Con Franco la economía iba mejor, con perdón. Blogs de El Disparate Económico
16.05.2008 – 06:00 H.
Analizando la recesión en que se encuentra nuestra economía -recesión porque el PIB real lleva cinco trimestres consecutivos bajando, y desde abril con tasas negativas del orden del -0,4%- así como los mecanismos que podrían contribuir a sacarnos de ella, uno se encuentra con auténticas sorpresas. Y no me refiero al hecho obvio de que nos encontramos ante una recesión de tipo estructural (una L) similar a la japonesa de 1992, consecuencia del agotamiento de un modelo de crecimiento tercermundista, para el que ni tenemos recambios ni herramientas para combatirlo. Sólo los tipos de cambio y de interés podrían ayudarnos, pero nuestra pertenencia al euro, la gran fuente de crecimiento de los últimos diez años, se ha convertido hoy, parafraseando a Keynes, en un auténtico dogal de oro para nuestra economía.
Pero dejando al margen una recesión que durará años, con lo que me he encontrado es con un hecho realmente sorprendente. Nuestro grado de convergencia real con las economías centrales europeas, es decir, el PIB per cápita de España en porcentaje del PIB medio de la otrora Comunidad Económica Europea ( CEE), es hoy inferior al conseguido en 1975 por el último gobierno del general Franco. No me negarán ustedes que la cosa no tiene mucha guasa. Particularmente, para un gobierno izquierdista radical que no ha parado de sacar pecho diciendo que éramos la envídia del mundo y que jugábamos en la champions league. Ahora resulta que si hacemos cálculos, ni siquiera hemos conseguido superar el nivel de convergencia real alcanzado hace 32 años.
Dicho esto, lo primero que tengo que aclarar es que esto no es un juicio de valor, y mucho menos político. Esto son matemáticas y cualquiera puede comprobarlo. Y lo segundo, es cuantificar lo afirmado. La Fundación de Cajas de Ahorro ha venido publicando hace años un gráfico muy ilustrativo de la evolución de la convergencia real de la economía española con la europea. Los hechos más relevantes son el crecimiento espectacular de nuestra economía durante los años 60 y primeros 70, tanto en términos absolutos como relativos, que elevaron nuestro grado de convergencia desde un 58,3% en 1959, al 81,4% en 1975. A partir de entonces, como consecuencia del desastre económico y político de la tras*ición, éste nivel de convergencia se derrumbaría hasta el 70,8 % en 1985, momento en que se produce la integración en la CEE. Desde ese momento, la convergencia empieza a recuperarse hasta 2005, pero tan lentamente que en 2006 el grado respecto a los nueve países (1) que en 1975 constituían la CEE es inferior al de entonces, un 79, 5%.
Estos datos dejarán sin duda boquiabierto a más de uno. Primero, porque la convergencia máxima jamás alcanzada la consigue el último gobierno de Franco. Y después, porque estos falsarios que nos gobiernan han hecho bandera de nuestro “excelente” comportamiento económico y nos están contando por activa y por pasiva cómo crece nuestro PIB per cápita en términos absolutos y relativos a Europa, algo rotundamente falso, porque nuestra renta per cápita empezó a caer a partir de 2006 (-0,3%).
El engaño está en la realización de comparaciones heterogéneas, dado que se incluyen países más pobres que bajan extraordinariamente la media. Primero se sustituye la comparación de la CEE-9 por la UE-15, que incluye dos países más pobres que España; luego, por la UE-25, que incluye diez países pobrísimos; y ahora, por la UE-27, donde Rumanía y Bulgaria tienen una renta per cápita que es un 30% de la media, lo que ha permitido afirmar a éstos demagogos que España ha superado ya la media europea, con un par.
Y la cuesta abajo se ha ido pronunciando. En 2007, con un millón de pagapensiones más con tarjeta de residencia, nuestro crecimiento per cápita será un 0,9% inferior a la media de la UE-25, aunque el INE nos estafe "as usual", en éste caso no empadronando a más de 600.000 extranjeros con tarjeta, fundamentalmente europeos, mientras los “sin papeles”, del orden del millón y que elevan el PIB absoluto, simplemente no existen. Y en años próximos, con nuestro crecimiento en caída libre, ya ni les cuento, por mucho comisario político que controle las estadísticas.
Y termino con dos hechos relacionados. El primero es el océano de injusticia en el reparto de la renta y la riqueza creadas. En 1975, el 54% del PIB correspondía a las rentas salariales, frente al 46,4% de 2006 y a una estimación del 45,1% para 2007, donde los empresarios se han apropiado del incremento total de la productividad, lo que nos convierte en el país de la UE con mayor grado de iniquidad distributiva. Y el segundo, que España e Irlanda tenían en 1975 la misma renta pér capita, 10.000 euros. 32 años después Irlanda tiene el doble que España. Razones: la mala gestión económica y el desastre del Estado de la Autonomías, cuatro veces más caro que uno centralizado y fuente del mayor grado de despilfarro y corrupción de toda la historia de España. Somos más ricos en cifras absolutas, por supuesto, pues todo el mundo ha crecido, pero ni de lejos lo que debiéramos. Eso sí, estamos a la cabeza de la injusticia social europea.
(*) Catedrático de Economía de la Escuela de Minas de la UPM
(1) Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca.
