No abro este hilo en Temas Calientes porque no es un tema caliente. Es un tema histórico de "eje longitudinal" que diría Aynrandiano.
No lo abro en Guardería porque no puedo responder en ese foro.
Lo abro en Historia porque es historia del Arte. En la primera página veo un hilo sobre Bach. Venga me animo.
Con Paco Martínez Soria (actor, productor teatral y según he leído en Rambla Libre dueño de un pilinguiclub) como mascarón de proa me adentro en el proceloso mar de encontrar los motivos por los cuales el cine español, a pesar de tantas películas que se han hecho, es tan flojillo. No me vale la típica explicación endófoba de que "los españoles no tenemos creatividad artística" cuando nuestra historia lo desmiente. O que no sabemos contar historias, o crear imágenes potentes, cuando somos el país de la novela picaresca, del Quijote, de Velázquez y de Goya. O que no tenemos un buen nivel cultural como país. Como si hiciera falta un gran nivel cultural para disfrutar de una buena película del Oeste por ejemplo. Esas excusas apestan a foro tractoriano antiespañol.
Tampoco creo que la culpa sea de la protección estatal. El cine español está subvencionado, y sería inviable económicamente en su mayor parte sin las subvenciones. Aynrandiano tiene un hilo sobre ese tema. De hecho confieso que su hilo es el que me ha inspirado para escribir éste. Es verdad, el cine español depende en gran medida del dinero público, desde hace mucho. Pero eso no explica por qué el cine español está por debajo en cantidad de grandes obras si se compara con otros países como Francia, Reino Unido y ya no te digo Estados Unidos. Se puede hacer cine rentable que sea mediocre o hasta basuriento, y hay cine con mecenazgo público que tiene una gran calidad. Lo uno no lleva a lo otro.
La protección pública del sector cine no es sólo de España. En Francia, Reino Unido, Italia, Alemania etc el sector público ayuda al cine, mediante subvenciones directas, cuotas de pantalla y otros instrumentos. También en Estados Unidos hay ayudas, pero son indirectas, como incentivos fiscales. El cine francés está tan protegido como el español, o más, y el inglés lo mismo, desde hace mucho. Pero la producción de ambos países suele ser mucho mejor que la española. Entonces los motivos no están en principio al menos en la financiación. En España se ha intentado hacer cine desde el primer momento, desde finales del siglo XIX, y se ha apoyado al sector desde los años cuarenta desde el Estado, como en otros países europeos, y el saldo de obras maestras y de géneros fértiles es mucho menor. En este hilo voy a proponer una serie de explicaciones.
Este fotograma es de "Cabiria", una película italiana de Giovanni Pastrone de 1914. La grandiosidad de esta película, o de "El nacimiento de una nación" de Griffith, "Metrópolis" de Lang o "Napoleón" de Abel Gance, nos da una pista de la importancia de los medios en el cine. Hoy no tendría importancia porque se puede rodar cualquier cosa con el móvil, pero cuando los países comenzaron a hacer cine el factor industria fue decisivo. Si nos fijamos, los países con una tradición más continuada de buen cine son más o menos los mismos que hacían el mejor cine de entreguerras, que fue cuando el séptimo arte se asentó como gran instrumento de entretenimiento social. Antes de la 2 Guerra Mundial las industrias más importantes del cine eran las de Estados Unidos, Francia y Alemania. Detrás de ese podio, estaban Reino Unido, Italia y la Unión Soviética. También Suecia y Japón. Bueno pues más o menos siguen siendo los mismos países. Tienen tradición de buen cine.
