M. Priede
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Veréis cómo el desastre de la negociación radicó en que la Junta Central apostaba por Inglaterra y Fernando VII por Napoleón y por Inglaterra, cambiando de bando con unos tejemanejes tan poco serios que descartaron por completo a España de cualquier tratado, puesto que no era de fiar. El problema tenía más calado, dado que España llevaba un siglo sometida a los intereses de Francia, y las fuerzas progresistas, liberales, tenían a Inglaterra como referente. El pueblo español derrotó a Napoleón pero el país quedó devastado y sin nadie que representara los intereses propios de la nación, unos sometiéndose a los intereses ingleses y otros, sin orden ni concierto, borboneando. Seguimos igual, ahí está lo de Juan Carlos con jovenlandia, Francia y EEUU. Todo lo contrario de lo que pasó con Franco, que en un estado de extrema debilidad se las tuvo que ver con presiones francesas, inglesas, alemanas, italianas. Y además, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, se recrudecieron, con Juan de Borbón pretendiendo la toma inglesa de Canarias por parte del R.U. y su vuelta al poder. La masonería inglesa machacando desde fuera y provocando el aislamiento internacional de España, y el tío la prohibió. Súmese el intento de oleada turística desde Francia por parte del maquis. Supo ver que a medio plazo lo iban a necesitar, pues la única oposición organizada al franquismo era el Partido Comunista, y eso estrangulaba cualquier alternativa al régimen. Y acertó. El gallego no era Fernando VII, no era Borbón, que sólo les preocupa lo suyo.
De todos modos la debilidad de España tenía difícil solución, y los planes para desmembrar el imperio y hasta el propio país ya estaban avanzados: "Los Cuatro Grandes renovaron su Cuádruple Alianza el 25 de mayo de 1815 e invitaron a España a unirse a ellos “accediendo” al tratado. España se aferró al principio de que no “accedía” a los tratados, los “firmaba” o se abstenía; pero aquello fue una demostración palmaria de debilidad impropia de la “gran potencia” que decía ser. Los aliados necesitaban que tropas españolas cruzasen los Pirineos para que Napoleón tuviera que dividir sus fuerzas. España no lo hizo porque no tenía un ejército que lo pudiera hacer. Napoleón sería vencido en junio de 1815 sin su participación y Labrador no alcanzaría sus objetivos en el Congreso de Viena".
"(..) así lo expresó con claridad Pizarro en su condición de consejero de Estado: “Por lo tanto, soy de la opinión que la España debe desechar la accesión, aprovecharse para esto de las ofensas que se la han irrogado en el Congreso para excusarse de entrar en acuerdos federativos y vivir prevenida para tomar en su caso el partido que dicten las circunstancias”
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Para empezar a entender lo sucedido, coloquémonos en 1813, cuando se precipitaron
los acontecimientos. A mediados de octubre, Napoleón, abandonado por sus aliados
alemanes, fue derrotado en la batalla de Leipzig y se vio obligado a retroceder hasta
el Rin. El 10 de noviembre, el duque de Wellington cruzó con sus tropas anglo-portu
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guesas la frontera hispano-francesa y comenzó su oleada turística de Aquitania. La Guerra
de la Independencia española había terminado y, aunque las Cortes de Cádiz y el
gobierno de la Regencia siguieran desconfiando de los planes británicos en las In
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dias, todos estaban de acuerdo en el rechazo absoluto de cualquier compromiso con
Napoleón. El tratado de alianza hispano-británico de 14 de enero de 1809 obligaba
a las dos Partes a no hacer una paz por separado y las dos Partes lo estaban respe-
tando. En este contexto se produjo una de las maniobras diplomáticas emprendidas
por Napoleón tras rechazar la paz que le ofrecieron los aliados. A finales de 1813, el
emperador francés se dirigió al rey Fernando VII de España (1784-1833), prisionero
de lujo en Francia -en el castillo de Valençay, propiedad del príncipe de Talleyrand
