El diario “Le Figaro” ve como “responsable” de la Guerra Civil a la izquierda

En un primer informe, anónimo, que recoge las conversaciones mantenidas con Escrich, el secretario del Comité Provincial de Valencia del Partido Comunista, durante los días 30 de enero, 3, 8 y 13 de febrero de 1937, se insiste de manera especial en eliminar al POUM de la representación municipal de la capital del Turia, que en aquel momento era también la capital de la República (2) . El informe empieza explicando que los comunistas aceptaron entrar en el consejo municipal de Valencia, a pesar de que en él había “dos trotskistas”, Eduardo de Sirval, “hermano del famoso escritor muerto en Asturias” y susceptible de ser influenciado por los comunistas y “un sencillo trabajador” -Josep Grimalt Pérez, taxista de profesión, que era el secretario de organización del POUM valenciano-. Según Escich, en la conversación mantenida el día 30 de enero, el POUM valenciano -que contaba con cerca de 400 miembros- se hallaba en plena oposición a la dirección catalana, hasta el punto que se plantearon absorberla, lo cual para el delegado internacional “no era correcto” y en cambio “era peligroso” porque “conducía a la formación de una fracción trotskista en el seno del partido”. En conversaciones posteriores siempre se confiaba en la actitud que podía mantener Eduardo de Sirval contra el POUM, pero inexorablemente siempre fallaba : “vaciló y prácticamente se negó a intervenir para presentar la declaración contra el POUM y salir de la formación.” Escrich lo atribuye a que Sirval está muy ligado personalmente a los poumistas locales, “con los cuales le es muy difícil romper”, se escribía el 3 de febrero. Y esta actitud se seguía manteniendo en los días 8 y 13 de febrero. Era claro que los estalinistas pretendían aprovecharse de las discrepancias políticas que algunos poumistas de Valencia mantenían con la dirección.

El 20 de febrero era el vicejefe del servicio de inteligencia militar soviético en España, el comandante Nikonov, quien en su análisis sobre la situación militar que se vivía en la España republicana, tras la caída de Málaga, hacía una referencia a las milicias del POUM, con un tono claramente provocativo:

“Aún peor (se acababa de referir a las milicias anarquistas) es el pequeño grupo de trotskistas contrarrevolucionarios, principalmente en Cataluña y en parte del País Vasco, que están desarrollando una vil actividad y propaganda antisoviética contra el VKP(b) -Partido Comunista (bolchevique) de Toda Rusia-, sus dirigentes, la URSS y el Ejército Rojo. Con la connivencia de los anarquistas ortodoxos, los trotskistas (POUMistas) tenían al comienzo de la guerra su propio regimiento especial, con dos mil fusiles en el frente de Cataluña, que ha crecido ahora hasta 3.200 hombres, y han recibido además armas para todos. Ese regimiento es la unidad más podrida de todo el ejército republicano, pero aún así se ha mantenido hasta ahora y recibe suministro, dinero y municiones. No hace falta decir que es imposible ganar la guerra contra los rebeldes si no se liquida esa guano dentro del campo republicano.” (3)
 
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