Vázquez de Mella ya lo dijo a finales del siglo XIX: el carlismo sin dirigentes se terminaría convirtiendo en un movimiento de izquierdas. Es un fenómeno curioso que es difícil de entender desde nuestras coordenadas actuales. Tenemos demasiado ancladas en nuestro mapa mental la equivalencia: republicanismo = izquierda. Es difícil de entender que haya un movimiento de izquierdas y monárquico. Aunque ya a finales del XIX se le llamaba al pretendiente carlista: “el rey de los pobres”.
Este movimiento comienza con Lorenz von Stein quien propugna una monarquía de la “reforma social”. El considera que el rey al no ser ni de izquierdas ni de derechas, sino que está por encima de todos, es el único capaz de reformar la sociedad sin intereses partidistas. Este autor, hoy en día desconocido, fue leído por el preceptor de Juan Carlos I, Angel López Amo. El resultado es una monarquía “social”. Pienso que Angel Lopez Amo cuando escribió su obra “La monarquía de la reforma social” estaba pensando más en la Alemania biasmarkiana o incluso una Inglaterra “a lo David Lloyd George” que a la aberración que tenemos en España con el Preparado y su “republicana” mujer.
Es verdad que sobre el proyecto carlista sobrevuelan ideas muy interesantes: el distributismo (Chesterton) más cercana a lo que he comentado más arriba, pero también la democracia jeffersoniana, un mundo de pequeños propietarios. Esta última corriente, era Aristóteles la opción más estable, aunque en el plano real presenta problemas serios de aplicación práctica. Este igualitarismo de la propiedad influyó al Código Civil napoléonico. El Código Civil napoleónico estipulaba que cuando no hubiese testamento, hubiese una distribución equitativa de la herencia. Esta idea es muy “jeffersoniana”, pues es esta misma idea la que lastró el desarrollo industrial francés. La ausencia de grandes capitales impidió las grandes inversiones que requirió la revolución industrial.
Otra corriente interesante que alberga el carlismo, es efectivamente, la idea de la forma de gobierno monarquico. La Monarquía que desde la perspectiva ancap sería una forma ideal de “gobierno mínimo” o “gobierno del 3 % del PIB”. Un gobierno mínimo que dejaría manga ancha a las empresas, mientras que él se arroga funciones básicas estilo “Night-watchman state”.
El carlismo tiene el problema de que nunca fue algo ideaológicamente muy definido o más bien era una cosmovisión totalizadora que englobaba todo el espectro político. En comunidades donde la presencia carlista era hegemónica como en Navarra, el carlismo ha nutrido al Partido socialista Navarro, al partido conservador navarro (UPN) y por supuesto a los partidos nacionalistas vascos. Todos ellos fundados, dirigidos y/o con una masa de votantes extraída del carlismo. Lo que se observa es que el carlismo cuando se fractura, cada coge la parte que más le convenía. Para los socialistas (Carlos Hugo etc.) pues fue el aspecto social heredado de Rerum Novarum, para los conservadores, pues es el aspecto religioso, y así con todo lo demás.