Déjame ver si lo entiendo. ¿Tu problema para no ir a las cenas de empresa (no sólo de Navidad sino otras cenas relacionadas al trabajo) es que tienes que pagar? Eso es otra cosa, en ninguna de las empresas donde yo he trabajado los empleados hemos pagado nada en lo absoluto porque se sobre entiende y se especifica así que se trata de una agasajo para los empleados por cuenta de la empresa. Recuerdo que en uno de mis primeros trabajos en USA tenía un jefe, lo que allá llaman a self-made man, que levantó una empresa de millones de dólares con sus propias manos empezando de la nada, y tenía un genio implacable para los negocios y para lidiar con el personal. Era o es muy buena persona pero a él no podías engañarle ni robarle un cobre de los bolsillos porque se sabía todos los trucos del libro para escaquearte el trabajo. Sea como sea, en los aniversarios de la empresa nos invitaba a todos los empleados a una barbacoa desde luego pagada de su bolsillo. Los mejores cortes de angus, salchichas, pollo, una mesa gigantesca con ensaladas, purés y gravy. Podías asistir con tu pareja, de hecho él esperaba que te presentaras con toda tu familia, padres, suegros incluídos. Había actividades para niños y jóvenes como payasos y una vez un campo de paint ball.
Por todo lo descrito en el párrafo anterior, ¿es que hay alguna buena razón para tomar negativamente una invitación así? Comprendo que alguien falte por salud, por un compromiso previo o más urgente, pero por mal rollos, porque se aburre o porque cree que su tiempo libre es mejor pasarlo lejos del equipo realmente se ve bastante mal, y ten doy la razón en que pueda ser un motivo de despido o por lo menos de ostracismo. Como decíamos allá, you gotta play ball with the team.
Sólo para matizar lo anterior, la cena de trabajo sigue siendo trabajo. Ayer fue la cena de mi empresa y por supuesto que tenía que ir. Recalco la obligatoriedad implícita en mi comentario. Por lo general la cena de Navidad también es la oportunidad que tienen los jefazos de presumir sus logros y metas alcanzadas durante el año, y todos tenemos que soportar una hora de discursos, peloteo y aplausos poco menos que fingidos mientras los camareros esperan impacientes con la comida empezando a enfriarse. Yo, entre otras cosas, tenía que ayudar a mi jefe en su presentación con algunos datos por los que esperamos literalmente hasta la hora de la cena para poder mostrar y presumir delante de todos los "afortunados" que asistimos a la cena.