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Convergencia real: veinte años perdidos
Convergencia real: veinte años perdidos
Hay dos tipos de convergencia económica, la nominal y la real. La primera consiste en la aproximación de España a ciertos niveles medios europeos de inflación, déficit, tipos de interés y deuda. La segunda consiste en la aproximación al nivel medio europeo de renta por habitante. Durante las dos primeras décadas de la II Restauración, o sea, desde la fin de Franco, España ha padecido un proceso de divergencia nominal y también real respecto de la media europea: la inflación, el déficit y la tasa de interés han sido más elevados que en Europa. Ha aumentado la renta española; pero menos que la de los países de nuestro entorno con lo que las distancias reales o se han mantenido o se han dilatado. Desde el punto de vista económico han sido veinte años perdidos en el proceso de europeización.
Entre 1976 y 1996, durante los gobiernos de Suárez y de González centristas y socialistas, España bate una marca de divergencia nominal con Europa. La relación de los parámetros macroeconómicos se dispara negativamente. Quizás el más espectacular sea el déficit público: el último año de la era de Franco, 1975, el Presupuesto, como en años anteriores, se liquidó con superávit, mientras que en 1993 el déficit, siguiendo la tendencia de la , se elevó a más de cuatro billones y medio de pesetas equivalentes al 7,5% del PIB. Como consecuencia del enorme déficit, el Estado se endeudó rápida y progresivamente.
A la fin de Franco, en 1975, la deuda pública española representaba el 12,8 por ciento del PIB; los gobiernos centristas y socialistas la elevaron hasta el 69,9 por ciento, es decir, la sextuplicaron colocando a España como uno de los países más endeudados de Europa. Las cifras absolutas son impresionantes: una deuda total de 1,35 billones en 1977, es elevada en 1996 a 51,6 billones, o lo que es lo mismo, la deuda nominal se multiplicó más de 37 veces en los primeros veinte años de la II Restauración. Y el volumen de los intereses que generaba tal deuda superó en 1996 la cifra de 3,6 billones, más que los créditos de varios Ministerios, y cinco veces más que la totalidad del Presupuesto del Estado de 1975. Esto explica que el entonces ministro de Hacienda, Sr. Solbes, declarara (14-IX-1995) que para amortizaciones, intereses y déficit tenía que "salir semanalmente al mercado para captar entre 400.000 y 500.000 millones" lo que calificó de "cancer". Esta situación llevó al profesor Barea a publicar en 1995 su sensacional libro ¿Está el Estado español en quiebra? (Vid. comentario en "Razón Española" núm. 73. págs. 204-206).
Cuando a raíz del tratado de Mastrique se fijaron los llamados "números mágicos" a propuesta del Banco Federal alemán, España se encontraba, junto a Grecia, en la peor situación de todos los países signatarios, prácticamente desahuciada para ingresar en el primer grupo de la Unión Monetaria.
El acceso al poder del Partido Popular significó un cambio radical de la política financiera: reducción del gasto público, contención de la deuda, descenso de la inflación, y constante reducción del interés del dinero. Así se interrumpió la marcha socialista hacia la quiebra estatal y se hizo posible el acceso a la Unión Monetaria. En suma, el Gobierno de Aznar logró avanzar notablemente hacia la convergencia nominal con Europa. Pero ¿y la convergencia real o aproximación a los niveles de renta?
En junio de 1993, el Presidente de la Academia de Ciencias jovenlandesales y Políticas, Enrique Fuentes Quintana, presentó ante la docta corporación un importante informe sobre la convergencia real de España con Europa, fundado en las estadísticas facilitadas en Bruselas por la agencia oficial Eurostat (Vid. gráfico en "Razón Española", núm. 60, pág. 102). Los datos eran los siguientes: en 1959 el PIB por habitante español sólo era del 56 por ciento del comunitario, mientras que en 1975 ese porcentaje se había elevado al 79,2 en una carrera de crecimiento económico sin paralelo en el continente, el llamado "milagro económico español" de la era de Franco. Desde el comienzo de la tras*ición se inició la divergencia real con Europa hasta llegar en 1986 al 70,4 por ciento, o sea, en los diez primeros años de la II Restauración, España retrocedió casi diez puntos, a pesar de los sucesivos planes de presunta convergencia del gobierno socialista. Un balance terrible: los supuestos eropeizadores deseuropeizaban.
A partir de 1987 se inicia una lenta recuperación de parte del terreno perdido hasta alcanzar en 1993 el 76,6 por ciento del PIB por habitante español en relación con el europeo. En década y media de II Restauración, España todavía estaba dos puntos por debajo de la cota alcanzada el año de la fin de Franco. Esa distancia se mantiene en 1998. En el importante estudio de A. de la Fuente Convergencia real. España en la OCDE (II-1998), se reconoce no ya en relación con la Unión Europea, sino con la OCDE, que "resulta preocupante observar que le proceso de convergencia real parece haberse relentizados notablemente a partir de 1975", o sea, a partir de la "tras*ición". Esta es la fórmula benévola utilizada para reconocer un que, en realidad, ha sido un retroceso.
El balance de veinte años de la II Restauración es desmoralización, descristianización, corrupción, mínimo mundial de natalidad, desnacionalización, gigantismo burocrático (se ha duplicado la masa de funcionarios), desmantelamiento industrial, colonización económica, entreguismo en los contenciosos internacionales como el de Gibraltar, y divergencia económicosocial (récord europeo de paro frente a pleno empleo durante gran parte de la era de Franco) ante Europa. Como no podía ser menos en una nación industrializada, algunas cifras absolutas han aumentado; pero menos que las de nuestro entorno. Entre 1960 y 1975 convergíamos velozmente con Europa, ahora divergemos. Desde muchos puntos de vista y, sin duda, desde el socioeconómico, han sido veinte años perdidos en el objetivo europeizador, lo contrario de lo que aconteció en las europeizadoras décadas anteriores a la fin de Franco.
Esta es la realidad factual, y lo demás es la oficialista retórica publicitaria.