"Me encanta el sonido de la lluvia", señaló la escritora y periodista de investigación Leslie Kean mientras las gotas de agua repicaban sobre la cúpula del telescopio Great Refractor del Observatorio del Harvard College. Mi respuesta fue poética: "Es aún mejor cuando nieva. Hay un suave silencio y después abres la puerta a una realidad completamente nueva. Es similar a la experiencia que podríamos tener con los extraterrestres". Leslie y yo estábamos allí conversando largamente sobre el tema de... lo habéis adivinado... todo lo que sea extraterrestre. Aquí tenéis algunos de los puntos más notables que planteé durante nuestra conversación.
Hay dos categorías generales de objetos interestelares que podríamos encontrar en el sistema solar. Una es la sarama espacial, como la nave Voyager perdida en el espacio interestelar dentro de mil millones de años: desgastada, muerta, pero, aún así, todavía un endeble monumento de nuestra civilización tecnológica. La segunda categoría es la de los artilugios que funcionan con inteligencia artificial, a los que me gusta llamar "astronautas de inteligencia artificial", que buscan información y reflejan el proyecto de sus remitentes.
El objetivo final del Proyecto Galileo es eliminar el término Fenómenos Aéreos No Identificados de nuestro léxico, aclarando la naturaleza de todos los objetos que vemos en el cielo.
Uno esperaría ingenuamente que hubiera muchos más objetos desechados que objetos funcionales y muchos objetos más pequeños que grandes. Pero ésta no es siempre nuestra experiencia cuando caminamos por un bosque y exploramos lo que la naturaleza nos ofrece. Las naves espaciales autorreplicadas podrían ser los objetos más abundantes, y su tamaño será dictado por la maquinaria que usen para replicarse, como las creaciones biológicas.
El camino para descubrir la realidad cósmica en la que vivimos es mirar hacia arriba. Los filósofos que condenaron a Galileo Galilei a un arresto domiciliario y que hoy lo habrían cancelado en las redes sociales, nunca podrían haber diseñado una misión espacial a Marte porque creían “saber", sin mirar, que la Tierra está en el centro del Universo.
Como celebración de la intuición de Galileo, dirijo el proyecto que lleva su nombre, que cofundamos con el Dr. Frank Laukien, académico visitante del Departamento de Química y Biología Química y miembro de la Iniciativa Orígenes de la Vida de la Universidad de Harvard. El Proyecto Galileo evita el error estratégico de dar por supuestas las respuestas de antemano, utilizando telescopios para recoger nueva evidencia científica sobre objetos interestelares anómalos — como `Oumuamua — o Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP en sus siglas in inglés), como los mencionados en el informe de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) al Congreso [de los Estados Unidos]. El objetivo final del Proyecto Galileo es eliminar el término UAP de nuestro léxico, aclarando la naturaleza de todos los objetos que vemos en el cielo. El Proyecto es agnóstico en sus resultados. Si todos los objetos anómalos son de origen natural, como pájaros, meteoros y fenómenos atmosféricos, o si son de origen humano, como drones, globos meteorológicos, aviones o satélites, que así sea. No importa lo que el proyecto encuentre, servirá a la sociedad levantando la niebla del desconocimiento y permitiendo que la conversación avance sobre la base de nuevos conocimientos científicos
Pero existe otra posibilidad. Si se comprueba que aunque sea un solo objeto tiene procedencia "extraterrestre" — la expresión utilizada por la Directora Nacional de Inteligencia de los EEUU Avril Haines en el Foro Ignatius celebrado en la Catedral Nacional de Washington el 10 de noviembre de 2021 — este hallazgo puede tener consecuencias dramáticas para el futuro de la humanidad. Cuando le señalé a Avril, que estaba sentada a mi lado en la Catedral, que no me gusta la ciencia ficción porque sus argumentos suelen violar las leyes de la física, me contestó: "Tenemos que trabajar en ti, Avi".
Como cualquier otro esfuerzo científico, el Proyecto Galileo interpretará sus datos basándose en la física conocida. Un comportamiento que no pueda ser explicado por el modelo estándar de la física, como el de la materia y la energía oscuras, sería doblemente revolucionario. No sólo sabremos que hay científicos más inteligentes en nuestro barrio cósmico, sino que aprenderemos algo nuevo sobre el universo en general. Las leyes de la física se aplican en todo el cosmos, no como las leyes de nuestra sociedad.
