cuñado de bar
Hablando sin tener ni idea
- Desde
- 14 May 2022
- Mensajes
- 7.474
- Reputación
- 29.313
El contexto macroeconómico y geopolítico que vive Europa (subida de costes, inflación, guerra de Ucrania...) tiene su impacto en las baldas de los supermercados: porque es más caro hacer la compra, pero también porque esto está provocando cambios en la oferta, forzados por un consumidor que mira más el precio que nunca. A esto se une un mayor interés por parte de los socios europeos por nuestros productos, lo que los encarece aún más.
Varias baldas vacías sin producto en una de las principales cadenas de supermercados de Berlín, en Alemania.© AFP
Se acabó lo de tener sandías, alcachofas o mangos los 365 días del año o siete variedades distintas de pimientos o patatas y, además, todo a un precio razonable. Como dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, «se acabó la era de la abundancia», también en el súper.
Acostumbrado a ver siempre las tiendas a rebosar en cantidad y variedad, el consumidor español ha asistido atónito en los últimos meses a episodios de racionamiento y roturas puntuales de stock: cuando estalló la guerra de Ucrania escaseó el aceite de girasol, durante la huelga de tras*portistas de enero lo que faltó fue la leche. El pasado verano fue la crisis del hielo.
«En este contexto de subida de costes, el invierno va a ser duro. Para el consumidor va a ser muy complicado ir a hacer la compra. Por eso, se reorganizará parte de la oferta y las tiendas volverán a centrarse en los básicos, porque al agricultor no se le va a pagar el diferencial por cultivar patata jovenlandesada, ni la mayoría de consumidores va a pagar más por ella. Los productores están en un momento en el que o sobreviven y repercuten el coste de producción o no producen porque saben que van a perder dinero», explica Pilar Aguado, experta en supply chain (cadena de suministro) de la Universidad Politécnica de Valencia y directora de compras de la empresa United PetFood.
La escalada de costes afecta a toda la cadena. El productor, al que le ha subido el precio de la energía y de los piensos con los que alimenta a sus animales, tiene que cobrar más caro el producto que vende. El distribuidor, a su vez, paga también más por la energía y por lo que compra al proveedor. «Hay algunos productos que se han encarecido tanto en origen que a veces nos planteamos si compensa tenerlos porque no podemos repercutir ese sobrecoste al consumidor», explican desde una cadena de supermercados.
Problemas en Alemania
En Alemania, algunas cadenas están empezando a prescindir de los productos de grandes fabricantes porque se niegan a pagar por ellos lo que consideran precios irracionales. Estos, a su vez, alegan que los costes se les han disparado. Es el caso, por ejemplo, de la marca de cereales o barras de chocolate Mars. Esta semana algunas cadenas mostraban las baldas dedicadas a estos productos casi vacías. «Queridos clientes: lamentamos informarles de que actualmente no podemos ofrecer todos los productos de nuestro proveedor Mars», indicaba una nota en un pasillo de un supermercado Edeka en Berlín.
En España eso no ha ocurrido, pero fuentes de la distribución sí reconocen que «en productos industriales algunos proveedores han comunicado ya la quinta subida de precios». «Estos incrementos, sin duda, dan lugar a tensiones porque tienes que decidir qué es peor: si prescindir del producto o repercutir el aumento al consumidor. Es una decisión muy arriesgada para el súper. El que hace el surtido es el responsable de decidir si a ese precio merece la pena tener el artículo o no»
.
Esto «no significa que los productores se esté forrando», advierten. Al contrario. La subida de costes ha hecho que algunos «hayan dejado de producir porque no les compensa», explica Pilar Aguado. Es el caso del tomate de Holanda, por ejemplo, «porque necesita calefacción y los costes han subido tanto que no compensaba», explican desde UPA, la Unión de Pequeños Agricultores. No creen que haya habido una «subida fuerte de precios en horticultura», pero recuerdan que hay productos que se han disparado más porque «ha habido una tormenta perfecta»: las cosechas han sido escasas, llega menos cereal de Ucrania (para Europa uno de los principales proveedores) y por el aumento de los costes de producción.
Sustitución
«Por la situación que vivimos, va a pasar que a partir de ahora a veces no vamos a encontrar en las tiendas el producto que queremos, y si lo encontramos, igual lo sustituimos por otro porque no vamos a querer pagarlo a ese precio. Pero el consumidor siempre tendrá nutrida oferta y alternativas», explican desde una cadena de supermercados.
