I. de A.
Madmaxista
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500 años llevan engañando los protestantes, ilustrados, liberales, comunistas y los banqueros de todos ellos, respecto al cristianismo, la Iglesia, la religión y todo.
Con las invasiones bárbaras Europa se despuebla. Roma, que había llegado a tener dos millones de habitantes en tiempos de los Antoninos, tiene 20.000 h. en el siglo IX, y es con diferencia la ciudad más grande de Occ. Los pueblos y regiones quedan incomunicados entre sí, los viajes son peligrosos, no hay comercio, no se acuña moneda…
Parecía el fin de la civilización; pero ésta es salvada por dos instituciones: la Iglesia, "único cuerpo organizado y único portador de una idea de originalidad y de destino de Europa, que conserva un área cultural que será reconstruido después de la tormenta"; y el feudalismo, "en el que, sin que les sepa mal a los marxistas, no hay ni sombra de un sistema de producción" (Jean Baechler, Los orígenes del capitalismo).
La economía y la administración van recuperándose a medida que los bárbaros se cristianizan (los húngaros, que acosaban las fronteras, pasan a defenderlas; los normandos, que habían arrasado todo el Imperio, echan a los fiel a la religión del amores de Sicilia y el Papa les concede el reino de la isla; etc.)
Una época de rabiosa actualidad por comparación, ya que ahora es todo lo contrario. Si aquello fue una sorprendente labor de reconstrucción, en la actualidad hay otra de destrucción no menos sorprendente.
Del s. XI al XIV hay una gran actividad comercial (Baechler sitúa el origen del capitalismo en el s. XI), urbana y en las Universidades (creadas por la Iglesia, ya que el cristianismo no es una religión esotérica, sino exotérica), con vigorosas corrientes de pensamiento.
La gran crisis y ruptura de la unidad europea vino del anticristianismo protestante, el cual –hecho añicos en mil sectas– lleva a la Ilustración (el inicio de la demagogia moderna según Ortega y Gasset) junto con la masonería (condenada en 1738 por Clemente XII y combatida por los jesuitas principalmente), que abonan el terreno al liberalismo y a su engendro y cómplice, el marxismo.
Los cuales, tras la IIGM, se reparten Europa y el mundo como buenos amigos y, patraña tras patraña (últimamente: separatismo; memoria democrática contra la libertad de pensamiento, expresión, etc.; pagapensiones mientras se promociona la baja natalidad autóctona; aborto; eutanasia; delitos de repruebo; cambio climático antropogénico; zurullo lgtb; igualdad viogen; niñas con miembro viril...), nos han llevado hasta la mega magufada criminal de la falsa esa época en el 2020 de la que yo le hablo y las falsas banderillas (para saber que no existe una esa época en el 2020 de la que yo le hablo basta la evidencia directa; para creer que existe, no sólo hay que tragar muchas horas de telebasura, además hay que estar ya bastante idiotizado).
(La plutocracia bancaria, el capitalismo financiero, nace con el protestantismo: los banqueros judíos de Cromwell, Orange, del Banco de Ámsterdam -el primer banco central establecido-, etc.)
En el siglo XVI los protestantes instauran teocracias a sangre y fuego, como en Ginebra o en Inglaterra; cosa que Rousseau (Ilustración francesa, siguiente paso) elogiará en El contrato social, defendiendo la unión de la Iglesia y el Estado, ensalzando a Mahoma como ejemplo y atacando la separación de la Iglesia y el Estado que se dio en la Cristiandad (Dad al César...)
La población, falsos cristianos por culpa de una falsa reforma, queda dividida en mil sectas, perdiendo influencia la religión a favor de la clase masónica y deísta dirigente.
Con el protestantismo hecho trizas, el deísmo de la Ilustración, el liberalismo agnóstico o ateo y el comunismo, se va quedando sin influencia la religión, por lo que la unidad Iglesia-Estado protestante, que destrozó la unidad europea, fue dejando de tener sentido.
Pero la teocracia protestante se sustituyó por la magufocracia, la unión Magufada-Estado, que empieza con la leyenda de color contra la Iglesia (y contra España); y desde entonces es un no parar de magufadas oficiales.