Tras la 2 Guerra Mundial otros países se han apuntado, el cine polaco, el cine mexicano, el cine checo, el cine argentino, el cine brasileño, el cine chino. El cine español quiso subirse al carro de los "emergentes" en tiempos de Franco. ¿Por qué no lo hizo antes? Porque el cine es un arte industrial y necesita una industria nacional fuerte. Una novela necesita papel y tinta. Una sinfonía igual. Una película necesita mucha logística y mucha coordinación de mucha gente. Los países que en el período de entreguerras triunfaron con su cine estaban avanzados en su industrialización. La excepción relativa sería la soviética, pero ya por entonces se estaba industrializando a marchas forzadas, con un coste humano brutal, y su cine es un reflejo de esa industrialización rápida.
Por eso España no tiene una tradición industrial de hacer cine. Se hacía cine como se podía. Y como no se podía mucho, se arriesgaba poco. El cine español de la segunda república por ejemplo era un cine malísimo y superfolcklórico. Era cine de madrileñada, andaluzada y baturrada. Eso no os lo contarán los nostálgicos de aquella época pero así fue. Cuando España se moderniza, su cine se va haciendo más interesante, pero no alcanza a la calidad del de otros países porque parte con desventaja y tiene rémoras debidas a esa desventaja.
Las industrias fuertes atraen cerebros. Las industrias débiles se quedan sin ellos. Los países con cines fuertes atraen a gente talentosa de todas partes, gente que los cines flojos no pueden retener. Es el caso de Estados Unidos. Su cine ha sido históricamente tan fuerte que ha absorbido cerebros. El cine de aquel país era como un panal de rica miel al que acudieron talentos como Hitchcock, Fritz Lang, Renoir o Billy Wilder (en la foto durante el rodaje de "El crepúsculo de los dioses"). Ese cine permitía también que "chicos de los recados" que estaban en la parte más baja del proceso de rodaje pero que tenían talento y hambre pudieran subir escalones hasta ser directores, como John Ford, Howard Hawks y Raoul Walsh. También tenía suficiente músculo para atraer al cine a talento de otros ámbitos, como el locutor y empresario teatral Orson Welles o el fotógrafo de prensa semiautista Stanley Kubrick.
El cine español no podía atraer cerebros. Con algunas contadas excepciones como Ladislao Vajda o Marco Ferreri, que hicieron algunas buenas películas en España, lo que hacíamos era perder cerebros. Uno de los mayores pioneros del cine fue un español, Segundo de Chomón:
Segundo de Chomón - Wikipedia, la enciclopedia libre
A pesar de sus intentos de crear una industria de cine en España, tuvo que recurrir continuamente a los mercados francés e italiano para sobrevivir y darnos su talento. Otro fue Buñuel, considerado el mejor cineasta español de la historia y que en España sólo rodó tres películas (casi todas las demás las rodó en industrias más potentes, Francia y México), y una de ellas "Las Hurdes" se la financió un anarquista con un premio de lotería.
Otro ejemplo de fuga de cerebros. La gran dama del cine francés de los años cuarenta y cincuenta era una española, María Casares, hija del político Santiago Casares Quiroga. Nuestro cine se perdió su magnética presencia.
Una tercera razón para entender la chunguez de nuestro cine es que como no había una tradición fuerte de cine como en otros países, aquí el cine no se tomaba en serio, en comparación con el otro arte escénico, el teatro. Los actores en España siempre toda la vida le han dado más valor a su trabajo en las tablas que ante una cámara. Siempre dicen que hacen cine "pa comé" y hacen teatro "porque lo aman". Resultado: el cine español está teatralizado. Los actores españoles lo han empujado a la teatralización, al exceso de diálogos, a la verborrea. En el cine español siempre se habla demasiado.
Y los directores han terminado por apoyarse en los diálogos renunciando a contar historias con imágenes. Eso mata el cine.
Os pongo un ejemplo, "2001, odisea en el espacio" es muda en la mitad de su metraje. Kubrick narraba con imágenes de manera impecable. Pero os pongo otro ejemplo, "Rambo III" también es muda en buena parte de su metraje, a pesar de que es una película mediocre. Los americanos están acostumbrados a contar historias con el poder de la imagen, salgan pelis mejores o peores.