El Proyecto Galileo montará su primer telescopio en el mismo tejado del Observatorio del Harvard College, donde hablé con Leslie. Este sistema capturará vídeo continuo de todo el cielo en longitudes de onda infrarrojas, visibles y de radio junto con una grabación del audio. Nuestro software de inteligencia artificial intentará identificar la naturaleza de los objetos de interés. Una vez que el sistema opere de forma satisfactoria, haremos copias del mismo y las distribuiremos por muchos lugares. Nuestro enfoque científico agnóstico informará sobre cualquier tipo de ‘pez’ que sea capturado por nuestra ‘red de pesca’ de telescopios.
No es obligatorio que los científicos estudien objetos en laboratorios para averiguar su naturaleza. Por ejemplo, los premios Nobel de 2017 y 2020 se concedieron al estudio de los agujeros neցros, aunque nunca hayamos examinado un solo agujero neցro en nuestros laboratorios. Hasta ahora, los agujeros neցros sólo se exploran desde la distancia. Todo esto es por una buena razón. Como apunté a una clase infantil en mi papel de director fundador de la Iniciativa de Agujeros neցros de Harvard, es arriesgado acercarse demasiado a los agujeros neցros.
Durante las últimas cuatro décadas, la comunidad de astrónomos y físicos convencionales se ha dedicado a buscar la naturaleza de la materia oscura, una sustancia invisible que constituye la mayor parte de la materia del universo. Hasta ahora no se ha descubierto ni una partícula de materia oscura, incluso después de invertir miles de millones de dólares en la construcción de numerosas redes de pesca con sofisticados detectores. La búsqueda de la naturaleza de los objetos anómalos en el cielo podría acarrear consecuencias más amplias para nuestro futuro. Pero, actualmente, es ignorada por los canales de financiación federal de la astronomía y la física, incluso ahora que el gobierno estadounidense está a punto de asignar fondos a una nueva agencia de fenómenos aéreos no identificados que coordinará la acumulación y el análisis de datos sobre estos UAP a partir de junio de 2022. Este panorama podría cambiar si encontramos un vehículo impulsado por materia oscura como combustible.
El conocimiento sobre asuntos extraterrestres no se limita a las fronteras nacionales y no debe considerarse una cuestión de seguridad nacional. Al igual que todas las materias científicas, estos conocimientos deben compartirse abiertamente con todos los seres humanos. Cuanto más sepamos sobre nuestro barrio cósmico, actuaremos de forma más responsable para adaptarnos a él.
Debemos utilizar la evidencia y la curiosidad infantil, no nuestro ego adulto, como el faro que nos libere de la oscuridad de nuestra ignorancia.
Los humanos tienden a creer en realidades virtuales que halagan su ego, como la noción filosófica de que el Universo se centra en nosotros, como mis hijas antes de irse de casa. La ciencia nos permite avanzar en nuestro conocimiento basándonos en resultados reproducibles con datos registrados por instrumentos científicos, independientemente de nuestras vanas ilusiones.
Leslie me deseó éxito para obtener las decenas de millones de dólares necesarios para cumplir los objetivos del Proyecto Galileo. El Proyecto abre un nuevo camino al reunir datos abiertos y analizarlos de forma tras*parente, a diferencia de informes gubernamentales clasificados. El Proyecto también sirve un importante propósito educativo sobre el método científico, adoptando una mente abierta y permitiendo la posibilidad de que haya tecnología extraterrestre ahí fuera sin el estigma o el ridículo que evitaría su hallazgo.
Debemos tener en cuenta que la mecánica cuántica fue revelada por experimentos sorprendentes hace un siglo y que Albert Einstein tuvo dificultades para interpretarla. Ahora, el conocimiento común de la realidad cuántica es la base de nuestra tecnología más sofisticada. La naturaleza es más imaginativa que nosotros. La historia de la ciencia sugiere que debemos ser humildes al explorar la realidad, que en ocasiones sorprende a los ‘expertos’. Por tanto, debemos utilizar la evidencia y la curiosidad infantil, no nuestro ego adulto, como el faro que nos libere de la oscuridad de nuestra ignorancia.
Yo espero que abramos la puerta al suave silencio de una nueva realidad, moldeada por pruebas indiscutibles. Lo que traerá esta realidad todavía está por ver... a través de nuestros telescopios.