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Fuentes:
[1] Jean Mabire y
Pierre Vial, “Les Solstices. Historie et actualité” GRECE editions, París, 1975.
[2] Motivos estudiados por
J. Dechelette en
“Le culte du Soleil aux temps prehistóriques”, Rev. Archeologie, París, 1909.
[3] RIG-VEDA, I, 164, 2.
[4] J. Dechelette,
“Manuel d´Arquéologie préhistorique, celtique et gallo-romaine” Vol. 2, pág. 416. París, 1910.
[5] El origen del culto solar en los grabados rupestres escandinavos ha sido estudiado, entre otros, por
P. Gelling y
H.Ellis Davidson en
“The Chariot of the Sun”, Londres, 1969.
A ello podríamos añadir y complementar al autor de este artículo que estos tipos de petroglifos no solo son patrimonio de los escandinavos. En nuestra península y concretamente en Galicia tenemos abundantes petroglifos con representaciones de ruedas solares, ciervos, caballos, laberintos... concretamente en el concello pontevedrés de Campo Lameiro.
[6] Montelius, “Kulturgeschchte Schwedens”, pág. 136. Leipzig, 1906.
[7] Dechelette, Op. cit. Vol.2, pág. 454.
[8] J. Marques Riviere,
“Amulets, talismans et pantacles”, París, 1950.
[9] René Guènon,
“Le Symbolisme de la Croix”, París, 1931.
[10] Axel Olrik,
“Om Raganarok”, Copenhage, 1902-1914.
[11] Para los germanos y los nórdicos, la svástica es conocida como el fylfol. Esto es lo que nos explica un autor versado en el mundo tradicional: “Se atribuía a dicho símbolo un poder protector contra el rayo, precisamente por su conexión con el dios que lo domina. El fylfol era grabado sobre las campanas como signo de protección contra las tormentas y el rayo. Es oportuno aclarar que la esvástica, además de símbolo solar y polar, que expresa la idea de centralidad, de equilibrio y de fuerza, es signo de lucha y victoria, de prosperidad y buena fortuna. Significa una acción enérgica, fulminante, efectuada en armonía con el orden cósmico: una acción que resulta eficaz y da buenos resultados precisamente porque está bien centrada. Probablemente represente tal símbolo el girar del martillo lanzado al aire y que vuelve después a manos de su poseedor. La forma del fylfol muy posiblemente sugiriera a los primitivos hombres del Norte la marcha o vuelo del martillo al girar. Por un lado, es como una cruz con pies, en movimiento o en actitud caminante; por otro, está formada por cuatro hachas o martillos unidos por la extremidad del mango y girando todos ellos en torno a un mismo centro.” Esta explicación nos la ofrece Antonio Medrano en su libro “La lucha con el dragón”, pág. 46-47, Ed. YataY, Madrid, 1999.
[12] E. Cabré,
“El simbolismo solar en la ornamentación de las espadas de la segunda Edad del Hierro céltico en la Península Ibérica” en Arch. Esp. Prehª Levantina, III, pág.101, 1952.
[13] E. McWhite,
“Estudios sobre las relaciones atlánticas de la Península Hispánica en la Edad del Bronce”, Madrid, 1951.
[14] F. Wattenberg,
“Las barcas solares del círculo vacceo”, Pyrenne nº2. Instituto de Arqueología y Prehistoria, Barcelona, 1966.
[15] E. Cabré, Op. cit. pág.116.
[16] F. Wattenberg,
“Las cerámicas indígenas de Numancia”, Bibliotheca Praehistorica Hispana, Vol.4, Madrid, 1963.
[17] Dicha diadema se puede observar en el Museu Arqueolóxico Provincial de La Coruña. Igualmente representaciones de tetraskeles (svásticas de lados curvos) las podemos encontrar labradas en piedra en los Museus Arquolóxicos de Pontevedra y Orense respectivamente, piedras que se colocaban a las entradas de las casas castreñas, por ejemplo en el castro de Santa Tecla (Pontevedra) o de Castromao (Orense). Igualmente las ondas y los zigzags de los que habla el autor, también las encontramos dentro de la cerámica y labradas en enormes piedras (las "pedras formosas”, siendo la más conocida la encontrada en la citánia de Briteiros, al norte de Portugal) de esta cultura céltica y atlántica por excelencia.
[18] Ver la obra de
J.M, Iglesias Gil,
“Epigrafía cántabra. Estreometría, decoración y onomástica”. Institución Cultural de Cantabria, Santander, 1976.
[19] Ver la obra de
M.A. García Guinea y
Regino Rincón,
“El asentamiento cántabro de Celada Marlantes”, Institución Cultural de Cantabria, Santander, 1976.
[20] Así lo citan Minutio Félix, Tertuliano y el
“Codex Theodosianus”. También tenemos noticias de que en el Museo Nacional de Roma se guardaba un estandarte o
“Cantaber”, pero actualmente no hemos encontrado nada sobre él. (Según testigos, llevaba el símbolo de las medias lunas de los cántabros junto a cinco cruces gamadas que lo rodeaban).
[21] Alfred Rosenberg,
“Das Wefensgefüge des Nationalsozialismus”, Munich, 1933.
[22] Dicha iglesia es una auténtica joya de nuestro arte mozárabe, enclavada en medio del desfiladero de La Hermida (Picos de Europa), al lado del río Deva (deva,
en sánscrito significa dios, vida... curiosamente). Los canecillos exteriores de la iglesia están formados por triskeles. Y justo en el atrio de la iglesia tenemos un tejo milenario, donde según cuentan los lugareños, era lugar de reunión de los habitantes del pueblo para sus solemnidades y demás actos sociales.
[23] La ignorancia con respecto a este símbolo en Vasconia, que lo han querido “politizar”, es enorme. Preguntando a algún nacionalista por el significado del “lauburu”, han llegado a contestar que es la representación de las tres provincias vascas (Alava, Guipúzcoa, Vizcaya) y de Navarra... ¡increíble!
[24] Adolf Hitler,
“Mi Lucha”, cap. VII, pág. 260, Avila, 1937.
[25] Adolf Hitler, Op. cit., pág. 260-261.
[26] La svástica en el Buddhismo Mahayâna (Tíbet, Japón, China...) no solo es representada en el pecho del Buddha (como símbolo de apertura de corazón, de realización espiritual... por algo se le sitúa en ese chakra) sino que también es situada a la entrada de los templos, como símbolo benéfico y de protección. Para una profundización mayor de este símbolo en su concepción tradicional y más metafísica podemos consultar las siguientes obras de René Guènon, “La Gran Triada” (Cap. V, “La doble espiral” y VI. "Solve et Coagula” Ed. Obelisco, Barcelona, 1986),
“El Simbolismo de la Cruz” (Cap. X. “La esvástica” Ed. Obelisco, Barcelona, 1987) y
”Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada” (Cap.XVII “La Letra G y el Svástika”, Eudeba-Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1988). Igualmente en el libro del belga
Conde Glauvet D´Alveilla, “A Migraçao dos Símbolos”, Ed. Pensamento, Sao Paulo, 1986, encontramos un capítulo dedicado a la gammadion-svástica.