Con las invasiones bárbaras Europa se despuebla. Roma, que había llegado a tener dos millones de habitantes en tiempos de los Antoninos, tiene 20.000 h. en el siglo IX, y es con diferencia la ciudad más grande de Occ. Los pueblos y regiones quedan incomunicados entre sí, los viajes son peligrosos, no hay comercio, no se acuña moneda…
Parecía el fin de la civilización; pero ésta es salvada por dos instituciones: la Iglesia, "único cuerpo organizado y único portador de una idea de originalidad y de destino de Europa, que conserva un área cultural que será reconstruido después de la tormenta"; y el feudalismo, "en el que, sin que les sepa mal a los marxistas, no hay ni sombra de un sistema de producción" (Jean Baechler, Los orígenes del capitalismo).
La economía y la administración van recuperándose a medida que los bárbaros se cristianizan (los húngaros, que acosaban las fronteras, pasan a defenderlas; los normandos, que habían arrasado todo el Imperio, echan a los fiel a la religión del amores de Sicilia y el Papa les concede el reino de la isla; etc.)
Una época de rabiosa actualidad por comparación, ya que ahora es todo lo contrario. Si aquello fue una sorprendente labor de reconstrucción, en la actualidad hay otra de destrucción no menos sorprendente.
Del s. XI al XIV hay una gran actividad comercial (Baechler sitúa el origen del capitalismo en el s. XI), urbana y en las Universidades (creadas por la Iglesia, ya que el cristianismo no es una religión esotérica, sino exotérica), con vigorosas corrientes de pensamiento.
La gran crisis y ruptura de la unidad europea vino del anticristianismo protestante, el cual –hecho añicos en mil sectas– lleva a la Ilustración (el inicio de la demagogia moderna según Ortega y Gasset) junto con la masonería (condenada en 1738 por Clemente XII y combatida por los jesuitas principalmente), que abonan el terreno al liberalismo y a su engendro y cómplice, el marxismo.
Los cuales, tras la IIGM, se reparten Europa y el mundo como buenos amigos y, patraña tras patraña (últimamente: separatismo; memoria democrática contra la libertad de pensamiento, expresión, etc.; pagapensiones mientras se promociona la baja natalidad autóctona; aborto; eutanasia; delitos de repruebo; cambio climático antropogénico; zurullo lgtb; igualdad viogen; niñas con miembro viril...), nos han llevado hasta la mega magufada criminal de la falsa esa época en el 2020 de la que yo le hablo y las falsas banderillas (para saber que no existe una esa época en el 2020 de la que yo le hablo basta la evidencia directa; para creer que existe, no sólo hay que tragar muchas horas de telebasura, además hay que estar ya bastante idiotizado).
(La plutocracia bancaria, el capitalismo financiero, nace con el protestantismo: los banqueros judíos de Cromwell, Orange, del Banco de Ámsterdam -el primer banco central establecido-, etc.)
En el siglo XVI los protestantes instauran teocracias a sangre y fuego, como en Ginebra o en Inglaterra; cosa que Rousseau (Ilustración francesa, siguiente paso) elogiará en El contrato social, defendiendo la unión de la Iglesia y el Estado, ensalzando a Mahoma como ejemplo y atacando la separación de la Iglesia y el Estado que se dio en la Cristiandad (Dad al César...)
La población, falsos cristianos por culpa de una falsa reforma, queda dividida en mil sectas, perdiendo influencia la religión a favor de la clase masónica y deísta dirigente.
Con el protestantismo hecho trizas, el deísmo de la Ilustración, el liberalismo agnóstico o ateo y el comunismo, se va quedando sin influencia la religión, por lo que la unidad Iglesia-Estado protestante, que destrozó la unidad europea, fue dejando de tener sentido.
Pero la teocracia protestante se sustituyó por la magufocracia, la unión Magufada-Estado, que empieza con la leyenda de color contra la Iglesia (y contra España); y desde entonces es un no parar de magufadas oficiales.