( CONTINUACIÓN Y FIN DE LA HISTORIA)
Al poco tiempo contabamos con 5 repartidores más y con 3 auxiliares más en cocina. La cosa iba viento en popa, como dije anteriormente el primer mes, el local facturó 40.000€. Todo parecía ir bien, pero Miguel empezó a cambiar a medida que se incrementaba el beneficio.
Como remero que había sido toda la vida, Miguel nunca había ganado tal cantidad de dinero. Fueron numerosos los cambios en su personalidad, de la noche a la mañana se convirtió en un déspota, miraba a los empleados por encima del hombro y les hablaba de malos modos, empezó a vestir trajes de lechuguino, se creía tocado por una varita mágica y por encima de los demás, eran habituales frases como: " soy la platano de bedoya", " este pelotazo es gracias a lo hábil y especial que soy", " solo tienes que visualizarlo y el mundo será tuyo, mírame a mí"; y demás insensateces de un iluso al que se le había subido el éxito a la cabeza. Había trabajadores que le tenían auténtico miedo, yo no, yo empecé a odiarle profundamente.
Dejó el trabajo que tenía para dedicarse por entero a su nuevo negocio, venía al trabajo " acelerado", demasiado "acelerado", los repartidores hacían porras apostando si de lo que venía hasta arriba era coca o era speed, yo apostaba por speed aunque nunca tuve gran relación con ambas drojas. Empezó a salir de cena y de fiesta casi todas las noches, además de esporádicos viajes. Y aunque empezaba a desfasar con su nuevo ritmo de vida, parecía hacerlo mediante cierto equilibrio, tenía mujer y 2 hijos y parecía compaginar bien ambas vidas, parecía, porque dicho ritmo de vida por fuerza tenía que socavar parte del dinero que ganaba en su negocio.
El problema empezó cuando empezó a pensar "demasiado en grande", empezó a desligarse de la realidad e imaginar proyectos a gran escala, sin seguir los pasos razonables para culminar dichas metas. El caso es que yo creo que realmente podría haber llegado muy alto y convertir su negocio en una reconocida y muy rentable cadena de franquicias si el muy iluso hubiera hecho las cosas bien, desde abajo, paso a paso, asentando su negocio y abriendo nuevos locales poco a poco tras dejarlos asentados.
Un día, al cabo de unos 3 meses de abierto el local, me dice: – Voy a abrir locales en Nueva York, Estados Unidos...siempre quise vender a lo grande perritos en Nueva York. Me quedé estupefacto, le dije: ¿Pero no había que abrir otro local en la ciudad ( Palma de Mallorca)? ¿ Y luego en las poblaciones superturísticas del Arenal y Magalluf, tal como hablamos? Entre alemanes e ingleses se juntan 6 millones de turistas en la isla. Luego expandirse a la península, Madrid, Barcelona... ¿ No era ese el plan?– Déjate de planes pequeños me dijo, tengo un plan mayor. He contratado una empresa que lleva estudio y proyectos sobre franquicias, la gente se va a dar de palos por abrir locales con mi nombre, todo el mundo querrá abrir una franquicia de mi negocio en España, Estados Unidos y el resto del mundo, voy a ganar millones en royalties. He llamado a mi viejo equipo de comerciales con el que trabajaba en Madrid y va a ser el equipo con el que captaré franquiciados por todo el mundo. He alquilado para día tal una sala en el hotel Palas Atenea (5 estrellas) del paseo Marítimo de Palma, para presentar a mi equipo, asignarles las funciones y exponer el proyecto–. Yo flipaba en colores, por más que le insistí en ir poco a poco y tener los pies en el suelo y crecer gradualmente, no hubo nada que hacer. Él tenía claro cual era el camino.
Al cabo de unos días acudí al evento en el Palas Atenea, no dudo que tanto Miguel como el equipo que fichó estaban convencidos del éxito del nuevo proyecto, no tanto así yo y algún que otro repartidor y encargada de cocina de local de Blanquerna que también acudimos al evento y eramos conscientes de la nueva deriva adoptada por Miguel. A mis ojos fue un espectáculo bochornoso acompañado de música, presentación micrófono en mano ante su cerca de decena de nuevos colaboradores ( entre los que se encontraba un CM ( comunity manager), como no).Miguel hablaba a sus nuevos subalternos del dineral que iban a ganar, bromeaba sobre quién sería el primero en comprar un deportivo o mansión. Miguel parecía poseído por un espíritu mitad coach motivacional, mitad charlatán de feria con su micro en mano y pinganillo a la oreja. Era mucho el bochorno y la vergüenza ajena.
En una ocasión Miguel me dijo, cuando empezó a entrar el dinero a lo grande: –recuerda decirme siempre todo lo que creas que debes decirme, siempre, no te cortes– A esas alturas no servía de nada , Miguel no me escuchaba, intenté que reflexionara en varias ocasiones, que caminara antes de echar a correr, pero él había prescindido de caminar y después correr ¿Para qué si podía volar directamente? La tragedia estaba servida.
No tardó más que unas pocas semanas en empezar a desmoronarse todo el castillo de naipes, para su megaproyecto empezó a detraer recursos del local, casi a la vez se empezó a dejar a deber a proveedores, a trabajadores...y lo más importante, recursos de la estrategia de ventas que tan buenos resultados había dado y se había reducido a la mínima expresión. El negocio se iba a pique, empezaron a sucederse las inspecciones de trabajo, de sanidad, deserción de trabajadores que no cobraban, los proveedores dejaron de servirle...
Cuando Miguel, hasta el final en su burbuja, se dió cuenta del alcance de la desgracia me dijo: ¿ Qué ha pasado? ¿ Cómo hemos llegado a esto? Le dije: –has descuidado la base de tu negocio, la estrategia de ventas–, no quise añadir más leña al fuego diciéndole que se habia vuelto completamente loco, que había perdido la cabeza. Tampoco quise decirle que se lo advertí, ya lo hice muchas veces y ya no me escuchaba.
Cuando quiso reaccionar ya era tarde: intentó revertir la situación a la desesperada, me envió a una empresa para tratar de conseguir la mayor cantidad de activos para la estrategia de ventas de manera inmediata, me había dado para ello un cheque sin fondos, yo desconocía que era sin fondos, la empresa no tragó y no aceptó el cheque sin garantías y eso fue el final para el negocio de Miguel.
No pudo revertir la situación y le comió la cosa. Yo abandoné el barco una semana antes de que cerrara definitivamente dejando deudas e impagos a proveedores y trabajadores. El cabrón de Miguel me acabó debiendo 1300€ que nunca me pagó.
Alguna vez me lo he cruzado paseando por Palma, agachaba la cabeza, nunca le dije nada, no quería saber nada nunca más de él.
jovenlandesaleja: hay gente incapaz de llevar un negocio aún teniéndolo todo de cara. Los proyectos se hacen paso a paso. O el que mucho abarca poco aprieta.