Recordando al oficialmente e internacionalmente secuestrado homínido de Orce
LOS PRIMEROS POBLADORES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
CRONOLOGÍA Y POSIBLES RUTAS
1. Venta Micena
1.1. Descubrimiento
En el año 1982 fue hallado en el yacimiento de Venta Micena, en el municipio granadino de Orce, un fragmento de calota craneal, datado en 1,5 millones de años, que fue atribuido a un homínido por los miembros del equipo científico de la excavación compuesto por los doctores J. Gibert, J. Agustí y Moyà-Solà. Este descubrimiento suponía cambiar algunas teorías como:
· Que el poblamiento de la península Ibérica no se produjo hasta el Pleistoceno medio, identificando el fósil VM-0 como el primer representante conocido de la especie Homo en la Península ya en el Pleistoceno inferior;
· Que éste se hizo a través del corredor de Palestina bordeando el Mediterráneo por el norte. Ahora se abría la posibilidad de que la colonización de Europa se realizara a través del estrecho de Gibraltar; o bien,
· Que las fechas estimadas para la primera migración deberían adelantarse considerablemente.
El yacimiento está situado en el sector nororiental de la cuenca de Guadix-Baza, una depresión intramontana del Sistema Bético colmatada por sedimentos de edad plio-pleistocena, entre 3,5 y 0,5 millones de años. En la zona de Orce existía entonces un lago de gran extensión, en cuyos bordes se produjeron las acumulaciones de huesos que constituyen el yacimiento, que funcionaba como un cubil de animales carroñeros, hienas (pachyrocuta brevirrostis), a donde tras*portaban los restos de los animales cazados por los grandes carnívoros y, probablemente, los restos de los homínidos que vivían en la zona, entre los que se encontraba el homínido al que se le atribuye el fragmento craneal aparecido. “En 1983, Gibert et al., explicaban que el yacimiento de Venta Micena tenía gran importancia por su extensión (300mx50m), por la gran acumulación de vertebrados fósiles y por la asociación de microfauna formada por ratas e insectívoros, elementos que en su conjunto permitían datar el yacimiento entre los 0,9 y 1,7 millones de años. Venta Micena, en aquel momento, fue datada por criterios bioestratigráficos, valorando la presencia de una rata del grupo de los tálpidos, denominada Allophaiomys pliocaenicus, comparando su presencia con la de otros ejemplos de la misma especie, exhumados en yacimientos que se habían datado por la técnica del paleomagnetismo, deduciendo que la antigüedad de Orce debía ser similar.” (Campillo, 2002:21) Posteriormente se dataría también por el método del paleomagnetismo coincidiendo con el periodo de polaridad inversa del Matuyama.
1.2. La polémica
En un principio, todos los científicos que observaron la cara externa del fragmento craneal, ya que la interna estaba cubierta por una ganga calcárea muy cementada y de difícil extracción, coincidieron en afirmar que el fósil debía pertenecer a un representante primitivo del género Homo, así en un artículo preliminar publicado en Paleontologia i evolució en 1983 por los doctores responsables de la excavación, se dio a conocer a la comunidad científica este importante hallazgo, que fue apoyado científica, política, administrativa y económicamente. Los medios de comunicación de masas magnificaron el hecho experimentándose un boom mediático sobre el descubrimiento. Se respiraba éxito, fama y prestigio.
El yacimiento fue visitado por numerosos científicos, entre ellos los profesores H. Y M. A. de Lumley, máximos representantes de la Prehistoria y de la Paleontología Humana francesas, que reconocieron el valor del yacimiento y del fragmento fósil. La doctora M. A. de Lumley aconsejó la limpieza de la cara interna del VM-0 y así se hizo por un equipo de restauradores-preparadores dirigidos por Mayas. “La sorpresa fue grande, en la cara interna de la escama superior del hueso occipital existía una cresta de dirección sagital y de morfología laminar que no estaba descrita en los tratados de anatomía humana, porque no era la norma, lo cual no implicaba que no fuese una anomalía” (Martínez Navarro 1993:18)
En abril de 1984 el equipo descubridor se trasladó a París para consultar sobre este carácter desconocido con la doctora Lumley que sugirió la posibilidad de que el fragmento correspondiese a un équido joven, pero nunca expresó su opinión por escrito. A partir de este momento la comunidad científica empezó a dividirse entre los que creyeron haberse equivocado, como Agustí y Moyà-Solà; los que como el doctor Gibert siguieron defendiendo que en el fragmento existían siete caracteres típicamente humanos y otro atípico que no estaba descrito a priori; y los que simplemente rehuyen comprometerse.
