shishi! pero si hay un ejemplar aparcado en el costado de mi casa...
Me da por mirar en el cajon del recibidor... y resulta que tengo un par de llaves... uhmmm... jejeje
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Es realmente fascinante cómo Honda logró lo
que hizo con el Accord de 2011, especialmente considerando el panorama de coches europeos dominado por los alemanes en ese momento.
Los alemanes se destacaban por su precisión, refinamiento, y el lujo técnico de marcas como BMW, Audi, y Mercedes-Benz. Pero Honda, con el Accord, adoptó un enfoque distinto, y esa idea de una sencillez que evoca agresividad sin lujos fue su gran golpe sobre la mesa.
Es curioso porque Honda no tenía la obligación de seguir esa línea, pero parece que se inspiraron en su propio legado cultural, en el que la fuerza discreta y la elegancia funcional siempre han jugado un papel clave.
Los japoneses, que fueron alguna vez samuráis, crearon relojes como los Seiko y cámaras como las Nikon, productos donde la precisión y la robustez son primordiales. Con el Accord, lograron encapsular esa filosofía en el diseño automotriz: sólido, directo, sin adornos innecesarios.
Es como si los ingenieros de Honda decidieran mostrar al mundo que no hace falta tanto lujo para imponer respeto.
Es más, en cierto modo, esa rudeza controlada, esa fuerza subyacente que no necesita de ostentación, es lo que hace que el Accord sea tan interesante.
Representa una especie de minimalismo agresivo, algo muy en línea con la cultura japonesa: eficiente, poderoso y con propósito.
Al final, Honda dio un abrazo sobre la mesa y demostró que podían competir con los europeos no a través del lujo, sino con una robustez elegante y un diseño profundamente práctico, pero lleno de carácter.