En España no se puede. Los actores hablan y hablan. En las películas de Pajares y Esteso los actores incluso recurrían a mover los labios sin decir nada mientras les rodaban porque después al sonorizar incluían frases y chistes poniéndolos en su boca. Hasta qué punto el cine español es verborrea.
¿Por qué nos gusta el cine americano? Porque está bien hecho, porque se nota que se gastan el dinero, porque es entretenido, porque narran muy bien. Pero también porque hay personajes como Andy Dufresne de "Cadena perpetua". Porque hay un John T. Chance, un Rocky Balboa, un Luke Skywalker, un Batman como los de Christopher Nolan. Porque hay personajes que nos inspiran. En el cine de Estados Unidos hay lugar para el idealismo. Para hombres luchadores que se ganan su hueco en el mundo. Para triunfadores, da igual si parten de muy arriba como Bruce Wayne o de muy abajo como Rocky. Para tíos que miran a los ojos, dicen la verdad, se mantienen firmes en su puesto y no traicionan aquello que aman.
Fijaos que en el cine americano se idealizan incluso los delincuentes, como el Joker o la familia Corleone, porque a su criminal manera tienen sus "valores".
En el cine español no hay ni rastro de eso. El cine español carece totalmente de idealismo. Es el cine del pícaro, del aprovechado. En los últimos tiempos hay películas españolas que son auténticos cantos a la picaresca, como "Carmina o revienta" o "El gran Vázquez". Eso acaba desembocando en un cine inmoral, o amoral, y bastante feísta. En "Mentiras y obesas" la cosa va de mucha gente guapa amando, haciendo el inane y drojándose. Y ya, eso es todo.
También el cine español es el del realismo seco y descarnado. "La familia de Pascual Duarte" rodada por Ricardo Franco, o la de Vicente Aranda sobre El Lute muestran una España realista, cutre y jodida, son realistas y por tanto son películas muy honestas. Pero no ofrecen una alternativa idealizadora. No muestran una escapatoria. Todo es plano y sin futuro. Y el cine tiene que ayudarnos a soñar.
En España hemos copiado el cine anti-idealista de otros países. Por ejemplo no copiamos el western americano, sino el spaghetti-western italiano, cínico y despiadado. Nuestros directores intentaron no imitar a Ford o a Anthony Mann sino a los italianos que parecían a su alcance como Corbucci, Valerii o Sollima (Sergio Leone jugaba en otra liga). Y cuando hay un subgénero propio, es anti-idealista total: el cine de navajeros, toretes y vaquillas.
Para que el cine de un país tenga buen nivel hace falta un mínimo de libertad de expresión. Todas las libertades tienen límites, deben tenerlos, pero que en las películas se puedan tocar temas controvertidos, importantes, es buena señal de que su industria funciona bien. Los países con mejores trayectorias de películas han sido bastante liberales, aunque siempre hubo censura. En Estados Unidos tuvieron el Código Hays, pero había bastante libertad. En Francia, Italia etc había libertad de expresión. La excepción sería la Unión Soviética, pero en realidad es un buen ejemplo de lo que estoy diciendo, al cine ruso le habría ido mucho mejor aire fresco.
El franquismo fue un obstáculo. No voy a ser tan petulante como para decir que durante el franquismo se hizo todo mal, pero la falta de libertad de expresión, con sus juntas censoras llenas de curas vitalmente frustrados, le hizo daño al arte nacional. De hecho se impuso el doblaje para "filtrar" las conversaciones, no fuera que algún personaje manifestase simpatías republicanas. Ese doblaje hizo daño a la industria del cine, como veremos luego, y no nos ha ayudado nada a quitarnos de encima nuestra tradicional torpeza con el idioma inglés (cuando de niño mis padres me llevaron a Portugal allí vi que las películas no estaban dobladas ni subtituladas, y los portugueses sabían inglés mientras que en España sólo se decía "oquei berigüel").
