En el gimnasio me encanta lucir mi piel blanca limpia de chortino rodeado de ralea tatuada y malrollera.
Hay uno que el iluso se me queda siempre mirando, es un tipo enclenque blanco-sarama español tatuado como si fuera de la Mara Salvatrucha con voz de pito y novia latina. A demás de todo eso también lleva cadenacas de oro, va en camisetas de tirantes para lucir cuerpo escombro y siempre con gorra para esconder la alopecia.
No me gusta hablar mal de nadie, pero es patético.
La energía negativa que me tras*mite es indescriptible.
Yo creo que con que uno no lleve ningún tatuaje, y tenga un corte de pelo tradicional a tijeras, ya hay algo en nuestro interior, una luz, llámalo como quieras, que a esa gente les deslumbra, y te miran perplejos y con cierto repruebo.
Lo peor de todo es que te tenemos que convivir con esta morralla en sociedad.
Neurotoxicados lentamente cada día por sus malas decisiones y destinados a la derroición total.