Pilar Aguado cree que «no habrá racionamiento, pero sí un cambio de hábitos de consumo y no habrá tanta disponibilidad en el mercado», sobre todo en el caso de los productos frescos.
Como explica un ejecutivo del sector de la distribución, «la variedad de pimientos se ha multiplicado en los últimos años, por ejemplo. Sí puede ocurrir que, de tanta variedad a la que estamos acostumbrados, ahora haya productos que por un tema de mercado y de costes dejen de estar puntualmente, pero siempre habrá otra alternativa», señala.
Este cambio en la oferta también lo forzará el consumidor, que busca ahorro. «Estamos en economía de crisis, llevamos todo el año sustituyendo unos productos por otros de menos precio», añade.
La distribución en España es la más competitiva de Europa. Hay muchas cadenas y como los márgenes son pequeños (no superiores al 2%), éstas buscan volumen de compra y visitas para ganar cuota. Hay mucha competencia y por eso «no se pueden permitir restringir mucho la oferta, porque si un cliente no encuentra el producto que necesita en una tienda se va a ir a otra, pero tú no sólo pierdes la venta de ese producto, sino la de la cesta entera», explican fuentes de la distribución.
«En circunstancias difíciles como las actuales, la distribución está actuando con una gran responsabilidad a la hora de decidir el surtido. Si en algún caso esto implica prescindir de algún producto excesivamente alto en precio, esto lo que demuestra es que las subidas de los eslabones anteriores no se están repercutiendo sin más», dice Ignacio García-Magarzo, director general de Asedas, la patronal de los supermercados.
Más demanda
Hay otro elemento que alimenta el problema y es que, como España es uno de los principales países productores, hay una mayor demanda por parte de mercados europeos y eso hace que los precios suba. La subida de costes y la falta de cereal por la guerra de Ucrania «nos afecta a todos y hay empresas europeas comprando a saco en España productos que antes no compraban», explican fuentes del sector agroalimentario.
«Eso es bueno para el productor mientras que para los supermercados y distribuidores es un reto porque ya llevamos tiempo compitiendo con los mercados europeos, exportando nuestro producto, y ahora va a ir más», explican estas fuentes.
«En realidad es un gran momento para el sector agroalimentario español. Es verdad que hay un problema de subida de costes y materias primas, pero por otro lado somos una gran potencia agroalimentaria y hay una gran oportunidad para los productores que tengan producto que ofrecer al mercado», explican fuentes del sector primario.
La distribución puede tener «algunas dificultades de aprovisionamiento» por ello. «Si no hay aceite y España es el principal país productor, todos vendrán aquí a comprarlo. A más demanda y menor oferta, suben precios», explican desde el sector primario, que recuerdan que las últimas cosechas de cereal no fueron buenas, a lo que unimos la pérdida de lo que importábamos a Ucrania, de ahí que se hayan disparado los piensos de los animales y, como consecuencia, la mayoría de productos de alimentación.
Por ello «puede pasar que algunos supermercados se encuentren con dificultades puntuales para encontrar algún producto a precio razonable, pero se juegan mucho si tienen rotura de stock en los básicos, pues corren el riesgo de que los clientes se vayan a otra tienda. Por ejemplo, al canal especialista, la frutería de toda la vida. Desabastecimiento no va a haber, pero sí algunas tiendas que ofrezcan más oferta y otras que no, que la reduzcan y vayan a lo básico».
Costes invisibles
La subida de precios en origen (lo que le cuesta de más al agricultor producir una patata) no se traslada igual en destino (lo que cobra el súper por la patata), porque los eslabones de la cadena (intermediarios, tras*porte, envasado...) «van absorbiendo estos incrementos en sus respectivos márgenes» recuerdan fuentes del sector agroalimentario.
«Hay una serie eslabones invisibles que contribuyen a que suba el precio, son costes invisibles que también se repercuten y encarecen el producto. Por ejemplo, en la fase de comercialización, las fresas, antes de envasarlas pasan por varias etapas (calibrado, ver si hay merma...) y cada una de ellas tiene unos costes de los que no somos conscientes, son invisibles», señalan.
Desde UPA, insisten en que «la configuración de los precios sigue sin ser perfecta. Antes teníamos las migajas y ahora tenemos unas migajas más caras que hace un año. Esperamos que la distribución se ajuste el margen y no deje de ofrecer productos de cercanía y de temporada sólo porque han subido. ¿Que ya no vamos a tener sandías fuera de temporada? Pues a lo mejor eso es lo normal y no lo otro».
