Los 10 coches mas vendidos en España, frente a los 50 mas vendidos en Alemania. Qué tristeza!

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Ahmed cayó al suelo y su mano aferró una tuerca que había allí. De pronto Ahmed fue vivamente consciente del roce del contra la palma de su mano: el metal era frío, y los bordes rugosos. Podía sentir en su carne el pinchazo de sus bordes.
Ahmed cerró la mano, estrujando el anillo. El metal le pinchaba la carne, le pinchaba cada vez más. Sentía dolor... era realmente doloroso...
¡Estoy soñando!
Ahmed abrió los ojos. La plateada luz de la Luna inundaba el castillo de Batres. Yacía sobre un frío suelo de mármol. Su mano estaba cerrada con fuerza, con tanta fuerza que el dolor lo había despertado. ¡El dolor! La tuerca... ¡El sueño! Al recordarlo, Ahmed se incorporó aterrorizado y miró a su alrededor. Pero sólo había una persona en la sala. El mulá se refirmó en la pared, tosiendo.
Ahmed se puso en pie y caminó tembloroso hacia el clérigo. Al acercarse vio un hilo de sangre en sus labios. La sangre relucía roja bajo la luz de la Luna.
El sueño.
Ahmed abrió la mano. Estaba vacía.
 
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