Cualquier arado es demasiado invasivo, no solo remueven el suelo sino que arrancan raíces y plantas, y además la máquina motora tiene su propio destrozo.
Incluso las pequeñas motoazadas ocasionan problemas, pues rompen la estructura del suelo. La forma de evitar el endurecimiento del suelo es llenarlo de biodiversidad, no seguir destrozándolo.
Su vídeo empieza mal: olivar “tradicional”. El monocultivo de olivo no tiene nada de tradicional. Los cultivos populares siempre han aprovechado la asociación de cultivos como le contaba en el otro mensaje, para potenciar la simbiosis que ocurre en la propia naturaleza y minimizar el trabajo. En un bosque comunal del siglo XIX se entremezclaban almendros, olivos, algarrobos, higueras, encinas, lentiscos, pistaños con matorral y verduras como romero, verdolaga, lavanda, salvia, malvas, trébol, helycrisum, tomillos, hinojo, alcachoferas y cardos, borrajas, melones, viñas, coles, nabos, rábanos, regalices, chufas… por supuesto todo sin arado y sin apenas laboreo. Y fíjese la lista que he puesto porque todo eso se comía. Hoy en día nos alimentamos de mucha menos variedad.
Y además es un ejemplo del destrozo que hacen en la tierra los arados más “inofensivos”. Se ve claramente como la tierra verde al pasar la máquina se vuelve marrón. La cubierta vegetal del olivar y de cualquier tipo de bosque se genera durante décadas por la propia acumulación de materia orgánica. Lo que no dicen es que la materia que genera su olivar la quitan en lugar de dejarla.