La crisis de precios decreta el fin de la abundancia en el supermercado: "Hay productos que no compensa tener en las baldas" (msn.com)
Varias baldas vacías sin producto en una de las principales cadenas de supermercados de Berlín, en Alemania.© AFP
Se acabó lo de tener sandías, alcachofas o mangos los 365 días del año o siete variedades distintas de pimientos o patatas y, además, todo a un precio razonable. Como dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, «se acabó la era de la abundancia», también en el súper.
Acostumbrado a ver siempre las tiendas a rebosar en cantidad y variedad, el consumidor español ha asistido atónito en los últimos meses a episodios de racionamiento y roturas puntuales de stock: cuando estalló la guerra de Ucrania escaseó el aceite de girasol, durante la huelga de tras*portistas de enero lo que faltó fue la leche. El pasado verano fue la crisis del hielo.
«En este contexto de subida de costes, el invierno va a ser duro. Para el consumidor va a ser muy complicado ir a hacer la compra. Por eso, se reorganizará parte de la oferta y las tiendas volverán a centrarse en los básicos, porque al agricultor no se le va a pagar el diferencial por cultivar patata jovenlandesada, ni la mayoría de consumidores va a pagar más por ella. Los productores están en un momento en el que o sobreviven y repercuten el coste de producción o no producen porque saben que van a perder dinero», explica Pilar Aguado, experta en supply chain (cadena de suministro) de la Universidad Politécnica de Valencia y directora de compras de la empresa United PetFood.
La escalada de costes afecta a toda la cadena. El productor, al que le ha subido el precio de la energía y de los piensos con los que alimenta a sus animales, tiene que cobrar más caro el producto que vende. El distribuidor, a su vez, paga también más por la energía y por lo que compra al proveedor. «Hay algunos productos que se han encarecido tanto en origen que a veces nos planteamos si compensa tenerlos porque no podemos repercutir ese sobrecoste al consumidor», explican desde una cadena de supermercados.
Problemas en Alemania
En Alemania, algunas cadenas están empezando a prescindir de los productos de grandes fabricantes porque se niegan a pagar por ellos lo que consideran precios irracionales. Estos, a su vez, alegan que los costes se les han disparado. Es el caso, por ejemplo, de la marca de cereales o barras de chocolate Mars. Esta semana algunas cadenas mostraban las baldas dedicadas a estos productos casi vacías. «Queridos clientes: lamentamos informarles de que actualmente no podemos ofrecer todos los productos de nuestro proveedor Mars», indicaba una nota en un pasillo de un supermercado Edeka en Berlín.
En España eso no ha ocurrido, pero fuentes de la distribución sí reconocen que «en productos industriales algunos proveedores han comunicado ya la quinta subida de precios». «Estos incrementos, sin duda, dan lugar a tensiones porque tienes que decidir qué es peor: si prescindir del producto o repercutir el aumento al consumidor. Es una decisión muy arriesgada para el súper. El que hace el surtido es el responsable de decidir si a ese precio merece la pena tener el artículo o no»
.
Esto «no significa que los productores se esté forrando», advierten. Al contrario. La subida de costes ha hecho que algunos «hayan dejado de producir porque no les compensa», explica Pilar Aguado. Es el caso del tomate de Holanda, por ejemplo, «porque necesita calefacción y los costes han subido tanto que no compensaba», explican desde UPA, la Unión de Pequeños Agricultores. No creen que haya habido una «subida fuerte de precios en horticultura», pero recuerdan que hay productos que se han disparado más porque «ha habido una tormenta perfecta»: las cosechas han sido escasas, llega menos cereal de Ucrania (para Europa uno de los principales proveedores) y por el aumento de los costes de producción.
Sustitución
«Por la situación que vivimos, va a pasar que a partir de ahora a veces no vamos a encontrar en las tiendas el producto que queremos, y si lo encontramos, igual lo sustituimos por otro porque no vamos a querer pagarlo a ese precio. Pero el consumidor siempre tendrá nutrida oferta y alternativas», explican desde una cadena de supermercados.
Pilar Aguado cree que «no habrá racionamiento, pero sí un cambio de hábitos de consumo y no habrá tanta disponibilidad en el mercado», sobre todo en el caso de los productos frescos.
