, Mein Kampf. Segunda Parte, Capítulo XIV: "Orientación Política hacia el Este".