Bañistas que desafían las gélidas aguas del Atlántico para cumplir con el ritual del chapuzón diario
Aunque las playas gallegas se llenan de bañistas en verano, también en invierno hay quien las frecuenta para darse un chapuzón. Es el caso de Jaime Pérez Garbín, quien se baña todos los días en la playa de Santa Marta de Baiona. Da igual el día que haga. Afirma que es capaz de dominar el frío y que los baños lo llenan de energía. Todas las tardes cumple su rito diario. Su casa está en frente de la playa y ya sale con el bañador puesto y la toalla al cuello. Algunos pueden pensar que está loco, pero lo cierto es que reconoce que goza de un excelente estado de salud desde que practica esta afición. Su pulso da cuenta de ello. Registra 52 latidos por minuto.
Jaime nunca ha tenido un resfriado. La costumbre de bañarse todos los días en la playa, que adquirió hace ya dos años, hace que su cuerpo se haya acostumbrado al frío de una manera extraordinaria. «Lo que no te mata, te hace más fuerte», bromea este hombre de 32 años que actualmente se encuentra en el paro. Sus baños no son demasiado prolongados y cinco minutos le bastan.
Sexagenarios
En A Coruña, la playa de Riazor también acoge a bañistas en invierno. Sobre las once de la mañana y con 6° de temperatura en el aire y 10° en el agua, comienza un ritual que se repite casi todos los días del año: un grupo de sexagenarios se desprenden de sus ropas para lucir bañador para dirigirse al agua.
«Hace un día fantástico», comenta Mari antes de entrar en el agua, donde se encuentra con su amiga Luisa. Al rato se van uniendo Juan José, José Luis, Luci, Luis, Antonio y Moncho, y esperaban a Piñeiro, «que no se pierde un día», dicen. El baño es corto, unos minutos para hacer unos largos y luego a secarse y tomar un rato el sol.
¿Qué motivos los llevan a practicar esta afición? «Porque es sano», responde José Luis, un madrileño que lleva más de treinta años viviendo en A Coruña. «Yo corro todos los días 10 kilómetros por el paseo y luego me baño en la playa -explica-. Es muy bueno para la circulación. Además, te vas a casa relajado y satisfecho».
Solo interrumpen su costumbre cuando el mar está picado o si llueve, ya que entonces no tienen dónde dejar la ropa.