La noticia se filtró a los medios de comunicación sin la rigurosidad debida empezando una guerra periodística y oportunista, que no científica, entre los defensores del “burro de Orce” y los del “hombre de Orce”, lo cual supuso el desprestigio del proyecto VM-0 que aún hoy continúa.
A pesar de todo, Gibert decidió abrir nuevas líneas de investigación que concluyeran en demostrar si el fragmento correspondía o no a un homínido. Encargó al Dr. Campillo el estudio anatómico de la cara interna del hueso occipital para ver si entraba dentro de la variabilidad humana actual. Éste tras realizar el análisis anátomo-antropológico comparado, tanto en huesos humanos como de equinos, y observar la variabilidad anatómica mediante exámenes radiográficos concluye: “... creo que los caracteres del cráneo fósil de Orce son compatibles con un individuo infantil de la especie humana de unos cinco años de edad, y no encuentro ningún argumento que me sugiera, ni remotamente, la posibilidad de que sea un equino” (Campillo, 2002:174) y sugiere que, mientras los defensores del equino no lo demuestren científicamente, el fragmento craneal fósil de Orce debe figurar en los cuadros filogenéticos de la especie humana.
En posteriores excavaciones fueron hallados en Venta Micena dos fragmentos de húmero humano, y en el no muy distante de Cueva Victoria (Cartagena, Murcia) la falange de un dedo y otros trozos menores con una cronología, 800.000 años, posterior a Venta Micena. Son restos muy escasos para poder atribuirlos a una especie en concreto, por cronología podrían ser Hábilis o Erectus, aunque tampoco se descarta que pertenezcan a otra especie. Tal vez si se hubiesen proseguido los trabajos en Venta Micena podrían haber aparecido otros restos de homínidos que lo aclararan, pero durante once años no se ha permitido excavar.
“Al cráneo de Orce se le han practicado pruebas paleoinmunológicas en dos centros de prestigio, tales como la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y la Universidad de California, por profesores experimentados, empleando técnicas similares pero no idénticas. El resultado ha sido el mismo. Las proteínas de VM-0 están muy próximas a la especie humana y muy distantes de los équidos” (Campillo, 2002:174)
“ Gibert y Martínez Navarro realizaron también una diagnosis diferencial que sirviera para discriminar el fragmento craneal de Orce del resto de mamíferos. También, y paralelamente, comenzaron una serie de trabajos tafonómicos encaminados a la detección de la actividad humana en los yacimientos de Venta Micena y de la Cañada de Vélez, también en Orce, que dieron unos excelentes resultados. Se discriminaron huesos rotos por la acción antrópica de los fragmentados por la acción de los carnívoros carroñeros o por otros agentes biológicos y/o geológicos. Se discriminaron las estrías de descarnación producidas con artefactos (cut marks) de los realizados por los carnívoros con los dientes (gnaw marks)” (Martínez Navarro, 1993:21)
Se localizaron en siete lugares distintos, entre los que se encuentra Vente Micena, industria lítica que se corresponde con el mismo periodo en que el “Hombre de Orce” se supone que habitó el territorio. Los hallazgos más importantes proceden del Barranco del León y de Fuente Nueva, ambos en Orce, que consisten en lascas, sílex tallado y cantos trabajados con técnicas muy primitivas.
Por otro lado, Martínez Navarro realizó el estudio paleontológico del yacimiento de Venta Micena caracterizando una fauna típica y perteneciente estratigráficamente al Pleistoceno inferior, entre 1,8-1,6 y 0,9-0,8 m. a., formada por tres conjuntos de especies que responden a tres procedencias distintas:
- Grupo A: De evolución autóctona durante el Villafranquiense (Plioceno superior) compuesto básicamente por las especies: Mammuthus meriodionalis (elefante), Dicerorhinus etruscus (rinoceronte), Ursus etruscus (oso), Homotherium latidens (tigre dientes de sable).
- Grupo B: De inmi gración de origen asiático compuesto por todos los rumiantes localizados en Venta Micena: Bubalus sp (búfalo de agua que vive actualmente en la India), Praeovidos sp (antecesor directo del buey almizclero), y por: Capra alba (cabra) y Canis etruscus (antecesor directo del lobo actual).
- Grupo C: De inmi gración de origen africano compuesto por: Hippopotamus anphibius antiguus (hipopótamo), Pachycrocuta brevirostris (hiena de gran tamaño) y Megahtereon sp (pequeño tigre dientes de sable).
Incluir que en el yacimiento de Cueva Victoria se localizó un par de piezas dentales correspondientes a un cercopiteco, un mono de grandes dimensiones.
LOS PRIMEROS POBLADORES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.