Cuando el franquismo fue una dictadura, las juntas censoras llenas de curas impedían la libre expresión del artista. Cuando se convirtió en dictablanda en los sesenta, el franquismo para evitar una oposición intelectual a su régimen comenzó a promover la tontería en el cine y en otros terrenos culturales. RTVE apoyó la cultura yeyé con mucha más energía (y con el dinero de nuestros padres y abuelos) que el felipismo con la Movida. Eso no ayudó a nuestro cine, que se atiborró de estupideces y chorradas. Si no me creéis, ved algún día "Cine de Barrio". No era de barrio: la tontería del landismo y del marisolismo estaba promovida por el sistema. El sistema cambió a Alfredo Mayo en uniforme legionario por Rocío Durcal en minifalda casi sin que el público tuviera tiempo de reaccionar.
En los años cuarenta, en España se instituyeron una juntas censoras de carácter nacional-católico que velaban por la jovenlandesalidad intachable de las películas que se estrenaban. Hasta aquí cero sorpresa. También establecieron unas ayudas para hacer cine español. Los distribuidores que querían estrenar en España las películas americanas necesitaban licencias de doblaje. La administración se las concedía si esos distribuidores contribuían a financiar cine español de calidad (esa calidad la decidía la junta censora). El resultado era que los empresarios rodaban cualquier cosa a toda prisa, eso sí con el sello "hecho en España", para conseguir así sus preciadas licencias de doblaje y poder estrenar las películas americanas, que eran las que los españoles querían ver. A las películas españolas alguien las llamó "instancias en celuloide", vamos una excusa rodada mal y a toda prisa para así justificar que la administración te dé tu ansiada licencia de doblaje.
Resultado, películas malas, mal hechas, mal rematadas, y políticamente correctísimas hasta hacerse inaguantables. El público comenzó a pasar bastante del cine español, dejando aparte algunos éxitos de Cifesa en cine patriótico.
Algo parecido pasó en los años ochenta con Pilar Miró (arriba en la imagen). Miró decidió que el cine español comercial del destape, terror cutre, zombis y navajeros tenía que desaparecer, y que la llegada al poder del felipismo sería acompañada con la aparición de un cine de calidad. La "ley Miró" estableció subvenciones muy abultadas para proyectos de películas que superasen el examen de una comisión de valoración y clasificación. La subvención era otorgada "sobre plano", antes de que se hubiese rodado un fotograma, y dependía de una "junta censora" (eso sí muy moderna). También establecía una cuota de pantalla "a la francesa", muy draconiana, de una película española por cada tres extranjeras dobladas.
La calidad media del cine español subió un poco con eso, es cierto. Pero se hicieron menos películas. La producción bajó. Las películas que se hicieron están casi todas olvidadas. No calaron en el público. Y como con las juntas censoras franquistas siempre había la posibilidad de compadreo y de vista subida de peso. Pilar Miró eliminó un cine español popular, bastante malo pero abundante y vivo, a cambio de un cine muy academicista, muy relamido, que no se ha quedado en el corazón de la gente. Eso no ha ayudado a la industria.
Por eso en España la comunidad de cineastas tiende a complacer a las administraciones, a las comisiones, a las juntas, a los anuncios del BOE. No se piensa en el público. Eso pasó en el franquismo y siguió pasando.
Por eso en España cuando se hace un cine pensando en el público, suele ser un cine malísimo, de guerrilla. Iquino rodó "Aborto criminal" puenteando la electricidad de las farolas para iluminar las escenas. Y como ése muchos ejemplos. No hay un equilibrio. O cine de BOE, o cine de derribo superchungo.
Esa falta de equilibrio explica por qué nuestro cine no es como el de Estados Unidos. No es sólo el dinero. Dos años después del Watergate los yanquis se marcaron una obra maestra como "Todos los hombres del presidente". Dos años después de la expropiación de RUMASA, aquí se rodó "La avispita Ruinasa", que sólo tiene de gracioso el título.
