Sin pretender defender a Trump, al que considero otro casquivano político más dentro de la gama que va entre hijodeputatironucable hasta la de perrotraidorvendidoalmejorpostor, hay una confusión que generalmente alienta la gente, y es en este caso confundir una fake news con lo que no deja de ser un rumor.
Mientras que Trump puede jugar, y de hecho lo hace, a la ambigüedad de decir ahora esto, ahora lo otro, una fake new es LISA Y LLANAMENTE UNA MENTIRA EMITIDA POR UN ÓRGANO O AGENCIA DEL GOBIERNO, Y REFLEJADA GENERALMENTE, A SABIENDAS DE SU FALSEDAD, POR LOS MEDIOS CONTROLADOS O LICENCIADOS POR EL ESTADO.
Por ejemplo, son fake news las contínuas alusiones a hackers rusos en las elecciones presidenciales usanas, que justificaron la derrota de la tramposa Hillary frente a un entonces todavía honorable Trump, o la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, que justificaron la oleada turística de Irak por parte de la administración Bush, o la gravísima imputación a ETA de los atentados del 11-M, que intentaron allanar una victoria electoral que, gracias a la sensatez de la gente, no se produjo.
Mientras que un rumor puede o no ser cierto, y en todo caso solo Trump conoce el alcance y realidad de su afirmación (el podría creer lo que dice), una fake new es UNA MENTIRA OBJETIVA, COMPROBABLE, DIFUNDIDA POR LOS MEDIOS DE MASAS PARA DAR COBERTURA GENERALMENTE AL PODER POLÍTICO. Y QUE A PESAR DE PODER SER DESMENTIDA POR ALGUNOS MEDIOS HONESTOS, TERMINA SIENDO CREIDA POR UN PORCENTAJE DE GENTE IMPORTANTE, YA QUE JAMÁS ES DESMENTIDA EN LOS MEDIOS QUE LA DIFUNDEN.