Mouguias
Madmaxista
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Tacito dedicó los últimos capítulos de su libro "Historias" a la guerra de los judíos y la destrucción de Jerusalén. Comienza con una descripción de este pueblo, sus costumbres y religión. El resumen que hace del Éxodo es impagable. Si Tacito, que es uno de los autores romanos mas respetados, dice estos disparates, ¿Como podremos fiarnos de lo que nos cuente Estrabon acerca de la Iberia prerromana, por ejemplo?
En lo que muchos convienen es en que, habiendo sobrevenido en Egipto cierta enfermedad contagiosa que manchaba y afeaba los cuerpos, al rey Ochoris, consultando al oráculo de Amón y pidiendo el remedio, se le respondió que limpiase su reino y enviase a otras tierras aquella generación de hombres como aborrecible de los dioses. Y él buscaba y juntaba con diligencia esta gente, sacándola del reino y dejándola desamparada en los desiertos de Arabia. Estando todos los demás entorpecidos en lágrimas, solo Moisés, uno de los desterrados, les aconsejó que no esperasen ya socorro alguno de los dioses ni de los hombres, pues unos y otros los habían desamparado, mas que confiasen en él como en capitán dado del cielo, con cuya ayuda principalmente vencerían las calamidades y miserias presentes. Estuvieron todos de acuerdo con él y, sin saber el camino que habían de seguir, como ignorantes de todo, lo tomaron a la ventura. Con todo eso, nada les afligía tanto como la falta de agua; y ya estaban todos rendidos y echados por aquellos campos, entregados casi a la fin, cuando una manada de asnos salvajes, dejando el pasto, pasó hacia unos peñascos cubiertos de sombría y espesa arboleda. Les siguió Moisés y por la conjetura de hallar el suelo con hierba, vino a descubrir grandes venas de agua. Con este alivio y refresco siguieron su viaje seis días continuos; y al séptimo, echando a los habitantes de la tierra, se apoderaron de aquella región, donde se edificó la ciudad y se dedicó el templo.
Moisés, por confirmar a esta gente en su devoción para lo venidero, les dio nuevos ritos, contrarios a los otros hombres, porque les son a ellos profanadas todas las cosas que nosotros tenemos por sagradas y, por el contrario, se les conceden las que a nosotros se nos prohíben. Consagraron en la parte más secreta del templo la efigie del animal por cuyo medio se libraron de la sed y de andar vagabundos, matando el carnero como en vituperio de Amón. Se sacrifica también entre ellos el buey, adorado por los egipcios con el nombre de Apis. No comen carne de lechón por memoria del daño, cuando fueron contagiados de aquella especie de sarna de que padece aquel animal. Confiesan hasta hoy con prolijos ayunos la larga hambre que padecieron aquellos tiempos y, en señal de que robaron los frutos para sustentarse, el pan de los judíos se hace hasta el día de hoy sin levadura. Dicen que les agradó el reposar cada séptimo día y estar ociosos, porque tuvieron en él el fin de sus trabajos. Cebados después con esta pereza, dieron también cada séptimo año al ocio y flojedad. Otros quieren que el hacer esto era en honra a Saturno, ya sea porque sea verdad que tomaron de los ideos este entre otros principios de la religión, los cuales entendemos, como se ha dicho, que fueron echados de Creta con Saturno y se hicieron autores de esta gente, ya sea porque, de los siete planetas que gobiernan a los mortales, es Saturno el que habita en esfera más alta y tiene mayor poder; además de que mucha parte de las influencias celestiales acaban su curso y su fuerza con el número septenario.