Abro paraguas.
No lo abro en Guardería porque no puedo responder en ese foro.
Lo abro en Historia porque es historia del Arte. En la primera página veo un hilo sobre Bach. Venga me animo.
Con Paco Martínez Soria (actor, productor teatral y según he leído en Rambla Libre dueño de un pilinguiclub) como mascarón de proa me adentro en el proceloso mar de encontrar los motivos por los cuales el cine español, a pesar de tantas películas que se han hecho, es tan flojillo. No me vale la típica explicación endófoba de que "los españoles no tenemos creatividad artística" cuando nuestra historia lo desmiente. O que no sabemos contar historias, o crear imágenes potentes, cuando somos el país de la novela picaresca, del Quijote, de Velázquez y de Goya. O que no tenemos un buen nivel cultural como país. Como si hiciera falta un gran nivel cultural para disfrutar de una buena película del Oeste por ejemplo. Esas excusas apestan a foro tractoriano antiespañol.
Tampoco creo que la culpa sea de la protección estatal. El cine español está subvencionado, y sería inviable económicamente en su mayor parte sin las subvenciones. Aynrandiano tiene un hilo sobre ese tema. De hecho confieso que su hilo es el que me ha inspirado para escribir éste. Es verdad, el cine español depende en gran medida del dinero público, desde hace mucho. Pero eso no explica por qué el cine español está por debajo en cantidad de grandes obras si se compara con otros países como Francia, Reino Unido y ya no te digo Estados Unidos. Se puede hacer cine rentable que sea mediocre o hasta basuriento, y hay cine con mecenazgo público que tiene una gran calidad. Lo uno no lleva a lo otro.
La protección pública del sector cine no es sólo de España. En Francia, Reino Unido, Italia, Alemania etc el sector público ayuda al cine, mediante subvenciones directas, cuotas de pantalla y otros instrumentos. También en Estados Unidos hay ayudas, pero son indirectas, como incentivos fiscales. El cine francés está tan protegido como el español, o más, y el inglés lo mismo, desde hace mucho. Pero la producción de ambos países suele ser mucho mejor que la española. Entonces los motivos no están en principio al menos en la financiación. En España se ha intentado hacer cine desde el primer momento, desde finales del siglo XIX, y se ha apoyado al sector desde los años cuarenta desde el Estado, como en otros países europeos, y el saldo de obras maestras y de géneros fértiles es mucho menor. En este hilo voy a proponer una serie de explicaciones.
Este fotograma es de "Cabiria", una película italiana de Giovanni Pastrone de 1914. La grandiosidad de esta película, o de "El nacimiento de una nación" de Griffith, "Metrópolis" de Lang o "Napoleón" de Abel Gance, nos da una pista de la importancia de los medios en el cine. Hoy no tendría importancia porque se puede rodar cualquier cosa con el móvil, pero cuando los países comenzaron a hacer cine el factor industria fue decisivo. Si nos fijamos, los países con una tradición más continuada de buen cine son más o menos los mismos que hacían el mejor cine de entreguerras, que fue cuando el séptimo arte se asentó como gran instrumento de entretenimiento social. Antes de la 2 Guerra Mundial las industrias más importantes del cine eran las de Estados Unidos, Francia y Alemania. Detrás de ese podio, estaban Reino Unido, Italia y la Unión Soviética. También Suecia y Japón. Bueno pues más o menos siguen siendo los mismos países. Tienen tradición de buen cine.
Tras la 2 Guerra Mundial otros países se han apuntado, el cine polaco, el cine mexicano, el cine checo, el cine argentino, el cine brasileño, el cine chino. El cine español quiso subirse al carro de los "emergentes" en tiempos de Franco. ¿Por qué no lo hizo antes? Porque el cine es un arte industrial y necesita una industria nacional fuerte. Una novela necesita papel y tinta. Una sinfonía igual. Una película necesita mucha logística y mucha coordinación de mucha gente. Los países que en el período de entreguerras triunfaron con su cine estaban avanzados en su industrialización. La excepción relativa sería la soviética, pero ya por entonces se estaba industrializando a marchas forzadas, con un coste humano brutal, y su cine es un reflejo de esa industrialización rápida.
