Bueno, pues por fin he alquilado el piso (convenciendo a mi progenitora y pasando de lo que ha dicho mi padre, al que si tuvieran veinte años menos cada uno, mi progenitora podría denunciar por acoso dadas las leyes de hoy en día y pedir una orden de alejamiento, tan pelma y protestón se ha puesto con todo el tema) y además he hablado con la cabeza visible del grupo de asistencia social del`pueblo de mi progenitora y le he sacado una disculpa bastante horrorizada cuando fui a quejarme, además de la promesa de ayudar todo lo que pueda para trasladar el expediente de mis padres.
Alguien preguntaba qué qué tenian que ver los asuntos sociales en todo el tema... pues es algo complejo y no lo es: yo he estado casi siete años sin hablarme con mis padres. En este tiempo, aparte de hacerse mayor, mi progenitora ha desarrollado un interés de cría de cinco años por tener todo lo que tienen los demás (ya dicen que cuando te haces mayor, tienes una regresión a la infancia). En concreto tiene amigas a los que los asuntos sociales de su pueblo, o de su ciudad han ayudado porque eran mayores, estaban solas o tenían una pensión muy insuficiente. Mi progenitora en cuanto ha llegado al primer supuesto se ha vuelto como una cría pequeña. Si a su amiga Charo le han puesto los servicios sociales una chica que le hacía la compra, ella quería una chica que le hiciera la compra. Si a su hermana Rosa hay una chica que le hace la limpieza de casa, ella quería una chica que le hiciera la limpieza de casa. Si su amiga del alma tenía un avisador por si se caía (dado que vivía sola), ella quería un avisador aunque no viviera sola. Dado que mi padre cobra una pensión básica (aunque tiene piso propio pagado, casa en el campo, coche y demás) y que ella prácticamente no puede salir de casa porque está operada de las dos rodillas, los asuntos sociales le ofrecieron ayuda en cuanto se la pidió (y la verdad que aunque han ayudado mucho, también han despertado el ansia de mi progenitora por pedir más, algo que nunca había hecho ella, era muy orgullosa) y así hemos llegado al punto en que hemos llegado: que dado que mi progenitora les llama cada dos o tres días para cualquier tontería, ellas (o algunas) se han visto con las superioridad jovenlandesal para dar opiniones que no se les ha pedido, al parecer. De todas formas, parece que todo está más o menos controlado ahora.