Mis primeros arrebatos con linux fue por la ignorancia del estudiante underground al que le habían adoctrinado desde el profesorado sobre que Bill Gates era el diablo en la tierra.
Tras varios intentos que tratar de quererlo, me di cuenta una y otra vez que lo estaba queriendo a la fuerza y que, sobre todo, adolecía de todos esos problemas que me habían prometido que no iba a tener; lo curioso era que esos problemas nunca eran culpa de linux, sino que me decían que era culpa mía: mala elección de distro, mala elección de hardware, mala elección de versión, mala elección de comando sudo apt-get upgrade -zyx patatín patatán...
Y digo problemas, por no decir casos en los que la distribución petó y se fue todo el sistema al cuerno.
El punto de no retorno fue, cuando tratando de levantar un entorno servidor no sé si Apache o para PHP, tras varios días de intentos infructuosos con linux, me descargué para windows un zip, y con 4 clicks ya tenía un entorno para desarrollar.
El puñetero windows me había dado en un momento y sin problemas, aquello que linux me prometía como algo sencillo, fácil y en un entorno ideal para ello (del mismo modo que me decepcioné con java cuando peto con aquello que me prometía resolver; y obviamente también la culpa era debía ser mía por no desarrollar como le venía bien a java).
Así que como valoro más mi tiempo y comprar una licencia de 10€ cada x años en vez de perder decenas de horas en un sistema a punto, para luego tener que perder decenas de horas en poner aplicaciones a punto, me quedo para trastear en casa con Windows que hace lo que le pido: instalar cosas con facilidad y entornos cercanos y amigables, que cuando quiero complicarme la vida ya sé como hacerlo.