Por eso España no tiene una tradición industrial de hacer cine. Se hacía cine como se podía. Y como no se podía mucho, se arriesgaba poco. El cine español de la segunda república por ejemplo era un cine malísimo y superfolcklórico. Era cine de madrileñada, andaluzada y baturrada. Eso no os lo contarán los nostálgicos de aquella época pero así fue. Cuando España se moderniza, su cine se va haciendo más interesante, pero no alcanza a la calidad del de otros países porque parte con desventaja y tiene rémoras debidas a esa desventaja.
Las industrias fuertes atraen cerebros. Las industrias débiles se quedan sin ellos. Los países con cines fuertes atraen a gente talentosa de todas partes, gente que los cines flojos no pueden retener. Es el caso de Estados Unidos. Su cine ha sido históricamente tan fuerte que ha absorbido cerebros. El cine de aquel país era como un panal de rica miel al que acudieron talentos como Hitchcock, Fritz Lang, Renoir o Billy Wilder (en la foto durante el rodaje de "El crepúsculo de los dioses"). Ese cine permitía también que "chicos de los recados" que estaban en la parte más baja del proceso de rodaje pero que tenían talento y hambre pudieran subir escalones hasta ser directores, como John Ford, Howard Hawks y Raoul Walsh. También tenía suficiente músculo para atraer al cine a talento de otros ámbitos, como el locutor y empresario teatral Orson Welles o el fotógrafo de prensa semiautista Stanley Kubrick.
El cine español no podía atraer cerebros. Con algunas contadas excepciones como Ladislao Vajda o Marco Ferreri, que hicieron algunas buenas películas en España, lo que hacíamos era perder cerebros. Uno de los mayores pioneros del cine fue un español, Segundo de Chomón:
Segundo de Chomón - Wikipedia, la enciclopedia libre
A pesar de sus intentos de crear una industria de cine en España, tuvo que recurrir continuamente a los mercados francés e italiano para sobrevivir y darnos su talento. Otro fue Buñuel, considerado el mejor cineasta español de la historia y que en España sólo rodó tres películas (casi todas las demás las rodó en industrias más potentes, Francia y México), y una de ellas "Las Hurdes" se la financió un anarquista con un premio de lotería.
Otro ejemplo de fuga de cerebros. La gran dama del cine francés de los años cuarenta y cincuenta era una española, María Casares, hija del político Santiago Casares Quiroga. Nuestro cine se perdió su magnética presencia.
Una tercera razón para entender la chunguez de nuestro cine es que como no había una tradición fuerte de cine como en otros países, aquí el cine no se tomaba en serio, en comparación con el otro arte escénico, el teatro. Los actores en España siempre toda la vida le han dado más valor a su trabajo en las tablas que ante una cámara. Siempre dicen que hacen cine "pa comé" y hacen teatro "porque lo aman". Resultado: el cine español está teatralizado. Los actores españoles lo han empujado a la teatralización, al exceso de diálogos, a la verborrea. En el cine español siempre se habla demasiado.
Y los directores han terminado por apoyarse en los diálogos renunciando a contar historias con imágenes. Eso mata el cine.
Os pongo un ejemplo, "2001, odisea en el espacio" es muda en la mitad de su metraje. Kubrick narraba con imágenes de manera impecable. Pero os pongo otro ejemplo, "Rambo III" también es muda en buena parte de su metraje, a pesar de que es una película mediocre. Los americanos están acostumbrados a contar historias con el poder de la imagen, salgan pelis mejores o peores.
