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- Vicente Nieves
8:00 - 27/02/2021
La inflación ha comenzado 2021 sorprendiendo por la parte alta. Tras cinco meses presentando tasas negativas, el IPC se situó en el 0,9% en enero en la zona euro, un cambio de tendencia que no ha hecho más que empezar, pero que
podría tener las patas muy cortas. La inflación en la Eurozona podría superar el 2% durante parte de 2021, llegando a rebasar el 3% en países como Alemania o Países Bajos. Sin embargo, este alza de los precios se debe en gran parte a factores puntuales y
al efecto base (los precios se comparan con el año pasado) producto de una inflación anormalmente baja en 2020. Pese a todo, la inflación parece que terminará subiendo antes o después, por lo que el fenómeno temporal de 2021 podría ser
un aperitivo de lo que vendrá más adelante.
Martin Moryson, economista jefe de DWS Group (gestora de activos de Deutsche Bank), cree que la subida de precios que
se está produciendo en la zona euro es por ahora temporal. Pese al flagrante incremento de los balances de los bancos centrales, junto a los programas de estímulo fiscal, la economía se encuentra aún muy lejos de su PIB potencial, lo que impide que la inflación ahora se convierta en un fenómeno sostenible en el tiempo.
Doce valores europeos con los que subirse a la ola de la inflación que se acerca y obtener rentabilidad
Los precios están subiendo y seguirán escalando este año por la vuelta a
la normalidad del IVA en Alemania (junto a otros impuestos) y por el efecto base que se genera al analizar los precios en términos interanuales: la inflación se hundió en 2020 como consecuencia de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del el bichito-19. Los precios del petróleo cayeron a mínimos nos vistos en décadas, mientras la inflación en los servicios también sufrió ante la escasez de demanda.
Ahora, a medida que se retoma la normalidad,
tanto el petróleo, como los alimentos y otros productos empiezan a acercarse a los precios previos a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, lo que genera un fuerte incremento del IPC cuando se compara con el año pasado. La tasa de variación de los precios crece aunque en términos absolutos puedan encontrarse en niveles similares a los de 2019. "En el corto plazo,
la inflación seguirá subiendo, puesto que estamos comparando los precios actuales con los del año pasado. Pero esto es un
fenómeno temporal y los bancos centrales tienden a ignorar estos movimientos", explica el economista jefe de DWS.
"El aumento de las tasas de inflación a principios de este año se debe en parte a que los datos deben ponerse al día con la realidad y en parte a un efecto del precio del petróleo, que ni a los consumidores ni a los bancos centrales les importará demasiado. Se trata de un pico de inflación temporal que los inversores deberían ignorar", añade también
Paul Donovan, economista jefe del banco suizo
UBS en una nota para clientes..
Después de este pico debería llegar cierta calma en los precios. La calma antes de la tormenta, no obstante. "En el medio plazo, dos o tres años, es poco probable que la inflación suba con fuerza. Acabamos de pasar por una de las
peores recesiones de la historia, lo que ha generado que las economías de los países caigan muy por debajo de su potencial (output gap negativo), que en el caso de la zona euro podría ser del 8%. Este no es el contexto en el que se ven subidas de precios o de salarios sostenidos", asegura Moryson en una nota publicada por DWS.
La economía necesita recuperarse y
cerrar ese output gap negativo para que todos los factores de producción (capital y trabajo, sobre todo) estén en marcha y funcionando al máximo de su capacidad, es decir, para que las economías alcancen el máximo nivel de PIB ( de producción) que pueden generar sin que se produzcan desequilibrios. Esto puede llevar unos años, pero será entonces cuando las
presiones inflacionarias pueden empezar a llegar para quedarse de forma estructural en la economía.
La gran inflación que viene
"En el largo plazo, digamos cuatro años o más, es muy probable que aparezcan presiones inflacionarias, porque
la marea demográfica se empezará a revertir. La población en edad de trabajar comenzará a contraerse, no solo en Japón como ahora, también en Europa o China. En Alemania por ejemplo caerá alrededor de un 1% cada año", explica este experto.
A la vez que la población en edad de trabajar disminuye se producirá un aumento de los jubilados. Esta combinación será inflacionista a todas luces, puesto que las personas mayores siguen consumiendo a un ritmo similar, pero dejan de producir. Esto puede desembocar en "un descenso de la oferta con una demanda constante o creciente. Estos son los ingredientes necesarios para ver unos precios al alza", sentencia el experto.
Sebastian Becker, economista senior de
Deutsche Bank publicaba esta semana otro informe en el que también advertía de ese posible cambia. Los principales riesgos al alza en el medio plazo provienen de una pérdida mayor a lo previsto en el PIB potencial (caída de la oferta agregada y, por lo tanto, conduce a presiones de precios si la demanda sobrepasa esta oferta).
Además, el economista alemán también alude a una
mayor concentración del poder de mercado y, por ende, una capacidad superior de fijación de precios de las empresas que sobrevivan tras la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. A ello se le puede unir un aumento de la demanda 'reprimida' durante el periodo el bichito, que impulsará el consumo en sectores que pueden haber perdido gran parte de su capacidad para producir durante esta crisis.
A ello habrá que añadir, con el tiempo, cierta "escasez de trabajadores en el mercado laboral (
debido al envejecimiento de la población) y los costes salariales para las empresas crecientes (habrá que incrementar las cotizaciones sociales para pagar las pensiones)", sentencia el economista de Deutsche Bank.
Salarios disparados, alta inflación y subidas de tipos: así es la teoría de la gran reversión demográfica que viene
Esta teoría no es nueva. Los economistas Charles Rodar y Manoj Pradhan, en su libro 'La Gran Reversión Demográfica' describen un cambio de paradigma en los precios muy similar al del economista de DWS. Una fuerza laboral más pequeña y una globalización de capa caída reducirán el crecimiento económico potencial a la par que impulsarán los salarios, la inflación y los tipos de interés nominales.
"Nuestra mayor convicción es que el mundo cambiara de un sesgo deflacionario a uno
en el que haya un sesgo inflacionario importante. ¿Por qué? En pocas palabras, las mejoras en la tasa de dependencia son deflacionarias, puesto que los trabajadores producen más de lo que consumen, mientras que los dependientes (niños y jubilados) consumen pero no producen. El fuerte empeoramiento de las tasas de dependencia en todo el mundo significa que los dependientes que consumen pero no producen superarán a los trabajadores 'deflacionarios'. El resultado inevitable será la inflación", concluían estos expertos.
De modo que aunque es cierto que la inflación
está subiendo más rápido de lo esperado, a día de hoy se puede considerar como un fenómeno temporal. Sin embargo, una vez que los países hayan cerrado sus
output gap negativos, la tasa de paro vuelve a niveles previos a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo y la fuerza laboral comience a reducirse (por la jubilación de la generación del
baby boom), la inflación puede ser un problema real y sostenido en el tiempo. No queda tanto tiempo para que eso ocurra. Goodhar y Pradhan creen que estas presiones están a punto de empezar a impactar en los precios, mientras que Moryson prevé que la inflación empezará a coger fuerza en unos cuatro años.