Como explica un ejecutivo del sector de la distribución, «la variedad de pimientos se ha multiplicado en los últimos años, por ejemplo. Sí puede ocurrir que, de tanta variedad a la que estamos acostumbrados, ahora haya productos que por un tema de mercado y de costes dejen de estar puntualmente, pero siempre habrá otra alternativa», señala.
Este cambio en la oferta también lo forzará el consumidor, que busca ahorro. «Estamos en economía de crisis, llevamos todo el año sustituyendo unos productos por otros de menos precio», añade.
La distribución en España es la más competitiva de Europa. Hay muchas cadenas y como los márgenes son pequeños (no superiores al 2%), éstas buscan volumen de compra y visitas para ganar cuota. Hay mucha competencia y por eso «no se pueden permitir restringir mucho la oferta, porque si un cliente no encuentra el producto que necesita en una tienda se va a ir a otra, pero tú no sólo pierdes la venta de ese producto, sino la de la cesta entera», explican fuentes de la distribución.
«En circunstancias difíciles como las actuales, la distribución está actuando con una gran responsabilidad a la hora de decidir el surtido. Si en algún caso esto implica prescindir de algún producto excesivamente alto en precio, esto lo que demuestra es que las subidas de los eslabones anteriores no se están repercutiendo sin más», dice Ignacio García-Magarzo, director general de Asedas, la patronal de los supermercados.
Más demanda
Hay otro elemento que alimenta el problema y es que, como España es uno de los principales países productores, hay una mayor demanda por parte de mercados europeos y eso hace que los precios suba. La subida de costes y la falta de cereal por la guerra de Ucrania «nos afecta a todos y hay empresas europeas comprando a saco en España productos que antes no compraban», explican fuentes del sector agroalimentario.
«Eso es bueno para el productor mientras que para los supermercados y distribuidores es un reto porque ya llevamos tiempo compitiendo con los mercados europeos, exportando nuestro producto, y ahora va a ir más», explican estas fuentes.
«En realidad es un gran momento para el sector agroalimentario español. Es verdad que hay un problema de subida de costes y materias primas, pero por otro lado somos una gran potencia agroalimentaria y hay una gran oportunidad para los productores que tengan producto que ofrecer al mercado», explican fuentes del sector primario.
La distribución puede tener «algunas dificultades de aprovisionamiento» por ello. «Si no hay aceite y España es el principal país productor, todos vendrán aquí a comprarlo. A más demanda y menor oferta, suben precios», explican desde el sector primario, que recuerdan que las últimas cosechas de cereal no fueron buenas, a lo que unimos la pérdida de lo que importábamos a Ucrania, de ahí que se hayan disparado los piensos de los animales y, como consecuencia, la mayoría de productos de alimentación.
Por ello «puede pasar que algunos supermercados se encuentren con dificultades puntuales para encontrar algún producto a precio razonable, pero se juegan mucho si tienen rotura de stock en los básicos, pues corren el riesgo de que los clientes se vayan a otra tienda. Por ejemplo, al canal especialista, la frutería de toda la vida. Desabastecimiento no va a haber, pero sí algunas tiendas que ofrezcan más oferta y otras que no, que la reduzcan y vayan a lo básico».
Costes invisibles
La subida de precios en origen (lo que le cuesta de más al agricultor producir una patata) no se traslada igual en destino (lo que cobra el súper por la patata), porque los eslabones de la cadena (intermediarios, tras*porte, envasado...) «van absorbiendo estos incrementos en sus respectivos márgenes» recuerdan fuentes del sector agroalimentario.
«Hay una serie eslabones invisibles que contribuyen a que suba el precio, son costes invisibles que también se repercuten y encarecen el producto. Por ejemplo, en la fase de comercialización, las fresas, antes de envasarlas pasan por varias etapas (calibrado, ver si hay merma...) y cada una de ellas tiene unos costes de los que no somos conscientes, son invisibles», señalan.
Desde UPA, insisten en que «la configuración de los precios sigue sin ser perfecta. Antes teníamos las migajas y ahora tenemos unas migajas más caras que hace un año. Esperamos que la distribución se ajuste el margen y no deje de ofrecer productos de cercanía y de temporada sólo porque han subido. ¿Que ya no vamos a tener sandías fuera de temporada? Pues a lo mejor eso es lo normal y no lo otro».
La crisis de precios decreta el fin de la abundancia en el supermercado: "Hay productos que no compensa tener en las baldas" (msn.com)