En España no se puede. Los actores hablan y hablan. En las películas de Pajares y Esteso los actores incluso recurrían a mover los labios sin decir nada mientras les rodaban porque después al sonorizar incluían frases y chistes poniéndolos en su boca. Hasta qué punto el cine español es verborrea.
¿Por qué nos gusta el cine americano? Porque está bien hecho, porque se nota que se gastan el dinero, porque es entretenido, porque narran muy bien. Pero también porque hay personajes como Andy Dufresne de "Cadena perpetua". Porque hay un John T. Chance, un Rocky Balboa, un Luke Skywalker, un Batman como los de Christopher Nolan. Porque hay personajes que nos inspiran. En el cine de Estados Unidos hay lugar para el idealismo. Para hombres luchadores que se ganan su hueco en el mundo. Para triunfadores, da igual si parten de muy arriba como Bruce Wayne o de muy abajo como Rocky. Para tíos que miran a los ojos, dicen la verdad, se mantienen firmes en su puesto y no traicionan aquello que aman.
Fijaos que en el cine americano se idealizan incluso los delincuentes, como el Joker o la familia Corleone, porque a su criminal manera tienen sus "valores".
En el cine español no hay ni rastro de eso. El cine español carece totalmente de idealismo. Es el cine del pícaro, del aprovechado. En los últimos tiempos hay películas españolas que son auténticos cantos a la picaresca, como "Carmina o revienta" o "El gran Vázquez". Eso acaba desembocando en un cine inmoral, o amoral, y bastante feísta. En "Mentiras y obesas" la cosa va de mucha gente guapa amando, haciendo el inane y drojándose. Y ya, eso es todo.
También el cine español es el del realismo seco y descarnado. "La familia de Pascual Duarte" rodada por Ricardo Franco, o la de Vicente Aranda sobre El Lute muestran una España realista, cutre y jodida, son realistas y por tanto son películas muy honestas. Pero no ofrecen una alternativa idealizadora. No muestran una escapatoria. Todo es plano y sin futuro. Y el cine tiene que ayudarnos a soñar.
En España hemos copiado el cine anti-idealista de otros países. Por ejemplo no copiamos el western americano, sino el spaghetti-western italiano, cínico y despiadado. Nuestros directores intentaron no imitar a Ford o a Anthony Mann sino a los italianos que parecían a su alcance como Corbucci, Valerii o Sollima (Sergio Leone jugaba en otra liga). Y cuando hay un subgénero propio, es anti-idealista total: el cine de navajeros, toretes y vaquillas.
Para que el cine de un país tenga buen nivel hace falta un mínimo de libertad de expresión. Todas las libertades tienen límites, deben tenerlos, pero que en las películas se puedan tocar temas controvertidos, importantes, es buena señal de que su industria funciona bien. Los países con mejores trayectorias de películas han sido bastante liberales, aunque siempre hubo censura. En Estados Unidos tuvieron el Código Hays, pero había bastante libertad. En Francia, Italia etc había libertad de expresión. La excepción sería la Unión Soviética, pero en realidad es un buen ejemplo de lo que estoy diciendo, al cine ruso le habría ido mucho mejor aire fresco.
El franquismo fue un obstáculo. No voy a ser tan petulante como para decir que durante el franquismo se hizo todo mal, pero la falta de libertad de expresión, con sus juntas censoras llenas de curas vitalmente frustrados, le hizo daño al arte nacional. De hecho se impuso el doblaje para "filtrar" las conversaciones, no fuera que algún personaje manifestase simpatías republicanas. Ese doblaje hizo daño a la industria del cine, como veremos luego, y no nos ha ayudado nada a quitarnos de encima nuestra tradicional torpeza con el idioma inglés (cuando de niño mis padres me llevaron a Portugal allí vi que las películas no estaban dobladas ni subtituladas, y los portugueses sabían inglés mientras que en España sólo se decía "oquei berigüel").