(1754-1838)- para concertar con él un tratado de paz por el cual, a cambio de per
-
mitir su regreso a España, éste rompiera la alianza que la España resistente frente a
los franceses tenía establecida con Gran Bretaña. El hecho de que Fernando aceptase
la firma del tratado de Valençay el 11 de diciembre de 1813 y que el gobierno de la
Regencia se negase a ratificarlo, señala un punto de discrepancia significativo entre
los gobiernos españoles que habían dirigido la guerra contra la Francia Napoleónica
con el decisivo apoyo del cuerpo expedicionario británico mandado por el duque de
Wellington (1769-1852), y Fernando VII
[Es un trabajo de una historiadora publicado en una revista académica. Once páginas. Se aprende]
Juan Carlos I, un rey contra España | Burbuja.info
De todos modos la debilidad de España tenía difícil solución, y los planes para desmembrar el imperio y hasta el propio país ya estaban avanzados: "Los Cuatro Grandes renovaron su Cuádruple Alianza el 25 de mayo de 1815 e invitaron a España a unirse a ellos “accediendo” al tratado. España se aferró al principio de que no “accedía” a los tratados, los “firmaba” o se abstenía; pero aquello fue una demostración palmaria de debilidad impropia de la “gran potencia” que decía ser. Los aliados necesitaban que tropas españolas cruzasen los Pirineos para que Napoleón tuviera que dividir sus fuerzas. España no lo hizo porque no tenía un ejército que lo pudiera hacer. Napoleón sería vencido en junio de 1815 sin su participación y Labrador no alcanzaría sus objetivos en el Congreso de Viena".
"(..) así lo expresó con claridad Pizarro en su condición de consejero de Estado: “Por lo tanto, soy de la opinión que la España debe desechar la accesión, aprovecharse para esto de las ofensas que se la han irrogado en el Congreso para excusarse de entrar en acuerdos federativos y vivir prevenida para tomar en su caso el partido que dicten las circunstancias”
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Para empezar a entender lo sucedido, coloquémonos en 1813, cuando se precipitaron
los acontecimientos. A mediados de octubre, Napoleón, abandonado por sus aliados
alemanes, fue derrotado en la batalla de Leipzig y se vio obligado a retroceder hasta
el Rin. El 10 de noviembre, el duque de Wellington cruzó con sus tropas anglo-portu
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guesas la frontera hispano-francesa y comenzó su oleada turística de Aquitania. La Guerra
de la Independencia española había terminado y, aunque las Cortes de Cádiz y el
gobierno de la Regencia siguieran desconfiando de los planes británicos en las In
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dias, todos estaban de acuerdo en el rechazo absoluto de cualquier compromiso con
Napoleón. El tratado de alianza hispano-británico de 14 de enero de 1809 obligaba
a las dos Partes a no hacer una paz por separado y las dos Partes lo estaban respe-
tando. En este contexto se produjo una de las maniobras diplomáticas emprendidas
por Napoleón tras rechazar la paz que le ofrecieron los aliados. A finales de 1813, el
emperador francés se dirigió al rey Fernando VII de España (1784-1833), prisionero
de lujo en Francia -en el castillo de Valençay, propiedad del príncipe de Talleyrand
(1754-1838)- para concertar con él un tratado de paz por el cual, a cambio de per
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mitir su regreso a España, éste rompiera la alianza que la España resistente frente a
los franceses tenía establecida con Gran Bretaña. El hecho de que Fernando aceptase
la firma del tratado de Valençay el 11 de diciembre de 1813 y que el gobierno de la
Regencia se negase a ratificarlo, señala un punto de discrepancia significativo entre
los gobiernos españoles que habían dirigido la guerra contra la Francia Napoleónica
con el decisivo apoyo del cuerpo expedicionario británico mandado por el duque de
Wellington (1769-1852), y Fernando VII
[Es un trabajo de una historiadora publicado en una revista académica. Once páginas. Se aprende]
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