Recuerdo el primer día que la oí ladrar en el tiro, durante la mili. Nos sentaron a toda la compañía al pie de un talud, en fila, y colocaron todas las maquinas encima de nuestras cabezas, detrás, encima del talud una al lado de otra. Mi compañía era de fusiles y constaba de tres secciones de fusiles con un pelotón de ametralladoras por sección, es decir, tres maquinas en total si no recuerdo mal. Dispararon primero ráfagas cortas por turno para terminar todas a la vez en una tremenda ráfaga simultanea, larga y espantosa.
Lo mas parecido al sonido de aquellas tres cosas escupiendo fin y destrucción que he oído en la vida civil seria un martillo neumático de obra a medio metro, diría yo, aunque el olor a metal, aceite y pólvora era característico. Pero aquel sonido y aquella sensación de vértigo, de peligro verdaderamente mortal que se respiraba mientras aquellas cosas bramaban nunca lo olvidaré, no quiero imaginar como será estar recibiendo el fuego de una de ellas...