Cuando el franquismo fue una dictadura, las juntas censoras llenas de curas impedían la libre expresión del artista. Cuando se convirtió en dictablanda en los sesenta, el franquismo para evitar una oposición intelectual a su régimen comenzó a promover la tontería en el cine y en otros terrenos culturales. RTVE apoyó la cultura yeyé con mucha más energía (y con el dinero de nuestros padres y abuelos) que el felipismo con la Movida. Eso no ayudó a nuestro cine, que se atiborró de estupideces y chorradas. Si no me creéis, ved algún día "Cine de Barrio". No era de barrio: la tontería del landismo y del marisolismo estaba promovida por el sistema. El sistema cambió a Alfredo Mayo en uniforme legionario por Rocío Durcal en minifalda casi sin que el público tuviera tiempo de reaccionar.
En los años cuarenta, en España se instituyeron una juntas censoras de carácter nacional-católico que velaban por la jovenlandesalidad intachable de las películas que se estrenaban. Hasta aquí cero sorpresa. También establecieron unas ayudas para hacer cine español. Los distribuidores que querían estrenar en España las películas americanas necesitaban licencias de doblaje. La administración se las concedía si esos distribuidores contribuían a financiar cine español de calidad (esa calidad la decidía la junta censora). El resultado era que los empresarios rodaban cualquier cosa a toda prisa, eso sí con el sello "hecho en España", para conseguir así sus preciadas licencias de doblaje y poder estrenar las películas americanas, que eran las que los españoles querían ver. A las películas españolas alguien las llamó "instancias en celuloide", vamos una excusa rodada mal y a toda prisa para así justificar que la administración te dé tu ansiada licencia de doblaje.
Resultado, películas malas, mal hechas, mal rematadas, y políticamente correctísimas hasta hacerse inaguantables. El público comenzó a pasar bastante del cine español, dejando aparte algunos éxitos de Cifesa en cine patriótico.
Algo parecido pasó en los años ochenta con Pilar Miró (arriba en la imagen). Miró decidió que el cine español comercial del destape, terror cutre, zombis y navajeros tenía que desaparecer, y que la llegada al poder del felipismo sería acompañada con la aparición de un cine de calidad. La "ley Miró" estableció subvenciones muy abultadas para proyectos de películas que superasen el examen de una comisión de valoración y clasificación. La subvención era otorgada "sobre plano", antes de que se hubiese rodado un fotograma, y dependía de una "junta censora" (eso sí muy moderna). También establecía una cuota de pantalla "a la francesa", muy draconiana, de una película española por cada tres extranjeras dobladas.
La calidad media del cine español subió un poco con eso, es cierto. Pero se hicieron menos películas. La producción bajó. Las películas que se hicieron están casi todas olvidadas. No calaron en el público. Y como con las juntas censoras franquistas siempre había la posibilidad de compadreo y de vista subida de peso. Pilar Miró eliminó un cine español popular, bastante malo pero abundante y vivo, a cambio de un cine muy academicista, muy relamido, que no se ha quedado en el corazón de la gente. Eso no ha ayudado a la industria.
Por eso en España la comunidad de cineastas tiende a complacer a las administraciones, a las comisiones, a las juntas, a los anuncios del BOE. No se piensa en el público. Eso pasó en el franquismo y siguió pasando.
Por eso en España cuando se hace un cine pensando en el público, suele ser un cine malísimo, de guerrilla. Iquino rodó "Aborto criminal" puenteando la electricidad de las farolas para iluminar las escenas. Y como ése muchos ejemplos. No hay un equilibrio. O cine de BOE, o cine de derribo superchungo.
Esa falta de equilibrio explica por qué nuestro cine no es como el de Estados Unidos. No es sólo el dinero. Dos años después del Watergate los yanquis se marcaron una obra maestra como "Todos los hombres del presidente". Dos años después de la expropiación de RUMASA, aquí se rodó "La avispita Ruinasa", que sólo tiene de gracioso el título.
Abro paraguas.